jueves, 8 de agosto de 2013

¡Nos iguala a los dioses la victoria!

“[...] Miramos lo más atentamente que podemos, guiados por los que saben mucho más que nosotros, pero hay un límite en el que se detiene hasta la mirada más sabia. Por mucho que nos esforcemos no podemos descifrar las palabras de la carta que está leyendo san Jerónimo. La pelea de músicos es un tema conocido, dentro del género de las escenas de la vida popular, que probablemente tenía una intención satírica (…). Pero no hay rastros de burla ni de crueldad en el retrato de este mismo músico, ahora solo y aislado, recluido en su ceguera como san Jerónimo en la lectura, alumbrado por una claridad muy intensa que él no puede ver, en una paradoja que sería muy del gusto de esa época en la que se reflexionaba tanto sobre las cualidades diversas de los sentidos, sobre su capacidad simultánea de percepción y de engaño, de revelación del mundo real tal como es y también de sus espejismos y apariencias. [...] ”
El atrevimiento de mirar, Antonio Muñoz Molina [Galaxia Gutenberg — Círculo de Lectores (2012)]

El carácter de Cristo
Creo que hay muchos puntos en que estoy de acuerdo con Cristo, muchos más que aquellos en que lo están los cristianos profesos. No sé si podría seguirle todo el camino, pero iría con Él mucho más lejos de lo que irían la mayoría de los cristianos profesos. Recuérdese que Él dijo: «Yo, empero, os digo, que no hagáis resistencia al agravio; antes, si alguno te hiriese en la mejilla derecha, vuelve también la otra.» No es un precepto ni un principio nuevos. Lo usaron Lao-Tsé y Buda quinientos o seiscientos años antes de Cristo, pero este principio no lo aceptan los cristianos.
Este argumento, en cualquier caso, sería una crítica a los que se declaran cristianos pero no al cristianismo.
Se recordará que Cristo dijo: «No juzguéis a los demás si no queréis ser juzgados.» Ese principio creo que no se hallará en los tribunales de los países cristianos.
Luego Cristo dice: «Al que te pide, dale: y no le tuerzas el rostro al que pretenda de ti algún préstamo.» Ese es un principio muy bueno.
Luego, hay otra máxima de Cristo que yo considero muy valiosa, pero que no es muy popular entre algunos de nuestros amigos cristianos. Él dijo: «Si quieres ser perfecto, anda y vende cuanto tienes y dáselo a los pobres.» Es una máxima excelente, pero, como dije, no se practica mucho. Considero que todas estas máximas son buenas, aunque un poco difíciles de practicarse. Yo no hago profesión de practicarlas; pero, después de todo, no es lo mismo que si se tratase de un cristiano.
Ya comenté la diferencia entre creer y aceptar las máximas o principios. También hay una distancia importante entre aceptar y cumplir. Una cosa es reconocer un comportamiento como bueno y otra muy distinta comportarse siempre rectamente. Por eso no me gusta hablar de buenas y malas personas sino de buenos y malos comportamientos.
¿El cristiano hace profesión de practicar la virtud?
Defectos de las enseñanzas de Cristo
Me ocupo de Cristo tal como aparece en los Evangelios, aceptando la narración como es, y allí hay cosas que no parecen muy sabias. Una de ellas es que Él pensaba que Su segunda venida se produciría, en medio de nubes de gloria, antes que la muerte de la gente que vivía en aquella época. Hay muchos textos que prueban eso. Dice, por ejemplo: «No acabaréis de pasar por las ciudades de Israel antes que venga el Hijo del hombre.» Luego dice: «En verdad os digo que hay aquí algunos que no han de morir antes que vean al Hijo del hombre aparecer en el esplendor de su reino»; y hay muchos lugares donde está muy claro que Él creía que su segundo advenimiento ocurriría durante la vida de muchos que vivían entonces. Tal fue la creencia de sus primeros discípulos, y fue la base de una gran parte de su enseñanza moral. Cuando dijo: «No andéis, pues, acongojados por el día de mañana» y cosas semejantes, lo hizo en gran parte porque creía que su segunda venida iba a ser muy pronto, y que los asuntos mundanos ordinarios carecían de importancia. En realidad, yo he conocido a algunos cristianos que creían que la segunda venida era inminente.
¿Su segunda venida la base de una gran parte de su enseñanza moral? Y nada menos que “la base”. No me atrevería yo a interpretar esas palabras de un modo tan cerrado. Vuelve otra vez a confundir o a mezclar la teoría con la práctica, lo que dicen los Evangelios con lo que creen algunos cristianos.
En tal respecto, evidentemente, no era tan sabio como han sido otros, y desde luego, no fue superlativamente sabio.
La conclusión es de lo más chocante. Estaba pensando que no he oído decir a nadie que Cristo fuese el hombre más sabio. He oído decir que Cristo era el hijo de Dios pero no el más sabio de los hombres.
El problema moral
Para mí, hay un defecto muy serio en el carácter moral de Cristo, y es que creía en el infierno. Yo no creo que ninguna persona profundamente humana pueda creer en un castigo eterno.
No creo que ninguna persona un poco misericordiosa ponga en el mundo miedos y terrores de esta clase.
Debo declarar que toda esta doctrina, que el fuego del infierno es un castigo del pecado, es una doctrina de crueldad. Es una doctrina que llevó la crueldad al mundo y dio al mundo generaciones de cruel tortura; y el Cristo de los Evangelios, si se le acepta tal como le representan sus cronistas, tiene que ser considerado en parte responsable de eso. Hay otras cosas de menor importancia.
De nuevo confunde dos planos: La palabra de los Evangelios y La Iglesia y su interpretación de esas palabras. ¿El cristianismo es responsable del mal en el mundo? ¿Una doctrina de crueldad que tiene como máxima “Amar al prójimo como a ti mismo”?
Yo no puedo pensar que, ni en virtud ni en sabiduría, Cristo esté tan alto como otros personajes históricos. En estas cosas, pongo por encima de Él a Buda y a Sócrates.
El factor emocional
Como dije antes, no creo que la verdadera razón por la cual la gente acepta la religión tenga nada que ver con la argumentación. Se acepta la religión emocionalmente. Con frecuencia se nos dice que es muy malo atacar la religión porque la religión hace virtuosos a los hombres. Eso dicen; yo no lo he advertido. […]
Esa es la idea, que todos seríamos malos si no tuviéramos la religión cristiana. A mí me parece que la gente que la tiene es, en su mayoría, extremadamente mala. Existe este hecho curioso: cuanto más intensa ha sido la religión de cualquier periodo, y más profunda la creencia dogmática, han sido mayor la crueldad y peores las circunstancias. En las llamadas edades de la fe, cuando los hombres realmente creían en la religión cristiana en toda su integridad hubo la Inquisición con sus torturas; hubo muchas desdichadas mujeres quemadas por brujas; y toda clase de crueldades practicadas en toda clase de gente en nombre de la religión. Uno halla, al considerar el mundo, que todo el progreso del sentimiento humano, que toda mejora de la ley penal, que todo paso hacia la disminución de la guerra, que todo paso hacia un mejor trato de las razas de color, que toda mitigación de la esclavitud, que todo progreso moral realizado en el mundo, ha sido obstaculizado constantemente por las iglesias organizadas del mundo. Digo deliberadamente que la religión cristiana, tal como está organizada en sus iglesias ha sido, y es aún, la principal enemiga del progreso moral del mundo.

¿La religión cristiana es la principal enemiga del progreso moral del mundo? ¿La causa principal del mal es la religión?
Para mí, la causa principal del mal es la falta de conciencia, la crisis moral. Tampoco me gusta hablar en términos del bien y el mal.

Cómo las Iglesias han retardado el progreso
Hay muchos modos por los cuales, en el momento actual, la Iglesia, por su insistencia en lo que ha decidido en llamar moralidad, inflige a la gente toda clase de sufrimientos inmerecidos e innecesarios. Y claro está, como es sabido, en su mayor parte se opone al progreso y al perfeccionamiento en todos los medios de disminuir el sufrimiento del mundo, porque ha decidido llamar moralidad a ciertas estrechas reglas de conducta que no tienen nada que ver con la felicidad humana; y cuando se dice que se debe hacer esto o lo otro, porque contribuye a la dicha humana, estima que es algo completamente extraño al asunto. «¿Qué tiene que ver con la moral la felicidad humana? El objeto de la moral no es hacer feliz a la gente.»

¿Cuál es el objeto de la moral? El cumplimiento del deber por el deber. ¿Cuál es el deber? En este sentido yo estoy con Kant y su ética formal, vacía de contenidos explícitos [Deontologismo formal]. Una moral autónoma cuyas máximas puedan elevarse a ley universal.
¿El objeto de la moral es la consecución de la felicidad [Ética teleológica eudemonista] o Russell está a favor del Utilitarismo?

El miedo, fundamento de la religión
La religión se basa, principalmente, a mi entender, en el miedo. Es en parte el miedo a lo desconocido, y en parte, como dije, el deseo de pensar que se tiene un hermano mayor que va a defenderlo a uno en todas sus cuitas y disputas. El miedo es la base de todo: el miedo de lo misterioso, el miedo de la derrota, el miedo de la muerte. El miedo es el padre de la crueldad y, por lo tanto, no es de extrañar que la crueldad y la religión vayan de la mano. Se debe a que el miedo es la base de estas dos cosas. En este mundo, podemos ahora comenzar a entender un poco las cosas y a dominarlas un poco con ayuda de la ciencia, que se ha abierto paso frente a la religión cristiana, frente a las iglesias, y frente a la oposición de todos los antiguos preceptos. La ciencia puede ayudarnos a librarnos de ese miedo cobarde en el cual la humanidad ha vivido durante tantas generaciones. La ciencia puede enseñarnos a no buscar ayudas imaginarias, a no inventar aliados celestiales, sino más bien a hacer con nuestros esfuerzos que este mundo sea un lugar habitable, en lugar de ser lo que han hecho de él las iglesias en todos estos siglos.

No veo por qué para defender la ciencia hay que atacar a la religión ¿Acaso no son compatibles?
Estaba pensando en el papel del miedo en la teoría de Hobbes. El miedo lleva a los hombres a establecer un contrato y está en la base de la Constitución del Estado moderno.
¿La ciencia nos salva del miedo?
Hay otra cosa inquietante y curiosa: ¿el deseo de pensar que se tiene un hermano mayor?
¿por qué no dice un Padre? Tampoco creo que los cristianos piensen que Dios está ahí para defenderles y librarles del miedo. Uno tiene el deseo de no estar solo y Dios mitiga esa soledad.

Lo que debemos hacer
ver el mundo tal cual es y no tener miedo de él. Conquistarlo mediante la inteligencia y no sólo sometiéndose al terror que emana de él. Todo el concepto de Dios es un concepto derivado del antiguo despotismo oriental. Es un concepto indigno de los hombres libres.
Un mundo bueno necesita conocimiento, bondad y valor; no necesita el pesaroso anhelo del pasado, ni el aherrojamiento de la inteligencia libre mediante las palabras proferidas hace mucho por hombres ignorantes. Necesita un criterio sin temor y una inteligencia libre. Necesita la esperanza del futuro, no el mirar hacia un pasado muerto, que confiamos será superado por el futuro que nuestra inteligencia puede crear.

Qué poca confianza merecen aquellos que dicen tener una receta para hacer el mejor mundo posible. Le falta decir “Os propongo esta otra religión”. Nosotros seremos los inteligentes y ellos serán los ignorantes.

¿Ha hecho la religión contribuciones útiles a la civilización?

Mi opinión acerca de la religión es la de Lucrecio. La considero como una enfermedad nacida del miedo, y como una fuente de indecible miseria para la raza humana. No puedo, sin embargo, negar que ha contribuido en parte a la civilización. Primitivamente ayudó a fijar el calendario, e hizo que los sacerdotes egipcios escribieran la crónica de los eclipses con tal cuidado que con el tiempo pudieron predecirlos. Estoy dispuesto a reconocer estos dos servicios, pero no conozco otros. La palabra «religión» se emplea hoy muy ligeramente. Algunos, bajo la influencia de un protestantismo extremo, emplean la palabra para denotar las convicciones personales serias con respecto a la moral o a la naturaleza del universo. Este uso de la palabra es completamente anti-histórico. La religión es primordialmente un fenómeno social. Las iglesias pueden deber su origen a maestros con fuertes opiniones individuales, pero dichos maestros rara vez han tenido gran influencia en las iglesias que fundaron, mientras que las iglesias han tenido una enorme influencia en las comunidades en que florecieron.

las enseñanzas de Cristo, tal como aparecen en los Evangelios, han tenido muy poco que ver con la ética de los cristianos. Lo más importante del cristianismo, desde un punto de vista social e histórico, no es Cristo, sino la Iglesia, y si vamos a juzgar el cristianismo como fuerza social, no debemos buscar nuestro material en los Evangelios.

Lo que se aplica al cristianismo es igualmente cierto en el budismo. Buda era bondadoso y esclarecido; en su lecho de muerte se reía de sus discípulos porque creían que era inmortal. Pero los sacerdotes budistas —como existen en el Tibet, por ejemplo—, han sido obscurantistas, tiranos y crueles en el más alto grado. No hay nada accidental en esta diferencia entre la Iglesia y su Fundador.

la absoluta verdad se supone contenida en los dichos de un cierto hombre, hay un cuerpo de expertos que interpretan lo que dice, y estos expertos infaliblemente adquieren poder, ya que tienen la clave de la verdad. Como cualquier otra casta privilegiada, emplean el poder en beneficio propio. Sin embargo, son, en un respecto, peores que cualquier otra casta privilegiada, ya que su misión es difundir una verdad invariable, revelada de una vez para siempre en toda su perfección, de forma que se hacen necesariamente contrarios a todo progreso intelectual y moral. La Iglesia combatió a Galileo y a Darwin; en nuestra época combate a Freud. En sus épocas de mayor poder fue más allá en su oposición a la vida intelectual.

La religión es perniciosa no sólo intelectual, sino también moralmente. Quiero decir con esto que enseña códigos morales no conducentes a la dicha humana. Cuando, hace unos años, se hizo un plebiscito en Alemania, para ver si las casas reales destronadas podían disfrutar de su patrimonio privado, las Iglesias de Alemania declararon oficialmente que sería contrario a las enseñanzas del cristianismo el privarlas de él. Las Iglesias, como es sabido, se opusieron a la abolición de la esclavitud, mientras se atrevieron, y con unas pocas y sonadas excepciones, se oponen en la actualidad a todo movimiento hacia la justicia económica. El Papa ha condenado oficialmente el socialismo.


Why I am not cristian Por qué no soy cristiano, Bertrand Russell. Traducción de Josefina Martínez Alinari

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