lunes, 12 de octubre de 2015

Lo más maravilloso del mundo es saber cómo pertenecer a uno mismo.

Regla 1 de Bill Gates: La vida no es justa, acostúmbrate a ello.

Regla alternativa: La vida no es justa, pero puede y debe serlo. Solo los ignorantes o los injustos insisten en la necesidad de la injusticia.

  1. Sobre la Justicia.Hay ideales a los que uno no puede renunciar si persigue vivir bien. Dice Emilio Lledó:
    La política es la administración de la justicia, de la educación y de la cultura con generosidad”.
    El estudio tiene que ser creación de libertad, no de dogmatismo ni de frases hechas. Los conceptos estereotipados, en quien no los reflexiona, producen agresividad. Uno de los frutos que genera la ignorancia cultivada es la violencia.
    No podemos dejar el país en manos de una política con una parte regida por oportunistas y por indecentes. Que el imperio de la indecencia domine en la política es intolerable; ese imperio es fruto del dominio de ciertas oligarquías que piensan que lo único que hay que hacer es ganar dinero y crear ideologías aptas para que esa oligarquía siga con poder...
    La solución no la veo más que en la cultura. Cultura entendida como educación en la libertad, en la verdadera sabiduría...
    Me acordé de un texto de Walter Benjamin en el que dice que obsesionar a los muchachos durante la carrera con colocarse es la muerte de la vida intelectual. ¡Por favor! Dejen a los jóvenes que trabajen con ilusión en lo que les guste; que sueñen esos cinco o seis años. No les corroan el ánimo a muchachos de 18 años con el cebo estúpido de una colocación en una empresa.



Regla 2 de Bill Gates: Al mundo no le importará tu autoestima. El mundo esperará que logres algo, independientemente de que te sientas bien o no contigo mismo.

Regla alternativa: Si los logros que espera el mundo de ti tienen que ser a costa de tu amor propio, tu conciencia o tus principios, entonces ese mundo es demasiado inmundo. ¡Hay que cambiarlo!

  1. Sobre la Autoestima
    Dice Emilio Lledó: El principio de las relaciones afectivas que tengamos empieza con la relación afectiva con nosotros mismos. Y esto te obliga a mejorarte, luchar para mirarte en el espejo y no avergonzarte.
    Antón Chéjov le escribe a su hermano: Las personas cultivadas no se desprecian a sí mismos para despertar compasión. No manipulan los corazones de otras personas para sacarles algo. No dicen, soy un incomprendido, o me he convertido en alguien de segunda fila, porque todo eso tiene un efecto barato, es vulgar, falso…
Regla 3 de Bill Gates: No ganarás cinco mil dólares mensuales justo después de haber salido de la preparatoria y no serás un vicepresidente hasta que con tu esfuerzo te hayas ganado ambos logros.
Regla alternativa: Probablemente nunca serás vicepresidente de tu empresa ni ganarás cinco mil euros mensuales (además de esfuerzo, te harían falta dinero, suerte o, quizás, cierta falta de escrúpulos). Pero alégrate: una vida digna y feliz no tiene necesariamente que ver con todo eso.

  1. Sobre el Esfuerzo
    Dice Muñoz Molina a propósito de lo que hace a un profesional, cualquiera que sea su campo o disciplina: Lo que hace a un músico es el talento alimentado y disciplinado por el estudio de la música. Esa obsesión de aprendizaje, estudio, perfeccionamiento, ruptura, que rigió la vida de Miles Davis por encima de cualquier distracción, de cualquier extravío.

Regla 4 de Bill Gates: Si piensas que tu profesor es duro, espera a que tengas un jefe. Ese sí que no tendrá vocación de enseñanza ni la paciencia requerida.

Regla alternativa: Si tu profesor es como un sargento de marines, es probable que crea que la vida es como una guerra, y que nadie actúa por amor o vocación, sino por miedo a las balas o por ansia de medallas, y que siempre tendrás un jefe (incluso tú mismo) para clavártelas en el corazón (las balas o las medallas). Ten paciencia con ese profesor, olvídalo y sigue tu camino.

  1. Sobre la diferencia entre jefes y maestros
    Profesores y jefes son o debieran ser exigentes pero no tienen por qué ser injustos.
    La exigencia está en función de lo que cada uno pueda alcanzar.
    Si uno tiene talento, no debiera malograrlo por pereza o por distracción.

Regla 5 de Bill Gates: Dedicarse a voltear hamburguesas no te quita dignidad. Tus abuelos tenían una palabra diferente para describirlo; le llamaban “oportunidad”.

Regla alternativa: Trabajar sin una necesidad real y en una tarea repetitiva no es ninguna oportunidad para nada que tenga que ver con ser un ser humano (a lo sumo sirve para irte más veces de compras o para creer, con luterano afán, que el trabajo santifica – el remunerado, claro –).

  1. Sobre la dignidad del trabajo
    La dignidad es la cualidad del que se hace valer como persona, se comporta con responsabilidad, seriedad y con respeto hacia sí mismo y hacia los demás y no deja que lo humillen ni degraden. La dignidad no está reñida con el trabajo.
    Una oferta de empleo es una oportunidad y las mejores ofertas te llegan cuando ya estás trabajando: promociones, ascensos, aumento de sueldo, etc.
    También hay trabajos no remunerados que hay que asumir más temprano que tarde, aquellos que nos permiten apreciar el valor de las tareas domésticas compartidas.
    Escribe Antón Chéjov a su hermano: La gente cultivada se levanta de noche para ayudar, para pagar la universidad de sus hermanos, y para comprar ropas a sus madres.
    Respetan la propiedad ajena, y pagan sus deudas.
    La cuestión clave aquí sería establecer un orden de prioridades: ¿Este empleo es compatible con el tiempo que necesito dedicarle al estudio? ¿puedo ganarme la vida dedicándome a esto? ¿abandonaría mi formación para dedicarme de lleno a esta profesión?

    Los empleos hanse de hacer conforme a las ganancias; que ponerse un hombre a querer alambicar su entendimiento muchas noches en lo que apenas tendrá para cenar una no conviene.      Guzmán de Alfarache, Mateo Alemán

Regla 6 de Bill Gates: Si metes la pata, no es culpa de tus padres. Así que no lloriquees por tus errores, aprende de ellos.

Regla alternativa: Meter la pata no es voluntad de nadie. Y aprender de los errores debería serlo de todos. También de quienes se han hecho cargo de tu educación y que, tras tantos años, no han logrado evitar que “metas la pata” (tal vez porque educar sea algo muy difícil, y no porque tú seas un “desastre sin remedio”).

  1. Aprender de los errores y asumir la responsabilidad
    Hay multitud de cosas que aprendemos por ensayo-error. No hay que lamentarse. Es una oportunidad para seguir creciendo profesional o personalmente y hay que “tomar nota” para no volver a cometer los mismos fallos.

Regla 7 de Bill Gates. Antes de que nacieras, tus padres no eran tan aburridos como son ahora. Ellos empezaron a serlo por pagar tus cuentas, limpiar tu ropa y escucharte hablar acerca de la nueva onda en la que estabas. Así que antes de emprender tu lucha por las selvas vírgenes contaminadas por la generación de tus padres, inicia el camino limpiando las cosas de tu propia vida, empezando por tu habitación.

Regla alternativa: Ningún padre o madre competente te culparía de la mediocridad de su propia vida, ni consideraría que cuidarte o escucharte es motivo de aburrimiento, ni se molestaría porque sueñes con un mundo distinto de este que (penoso y a duras penas) te dejamos ocupar, ni dejaría de sentirse orgulloso de que te intereses por el medio ambiente... Pero si ese es el caso, plantéate mejorar las cosas de tu propia vida, empezando por tus padres.

  1. Empieza por la autocrítica y colabora en casa
    La adolescencia es la época del desapego y de empezar a cuestionar y criticar los comportamientos de los adultos y las normas y valores recibidos. Conviene no perder de vista que nosotros somos resultado de esa educación recibida. Conviene no hacer responsables a nuestros padres de nuestros errores o fracasos. Conviene hacer un ejercicio de introspección y procurar ser justos con nuestros educadores -justos no significa acríticos. Es una magnífica oportunidad para dialogar y debatir con los padres de igual a igual, intercambiando argumentos. No se trata de reprochar ni censurar.
    Dice Chéjov: Las personas cultivadas, si tienen talento, lo cuidan. Sacrifican a ese talento el descanso, las mujeres, el vino, la vanidad… Están orgullosos de ese talento. Además, son cuidadosos.
Regla 8 de Bill Gates. En la escuela puede haberse eliminado la diferencia entre ganadores y perdedores, pero en la vida real no. En algunas escuelas ya no se pierden años lectivos y te dan las oportunidades que necesites para encontrar la respuesta correcta en tus exámenes y para que tus tareas sean cada vez más fáciles. Eso no tiene ninguna semejanza con la vida real.

Regla alternativa: En la vida real mucha gente prefiere vivir bajo otras leyes que las de la selva. Tal vez sean unos pobres ingenuos, o tal vez crean que las personas somos algo más (y mejor) que una horda de “perdedores” y “ganadores” en pos de una abultada cuenta en el banco.

  1. El valor del esfuerzo
    Escribe Chéjov a su hermano: Para ser cultivado y no estar por debajo del nivel de tus semejantes no sólo es necesario haber leídoThe Pickwick Papers y haberse aprendido el monólogo de Fausto. Lo que se necesita es trabajo constante, día y noche, lectura continuada, estudio, voluntad… Toda hora del día es preciosa para ello.

Regla 9 de Bill Gates. La vida no se divide en semestres. No tendrás vacaciones de verano largas en lugares lejanos y muy pocos jefes se interesarán en ayudarte a que te encuentres a ti mismo. Todo esto tendrás que hacerlo en tu tiempo libre.

Regla alternativa: Si el trabajo (eso a lo que dedicas la mayor parte de tu tiempo) no te resulta gozoso ni te ayuda a encontrarte a ti mismo, entonces... te está costando la vida. Piensa si no te convendría emplear tu tiempo libre en construir un mundo en que vivir y trabajar no sean cosas opuestas.

  1. El tiempo de ocio, tiempo para pensar, es irrenunciable. Como humanos, no podemos renunciar a pensar.
    Dice Lledó: Somos naturaleza, pero al mismo tiempo los seres humanos inventamos otros principios fundamentales parecidos al agua, al aire, al fuego, a la tierra. Esos principios son: la justicia, el bien, la verdad, la belleza. Esos son nuestros tesoros, esa es la cultura. Ahí está el camino. Lo demás es miseria, codicia, corrupción, degeneración, la vuelta a la caverna en el sentido más siniestro de la palabra. Los políticos que no entiendan eso tendrían, si son decentes, que dejarlo, pero si son indecentes es la sociedad la que tiene que echarlos. Hay que fomentar la conciencia crítica. Todos somos filósofos. El principio, la línea primera de la metafísica de Aristóteles dice que todos los seres humanos tienden por naturaleza a entender, a saber; luego algunos leemos a Kant, pero todos queremos saber en qué consiste vivir y es la educación la que tiene que saciar esa necesidad de cultura que llevamos dentro.


Regla 10 de Bill Gates. La televisión no es la vida diaria. En la vida cotidiana, la gente de verdad tiene que salir del café de la película para irse a trabajar.

Regla alternativa: La gente que vive de verdad (no la que se cree cualquier película) procurará tener un trabajo que le permita tomar café, ver buen cine, y no quedarse dormido con el “sueño americano”.

  1. Trabajar para ganarse la vida, no vivir para trabajar.
    Dice Lledó: Para ser felices hay que partir del bienestar, hay que estar bien y para estar bien hay que tener una vivienda, no pasar hambre, tener solucionada la vida del cuerpo, que es lo que realmente somos. Pero después hay que aspirar al “bienser”.
    Las sociedades del denominado Primer Mundo ofrecen muchísimo más de lo que se necesita. Y esto fue intuido por Epicuro. Necesitamos lo esencial, pero nada más. Necesitamos respirar, vivir, comer, tener una cama, un techo, y también necesitamos sentir, vivir, gozar el cuerpo, contemplar.
    Pues se trata de crear instituciones donde esa libertad, ese “bien ser”, se pueda practicar. Hay que luchar por recuperar lo que hemos perdido y por llevarlo más allá, por conquistarlo enteramente.

Regla 11 de Bill Gates. Sé amable con los "nerds" (los más aplicados de tu clase). Existen muchas probabilidades de que termines trabajando para uno de ellos.

Regla alternativa: Sé amable con la gente, independientemente de quien vaya a trabajar para quien; y no creas, como el pobre (rico) de Bill Gates, que la gente (incluso la más aplicada) es así de rencorosa...

  1. Sobre el valor del conocimiento y el mérito.
    Dice Lledó: La verdadera revolución está en la cabeza. No hay peor corrupción que la de la mente; la económica va detrás. Hay un texto muy bonito de Aristóteles que dice que hay tres niveles en la vida humana: el nivel de la mente, el nivel del cuerpo, y el último, el más bajo, el de la economía, el del dinero. Qué duda cabe que el dinero es útil, importante, pero parémonos ahí, no olvidemos que es lo de menos.
    Lo que dice Aristóteles es que cuando se coloca arriba, a la larga se hunde todo. Sólo las oligarquías sacan sus tajadas.
    Lo público es la esencia de la democracia y la cultura es la esencia de lo público y de la democracia. Por eso hay que empezar a construir desde la escuela, una escuela que tiene que ser igualitaria y pública. El dinero no puede determinar los niveles de la educación.
    En esta sociedad los que no se lucran son considerados tontos, pero en realidad la gran desgracia es la obsesión por el dinero.
    ¿Qué ley de mercados? Que estas grandes empresas que han estado engañando, confundiendo, robando, a la gente, sean las que tengan que merecernos confianza es una barbaridad. El neoliberalismo supone el dominio de los que han tenido mejores posibilidades de educación para imponerse a los otros. No hay igualdad y por eso es detestable. La esencia de un verdadero liberalismo tendría que ser la lucha por la igualdad, que era un término técnico muy bonito, la igualdad de oportunidades, y ha quedado como una frase ahí flotando, perdida en el aire. Sin embargo, en un momento dado fue inventada. Se ve que la sentíamos como una necesidad.
    Dice Muñoz Molina: El cambio, el vuelco principal, es la exigencia y el reconocimiento del mérito. Una función pública de calidad es la que atrae a las personas más capacitadas con incentivos que nunca van a ser sobre todo económicos, pero que incluyen la certeza de una remuneración digna y de un espacio profesional favorable al desarrollo de las capacidades individuales y a su rendimiento social. En España cualquier mérito, salvo el deportivo, despierta recelo y desdén, igual que cualquier idea de servicio público o de bien común provoca una mueca de cinismo. La derecha no admite más mérito que el del privilegio. La izquierda no sabe o no quiere distinguir el mérito del privilegio y cree que la ignorancia y la falta de exigencia son garantías de la igualdad, cuando lo único que hacen es agravar las desventajas de los pobres y asegurar que los privilegiados de nacimiento no sufren la competencia de quienes, por falta de medios, solo pueden desarrollar sus capacidades y ascender profesional y socialmente gracias a la palanca más igualitaria de todas, que es una buena educación pública.
    Esta es una época muy propicia a la búsqueda de chivos expiatorios y soluciones inmediatas, espectaculares y tajantes —es decir, milagrosas—, pero lo muy arraigado y lo muy extendido solo puede arreglarse con una ardua determinación, con racionalidad y constancia, con las herramientas que menos se han usado hasta ahora en nuestra vida pública: un gran acuerdo político para despolitizar la administración y hacerla de verdad profesional y eficiente, garantizando el acceso a ella por criterios objetivos de mérito; y otro acuerdo más general y más difuso, pero igual de necesario, para alentar el mérito en vez de entorpecerlo, para apreciarlo y celebrarlo allá donde se produzca, en cualquiera de sus formas variadas, el mérito que sostiene la plenitud vital de quien lo posee y lo ejerce y al mismo tiempo mejora modestamente el mundo, el espacio público y común de la ciudadanía democrática.
    Dice Chéjov: Las personas cultivadas respetan la personalidad ajena, y además son siempre amables, gentiles, educados, y listos para ceder ante los otros. No montan un escándalo porque una herramienta se haya perdido; si viven con alguien no lo entienden como un favor que hacen, y no andan diciendo, ¡nadie puede vivir contigo! Disculpan el ruido y el frío y la carne seca y la presencia de extraños en sus casas.
    No sólo tienen simpatía por los mendigos y los gatos. Su corazón se duele también por lo que su ojo no ve.

Todos los decálogos y discursos no son igualmente válidos.
La filosofía te ayuda a aprender a analizarlos desde un punto de vista crítico.
He recurrido a la carta que Antón Chéjov le escribió a su hermano mayor Nikolai, a entrevistas al filósofo Emilio Lledó [Jotdown Magazine, entre otras] y al artículo La corrupción y el mérito, de Antonio Muñoz Molina. Lo he hecho no por buscar una “opinión autorizada” sino porque ellos expresan de una forma más certera y menos dispersa lo que yo quiero decir.
Mi agradecimiento a Víctor Bermúdez por su magnífico trabajo y por servirme muchas veces de acicate o, más propiamente, de tábano emeritense . ;-))





 
 

1 comentario:

  1. Un excelente compendio de reflexiones, de esas que sirven para vivir bien y de verdad.

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