Me gusta la vehemencia civilizada de las intervenciones. Algo que nos hace mucha falta es debatir de verdad: concediéndole al otro el derecho no solo a tener parte de razón o toda la razón, sino también a opinar de buena fe.
Wim Wenders con Paris, Texas
al menos trataba de gente real y de sentimientos humanos, y había
en ella eso que ya casi nunca hay en el cine, una sugerencia de respeto hacia
los destinos de los personajes.
Pulp fiction la
bazofia de lo sanguinario, la miserable pornografía puritana de la crueldad.
Pero lo peor de todo es que tal vez los tiempos son así, la
irrealidad cruenta y tediosa de Pulp fiction es un retrato de la realidad más
acertado de lo que sus multitudinarios defensores (y sus cuatro o cinco
detractores pusilánimes) están dispuestos a admitir.
La violencia extrema de esta película es inocua en su
exageración: pero basta mirar los periódicos para saber que eso no es así, que
lo más común en todas partes es justamente la crueldad gratuita y sin límites,
En Pulp fiction tan sólo hay una inhumana falta de piedad, o
de compasión, para ser más exactos, una incapacidad aturdida y embrutecida de
comprender el dolor,
Al fin y al cabo la han hecho en un país donde hay
detectores de armas de fuego a la entrada de las escuelas públicas y donde es
legal ejecutar en la silla eléctrica a un retrasado mental o a un menor, pero
no permitirles que fumen un cigarrillo antes de morir.
Javier Marías
Nada me alegra tanto como poder disentir sobre asuntos
cinematográficos con un escritor a quien aprecio y con cuyas opiniones a menudo
estoy de acuerdo.
La escena de la película Kika,
de Almodóvar, en la que se presenta la violación de una mujer en tono de farsa,
más que la escena misma, le irritaba la reacción que había observado en el
público,
Esta manera de ver cine (o de leer novelas) a mí me parece
un poco elemental, pero sobre todo me parece moralista y -no muy alejada de la
óptica con que las asociaciones de espectadores más conservadoras intentan (y
van consiguiendo) censurar los- contenidos de la televisión, se trate de
películas, anuncios o programas. Y lo peor de esta actitud en el presente caso
son las cortapisas que pudiera acarrear a uno de los géneros más nobles y más
difíciles y más antiguos, la comedia.
Bromear sobre lo más serio y grave, sobre lo más trágico o
abominable, puede ser de gran ayuda. Comprensión de las atrocidades. Comprensión no
quiere decir aprobación,
No se le invita a juzgar -o no se debería-, se le propone
ver cómo sucedieron esos hechos, cómo fueron posibles, qué clase de individuos
los cometieron, es decir, cómo eran esos individuos antes y después de ellos,
En el arte no se trata de absolver o condenar a nadie
(bueno, sí en el mal arte de tesis), sino de comprender mejor el mundo precisamente
porque se asiste a su transcurso.
Nuestra integridad moral es siempre subjetiva y ambigua, y
de que la frontera entre: lo que creemos que haríamos y no haríamos es más
difusa de lo que pensamos normalmente. Nabokov en una reacción puritana y
simplista, impropia de un hombre tan agudo en tantas otras ocasiones, en sus Lectures on don Quixote: le parecía un libro cruel, brutal y
desagradable, en el que los personajes hacían de continuo el ridículo, eran
objeto de bromas feroces (también a cargo del autor) y recibían manteos y
palizas a cada episodio. Pero por lo menos alcanzó a ver que esa violencia era
irreal, retórica, sin secuelas ni verdaderas consecuencias:
Puestos a mirar el
arte desde la moralidad
Antonio Muñoz Molina
Deduce en mí una tendencia a la elementalidad y al
moralismo que al parecer ya manifesté cuando el estreno de Kika,
Lleva a cabo
un elogio muy brillante, y que desde luego yo comparto, del espíritu de la comedia y
de los valores emocionales e incluso morales de la ficción, en la creencia,
supongo, de que Pulp fiction se
nutre de ellos.
No creo
que el cine tenga la obligación de moralizar:
En el arte
hay siempre una dimensión moral e ideológica, y de que las reacciones ante una
obra y los juicios de valor estéticos, conscientes o intuitivos, nunca son
exclusivamente formales.
Entre sus muchas diferencias: la compasión, en su sentido
más literal, el misterio de hacer que el espectador entienda a la vez a la
víctima y al asesino, se ponga íntimamente en el lugar de cada uno de ellos,
igual que el director, o el autor de un libro, está en el lugar de cada, uno de
los personajes.
No soy partidario de prohibir Kíka ni Pu1p fiction, ni ninguna otra película, ni de
someter a directrices ideológicas estrictas sus contenidos
Justo porque la medida de su grandeza es la risa sobre las cosas
más serias,
En las mejores comedias la risa se establece justo en el
límite de la posibilidad de reírse, o Vladímir Nabokov Pnin, que trata precisamente de la
legitimidad de la burla y de los límites de la risa,
Cada cual tiene derecho a juzgar la calidad o la catadura de
la risa, incluso a compartirla o no,
No podía percibirlos como escenas de comedia. Que, una gran
parte del público, a mi alrededor, se muriera de risa no me producía
indignación, sino esa extrañeza, (incómoda,
Contraste alucinante entre el puritanismo sexual de los
Estados Unidos y la obscenidad con que se exhibe, se comercializa y se exalta
la violencia de las armas de fuego.
Javier Marías
Un recurso frecuentísimo, pero que no habría esperado de un
escritor que suele jugar limpio. El recurso consiste en decir que no ha dicho
lo que no ha dicho
Introducir a posteriori
el elemento diferencial de la calidad -siempre discutible y
subjetivo, por lo demás- no creo que sea muy honrado.
Sus canciones no deberán juzgadas desde una perspectiva
moralista ni por los efectos que causen en la juventud.
Las razones por las cuales conviene que ese punto de vista
moral quede en principio al margen al juzgar el arte -a diferencia, insisto, de
lo que sucede con los hechos o casos reales- son variadas, pero me limitaré a
señalar una de índole práctica: si se admite ese criterio moral, no hay por qué
no tener en cuenta cualquier posible moral.
Tampoco Pulp fiction me deslumbró, pero vi en ella un
talento, atrevimiento y misterio, cosas que no abundan en el cine ni en la
novela actuales.
La risa (contra la que él escribió hace poco otro artículo,
por lo demás) es tan subjetiva como la moral, y además es cambiante.
To be or not to
be, de Lubitsch, tuvo
problemas y fue atacada en su día por la gente seria precisamente porque se
atrevía a hablar en tono de broma de algo tan grave como la invasión de
Polonia.
o el arte moral, aunque a mi interlocutor le cueste
desprenderse de esta última. Ha costado mucho meter en la cabeza de los
críticos (y no de todos) que la separación de contenido y forma es disparatada
Estoy de acuerdo es en la dimensión moral del arte. No tanto
en la ideológica, Simplificación elemental -sí, de nuevo-, falsaria e
intelectualmente perezosa
Esa dimensión moral del arte tiene poco o nada que ver con
la de la realidad, y eso es lo que Muñoz Molina no acaba de querer ver.
La lista de Schindler, sobre
cuya correcta ideología, y propósito moral no hay dudas aparentes, yo la veo
como una película deshonesta y por tanto inmoral desde el momento en que
recurre a un truco barato y lacrimógeno para conmover al espectador. (Abrigo de
la niña en color rojo).
Recurrir a la nacionalidad de una película para execrarla.
Salvando las distancias, que las hay, me ha recordado una experiencia personal. No sé si seré
capaz de expresarme con objetividad. Al menos, voy a intentarlo.
Se trata de un buen amigo de mi marido. Nos conocemos desde
el año 1995, desde el otoño de ese año, para ser exactos. En esa fecha yo era
la novia de otro de sus amigos. Digamos que esta historia viene de lejos y ha pasado
por diferentes etapas.
Parece que yo no le caigo bien. No sé si desde el principio.
Y la razón por la que lo creo es que no hace nada por disimularlo, más bien
parece tener interés por pregonarlo a los cuatro vientos. Siempre ha sido así, por lo menos que yo recuerde. Cuando digo algo con lo que no está de acuerdo, en lugar de argumentar en
contra se limita a decir algún disparate que suponga esté a la altura de lo que
yo acabo de expresar. Hay una intencionalidad de dejarme en ridículo, de hacerme
parecer tonta. Él sabe que no lo soy, pero actúa como si lo fuese y su
tendencia es a tergiversar mis argumentos, a dejarme en evidencia, si es posible,
de cara a los demás.
Lo que de verdad le molesta de mí no lo sé pero estoy segura
de que no es el tema de discusión en ningún caso. Lo que de verdad le molesta o le irrita es
otra cosa que yo no soy capaz de adivinarle.
Al principio, yo trataba de defenderme con argumentos porque
le presumía una buena intención. Cuando me di cuenta de su falsedad, de que se
trataba de un juego en el que él siempre iba a tener la última palabra, opté
por la indiferencia. Ahora no le escucho cuando trata de humillarme.
Mi marido mantiene una buena relación con él, al margen de
nuestras diferencias.
Esto significa que ellos se siguen viendo periódicamente y,
ocasionalmente, nos reunimos los cuatro –las dos parejas o el antiguo grupo que
formábamos antes.
En las últimas veces que nos hemos visto en grupo yo he
tenido la opción de poder evitarlo. Entre tantas personas siempre puedes
ignorar a una sin llamar la atención.
El problema surge cuando estamos los cuatro. Él me pregunta
y yo tengo que contestar, ser amable, mantener la apariencia de normalidad, la corrección.
Mi marido y su mujer estuvieron presentes en el último
intento y no hemos cruzado una palabra después sobre el tema. Ya no sé si es
que a mi marido le acaba pareciendo normal lo anormal o es que yo estoy
empezando a ser demasiado exigente con las compañías que frecuento.
las opiniones impopulares, controvertidas o, en todo caso, distintas, cuando son expresadas por una mujer, se interpretan como indicadores de su estupidez. No es que no estés de acuerdo con ella, es que es idiota. “Lo siento, cariño, pero no lo entiendes.” He perdido la cuenta de las veces que me han llamado “imbécil ignorante”.
La voz pública de las mujeres, Mary Beard
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