Lo más sorprendente de las ciudades de la literatura es que a veces también existen en la realidad.
todos los que en el mundo creen o sienten, sin distinción de nacionalidad y de ideales, todos, en ciertos momentos, cerrando los ojos, contemplan a la luz de la fantasía una ciudad grandiosa, especie de tierra de promisión, que desean visitar antes que la muerte les sorprenda.Esta tarde he visitado a mis padres y he buscado esta cita En el país del arte. Mi madre me ha pedido que no me lo lleve porque para ella sería como tener que despedirse de un viejo amigo. Sólo quiero consultar una cosa y lo devuelvo a la estantería. ¿Qué estás buscando? Leerlo es como dar un paseo por Italia. ¿Sabías que Blasco lo escribió siendo muy joven?
Mi madre siempre con varios libros sobre la mesa. Me cuenta que ahora está leyendo La ciudad, de Manuel Chaves Nogales. Pero es que hace nada le llevé Últimas pasiones del caballero Almafiera.
No sé cuántas veces habrá leído Fortunata y Jacinta. Cuando viaja a Madrid, busca los escenarios de la novela: Plaza de Pontejos, Plaza Mayor, Cava de San Miguel, Iglesia de San Ginés. Sería incapaz de ir con el libro en la mano porque pensaría que está haciendo el ridículo. Tampoco le hace falta porque ha memorizado bien esos lugares.
Dublín es una ciudad llena de agradecimientos a James Joyce: la celebración anual del Bloomsday, Martello Tower, el Dublin Writers Museum, el James Joyce Centre, su busto en el parque St. Stephen’s Green, placas que señalan lugares mencionados en el “Ulises”, por ejemplo en O’Connell Bridge, la Fuente que representa a Anna Livia Plurabelle, personaje de Finnegans Wake, su estatua en North Earl Street.
Toda una ruta como si la ciudad invitase a leer y conocer al escritor.
Ese mismo reconocimiento lo hecho en falta aquí. Ya sé que los madrileños celebran La noche de Max Estrella, pero no es lo mismo.
Me gustaría que los españoles celebráramos la literatura con el mismo entusiasmo que seguimos los partidos de fútbol.
Echo en falta el barrio de las letras de Madrid al que se refiere Pérez-Reverte en Okupando a Góngora.
Toda una ruta como si la ciudad invitase a leer y conocer al escritor.
Ese mismo reconocimiento lo hecho en falta aquí. Ya sé que los madrileños celebran La noche de Max Estrella, pero no es lo mismo.
Me gustaría que los españoles celebráramos la literatura con el mismo entusiasmo que seguimos los partidos de fútbol.
Echo en falta el barrio de las letras de Madrid al que se refiere Pérez-Reverte en Okupando a Góngora.
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