La historia de unas corbatas (una
indumentaria impecable, precisa y muy bien escogida), un mechero, unas gafas y un tiovivo.
Las buenas películas se destacan
claramente del resto.
Escenas memorables:
- La presentación de los personajes a través de sus bajos de pantalón y zapatos.
Bruno lleva
unos zapatos relucientes blancos y negros y una corbata con un estampado de
pinzas de langosta y su nombre grabado. La bata que lleva para estar en casa
habla por sí sola del carácter ostentoso de este personaje.
- Los ensayos de estrangulamiento de Bruno Anthony cuando está hablando con su madre.
- El asesinato visto a través del reflejo en las gafas de la víctima, que caen al suelo y se rompen. Las escenas de sombra en la gruta del amor.
- Una madre sufre mientras su niño, subido en uno de los caballitos del tiovivo fuera de control, grita de euforia y golpea también a los personajes mientras se pelean. La madre chilla desesperada y no ve que el niño está disfrutando.
- Bruno Anthony castiga la insolencia de un niño explotándole el globo con un cigarrillo.
- La conversación con las ancianas ricas en la fiesta de los Morton. Esta escena es una historia completa dentro de la película.
- La escena del mechero que cae a la alcantarilla también.
- Los comentarios del senador Morton tampoco tienen desperdicio.
- El encuentro con el enorme perro en la escalera, que parece que le va a atacar porque le gruñe y acaba por lamerle la mano.
- Miriam se da cuenta de que un hombre la sigue por el parque de atracciones pero sus dos acompañantes ni lo advierten siquiera. Ella no siente inquietud o alarma en ningún momento, sólo curiosidad. Parece que el extraño quiere algo de ella y cuando el asesino le pregunta su nombre antes de estrangularla, ella sólo piensa que lo ha seducido. Sin ninguna duda, estos dos personajes tienen la fuerza en la película. Hitchcock hace recaer todo el peso sobre ellos.
- Toda la secuencia final, en el clímax de la pelea entre los dos protagonistas a bordo del tiovivo desbocado. Parece que estén luchando en medio de una carrera de caballos. El hombre de la feria, el hombre mayor que se arrastra bajo la plataforma con la intención de frenarlo, arriesgando realmente su vida.
Es curioso que mi marido anticipó mentalmente lo que iba a ocurrir desde el primer momento. Su deformación profesional le hizo ver la máquina fuera de control y anticipar el desastre. Se preguntó quién era ese hombre temerario al que nadie impedía su osadía y que iba a provocar un accidente por no tener conocimientos sobre el funcionamiento del tiovivo. Cómo los humanos convertimos las situaciones desagradables en situaciones trágicas y peligrosas por ser impacientes, precipitados, insensatos e ignorantes. ¿Por qué no podemos quedarnos quietos si no sabemos cómo hay que actuar? Normalmente, actuamos sin pensar y luego nos lamentamos. ¿Qué necesidad había de parar el tiovivo en ese mismo instante?
Me cuenta que
hay una película de terror, El ascensor, que trata sobre eso.
Yo era tan
necia que estaba viendo a un héroe, a uno que se la juega para salvar a unos
chiquillos. No me daba cuenta de eso, que era lo necesario en ese momento y
estaba pensando que la madre que gritaba por su hijo era igualita a la señora
Anthony. Una mamá incondicional que protege a Bruno incluso de su padre y que
se niega a verlo de verdad. El peligro de la sobreprotección a los hijos y la
tensión que eso provoca entre los padres. El niño se sirve de eso para jugar
con ellos y conseguir lo que quiere.
Hitchcock le
explica a Truffaut: “Lo que hice entonces todavía me da sudores. …el
hombrecillo que se arrastra bajo la plataforma arriesgó realmente su vida. Si
aquel individuo hubiera levantado la cabeza simplemente cinco centímetros,
habría muerto y no me lo hubiera perdonado nunca. No volveré a rodar una
secuencia de ese tipo (…) Cuando se rompe el tiovivo, ya es una maqueta.”
La película
está basada en una novela de Patricia Highsmith, Extraños en un tren o pacto
siniestro. Pero en la película hay una inversión de papeles.
En la novela
es palpable la admiración de Bruno por Haines. En la película, Bruno y Miriam
tienen infinitamente más fuerza y personalidad que Haines. La admiración del
malvado por el tenista cede paso al atractivo por el malvado seductor que inocula
el veneno mediante la palabra. Es mucho más inteligente y actual seducir mediante la
palabra que convencer mediante la fuerza.
Me recordó en
muchos aspectos a Tu rostro mañana y a la película de Allen, Matchpoint. Parece
como si el director americano hubiese utilizado la propia crítica de Hitchcock
a su metraje para crear un guión donde el peso recae sobre la víctima y el
asesino, sólo que en lugar de crear a una mujer odiosa y sin escrúpulos,
inventa a una mujer que reúne todos los atractivos pero que se convierte en un
problema para su amante.
Visitando al maestro, Antonio Muñoz Molina [El País, 12 de diciembre de 2015]
Historias que contamos, Antonio Muñoz Molina [El País, 25 de mayo de 2013]
Cine y palabras, Antonio Muñoz Molina [El País, 9 de febrero de 2019]
Una sensación de peligro, Antonio Muñoz Molina [El País, 8 de febrero de 1995]
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