Tómate esta botella conmigo
en el último trago nos vamos
quiero ver a qué sabe tu olvido
sin poner en mis ojos tus manos.
Esta noche no voy a rogarte
esta noche te vas que de veras
que difícil tratar de olvidarte
y que sienta que ya no me quieras.
Nada me han enseñado los años
siempre caigo en los mismos errores
otra vez a brindar con extraños
y a llorar por los mismos dolores.
Tómate esta botella conmigo
en el último trago me dejas
esperamos que no haya testigos
por si acaso te diera vergüenza.
Si algún día sin querer tropezamos
no te agaches ni me hables de frente
simplemente la mano nos damos
y después que murmure la gente
Nada me han enseñado los años
siempre caigo en los mismos errores
otra vez a brindar con extraños
y a llorar por los mismos dolores
Days of wine and roses. Días
de vino y rosas.
Recoged las rosas mientras podáis
Largos no son los días de vino y rosas
De un nebuloso sueño
Surge nuestro sendero
Y se pierde en otro sueño
Ernest Christopher Dowson
Robert
Sherard encontró
a Dowson en un estado casi de indigencia en un bar, y lo llevó a la casa en
Catford donde vivía. Dowson pasó las últimas seis semanas de su vida en la casa
de Sherard y murió de alcoholismo (algunas fuentes dicen que de
tuberculosis) a los 32 años de edad. Fue enterrado en la sección de Católicos
Romanos cerca de los cementerios de Brockley and Ladywell.
Dowson es recordado por sus frases, como Days of wine and
roses (Días de
vino y rosas, en español) de su poema Vitae
Summa Brevis, la cual aparece en la estrofa:
They
are not long, the days of wine and roses:
Out
of a misty dream
Our
path emerges for a while, then closes
Within a dream.
Joe Clay, agente de
relaciones públicas es como un trago largo de un vaso de whisky y Kirsten
Arnesen es la secretaria del Sr. Trayner, una mujer vulnerable como una rosa de
invernadero, “una flor inadvertida, desperdiciando su dulzura en el aire del
desierto”. De la Elegía ,
de Gray.
Según dicen los
comerciales, el whisky es una bebida noble, sofisticada y difícil de entender. Sus diferentes clasificaciones y la complejidad de su elaboración pueden
hacerlo parecer una bebida exclusiva y un poco complicada de disfrutar. Lo que
nos quieren hacer creer es que esta bebida tiene múltiples formas de disfrutarse
y presentarse, y que su extensa gama ofrece variedad de sabores, aromas,
colores y cuerpos que surgen del agua, la cebada, la turba, la barrica y el
añejamiento con que fueron elaborados. No es sólo una bebida exclusiva para
momentos formales y con cierto protocolo.
La producción de rosas de invernadero es probablemente la forma
más especializada de cultivo hortícola; las plantas tienen una forma rígida de
crecimiento que, al mismo tiempo, es muy susceptible a daños por condiciones
atmosféricas inadecuadas, temperatura o humedad, y también a enfermedades y
plagas. Requieren las temperaturas nocturnas más elevadas de cualquier
producción floral cultivada en Nueva Zelanda. El invernadero en que se cultivan
debe transmitir luz adecuada, ser de suficiente altura como para proveer al
menos un metro de luz libre por encima de un cultivo de dos metros de altura y
estar bien ventilado en verano.
Para conservar
el calor es deseable instalar una pantalla térmica que puede tenderse sobre el
cultivo por la noche, pero éste no debe ser tan impermeable o cercano al
cultivo que haya una excesiva formación de humedad.
Lo más interesante
de esta historia, aparte del soporte literario que queda patente a lo largo de
todo el film, son las razones que llevan a cada uno de los dos protagonistas a
la bebida. Las causas del alcoholismo. ¿Por qué beben los que beben? Esa es la pregunta
clave, al menos para mí.
Parece que asocian
alcohol con olvido de sí. Se les presenta un grave problema o varios a los que
no saben cómo enfrentarse y procuran ahogarlos en alcohol.
A todos los que
tienen una adicción les fallan uno o varios de estos tres pilares: la familia
(pareja, padres, hijos), los amigos y la ocupación (estudio o trabajo). La
insatisfacción o frustración que les provoca el que estén ruinosas estas tres
columnas que sostienen el edificio de sus vidas les conduce a la drogadicción.
("Se podría reconstruir" dice Kirsten. "El armazón está quemado" contesta Joe.)
La salud no abarca
sólo las condiciones físicas sino que engloba también la salud mental. Por eso
Clay dice sentirse “podrido” y no se refiere al síndrome de abstinencia.
Según la OMS , la salud es
un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la
ausencia de afecciones o enfermedades.
Nadie bebe porque
otro le incite a beber. Lo hace porque desea cambiar su vida y se siente
impotente, incapacitado, demasiado frágil para poder hacerlo.
La película me
pareció estupenda y sus mensajes muy acertados. Éstas son las escenas que más
me han gustado:
1. El recibimiento
en la lancha. Clay ha organizado una fiesta en un yate de un jeque árabe.
_Esto no es un juego
de niños. Hay que llamar la atención. Deberías haberte puesto un traje de
noche.
El señor Trayner le
recibe al subir al barco de recreo: _Veo que ya conoce a mi secretaria.
El golpe de efecto es brillante.
2. La escena del ascensor. Me recordó mucho a El
apartamento (1960) y su trama. _¿Cuál es la cualidad especial que usted
posee? _Eso me recuerda que olvidé mi
libro.
Cuando se siente desarmado para seducirla, Joe se
dibuja a sí mismo y le dice un montón de impertinencias sobre el Señor Trayner
y su comportamiento con ella. Él es el que se deja caer sobre ella en varias escenas y "llora sobre el hombro de la
muchacha".
Toda la secuencia es extraordinaria y por eso Woody
Allen le hace un guiño en Match Point (2005) con la mantequilla de cacahuetes,
la trampa para cazar cucarachas y la vecina asesinada.
3. La escena del intercambio de confidencias
en la bahía.
_Ahí va otro cargamento para el yate del
príncipe.
¿En qué consiste el trabajo de relaciones
públicas? Éste es un buen mano a mano en el que ambos se descubren. Él le habla
de sus escrúpulos en el trabajo (califica su cometido como simple alcahuetería) y de su origen y ella también le cuenta sobre
sus padres y la verdadera razón por la cual ha salido con él. _Mi apartamento
es el reino de las cucarachas. Ha conseguido usted sacarme de allí. Miro el
agua con tal de no ir a casa.
Si miras de cerca, el agua está sucia. Pero
si miras a lo lejos. Creo que miro el mar porque espero que, cualquier día,
aparezca un monstruo que me lleve a las profundidades.
Lo que yo destacaría es esto: _Una vez soñé
que me mataban. Mi padre vino en su camioneta de reparto a llevarse mi cuerpo.
Hablaba todo el tiempo. (…) Solía hablar con mi madre. Durante el día, casi no
hablaban. Cuando murió parecía como si se hubiese ido con ella.
Para mí aquí está la clave de su
insatisfacción y lo que verdaderamente provoca que se dé a la bebida. La
relación con su padre hace mucho que está rota, no tiene amigos, el vecindario
le asfixia y en su trabajo tampoco se siente satisfecha. Quizá por eso ella es
adicta al chocolate antes de conocerle a él. Por eso se deja hundir con él. Por
soledad y por baja autoestima y falta de carácter (“Yo siempre estoy de acuerdo
contigo”). Demasiado vulnerable en una ciudad llena de plagas y cucarachas, expuesta a toda clase de peligros.
La visita al padre en el camino a San Mateo,
una localidad cercana a San Francisco, es la confirmación a lo que sugiere la
escena anteriormente descrita.
4. El diálogo que mantienen Joe y el señor
Ellis Arnesen, al que durante toda la película llama “padre”. La presentación
es tensa pero magnífica porque el padre de Kirsten va a poner justo el dedo en
la llaga con sus preguntas y su sentido común le hace darse cuenta de lo que
está pasando.
5. El striptease. _¿Cómo no voy a apoyar a
alguien que baila tan maravillosamente?
6. La escena del invernadero. Adentro:
orden, belleza, protección; Afuera: arrecia el aguacero, el caos, se desata la
tormenta. Cuando Joe irrumpe en él como un elefante en una cacharrería buscando
la tercera botella de whisky. La incapacidad para recordar una simple
combinación de tres cifras. Cuando él grita: ¿quién la ha cogido? ¿Por qué me
la han robado?. Esa misma pregunta de Joe podría formularla el señor Arnesen.
De hecho, la coincidencia es intencionada.
7. La escena final. Él la ve alejarse desde
la ventana. El luminoso del bar parpadeando como una permanente señal de
peligro. El alcohólico sabe que lo es para toda la vida. Basta con beber unas
gotas para caer de nuevo al precipicio. El objetivo del alcohólico es
permanecer abstemio.
Citas para pensar:
Kirsten: Todos nos tragamos el orgullo por
culpa del trabajo.
Joe a Kirsten: ¿Qué tiene contra el alcohol?
Jim Hunqueford: El alcoholismo es una
enfermedad difícil de diagnosticar.
Tu rehabilitación es una acusación para
ella.
El alcohol fue fundamental en vuestra
relación.
Si de verdad la quieres, tienes que ayudarla
dándole ejemplo.
Si no fueras abstemio no te molestarías ni
por ella ni por nadie. (Ciertamente, un enfermo no puedo cuidar de otro enfermo.
Olvidarse de uno mismo implica necesariamente haberse olvidado antes de todos
los demás).
In vino veritas: Estoy sola. Toma un trago
conmigo. No volveré. Tú eres demasiado bueno y eso me fastidia. El mundo me
parece tan sucio cuando no estoy bebida. Como cuando miraba de cerca el agua de
la bahía. (Uno no puede ayudar a otro si el otro no está dispuesto a ayudarse a
sí mismo. Primero, es preciso “tocar fondo” y tomar conciencia del derrumbe. Luego,
el enfermo solicitará ayuda porque no podrá hacerlo solo. Pero primero uno
tiene que admitir y reconocer el alcance del problema. Un signo de que ella no
lo reconoce es que se esconde para beber. Él siempre lo hace en compañía de
otros pero ella oculta las botellas."Yo sabía que ella bebía de vez en cuando pero no hasta ese extremo".
Joe a Kirsten: Debemos enfrentarnos con la
realidad.
Kirsten: No soy alcohólica. Me niego a
admitir que lo soy. Es cuestión de fuerza de voluntad.
Joe a Kirsten: Tengo que beber con esa
gente. Forma parte de mi trabajo. Me esperas fría, sobria, serena y cansada.
Siento tu desaprobación. ¿Hay alguna ley que te prohíba beber mientras me
esperas? ¿Cómo he podido hacer eso a mi hija? ¿Qué me está pasando?
Joe brinda con Kirsten: Por los hombres de
principios, donde quiera que estén.
Conozco a un Director General de una cadena
de hoteles que tiene como norma no beber ni una gota de alcohol mientras está
trabajando. Sin excepciones.
Cuentan que José Monge se dijo a sí mismo “Hasta
aquí hemos llegado” cuando su hijo le preguntó si era verdad lo que otros niños
le habían dicho en el colegio, que su padre era drogadicto.
Sobre las
cucarachas: “Si les haces algo o no les gustas, te arrastran fuera de la casa y
cambian la cerradura.”
“Las
cucarachas no hacen ruido, no molestan ni rompen nada y si se las deja
tranquilas ellas también dejan tranquila a la gente”.
He leído que para algunos críticos simboliza el conformismo y la pusilanimidad de la gente ante las adversidades. Yo no le encuentro ese sentido. Para mí, las cucarachas son un símbolo del peligro al que están expuestos los cultivos. ¿Cuál es el peligro de los fumigadores, de los tóxicos? No acaban con las cucarachas y pueden dañar seriamente a las plantas. ¿Cuál es el verdadero enemigo a combatir: cucarachas o los fumigadores? Ella parece prever que todo el mundo se volverá contra Joe por haberla iniciado en la bebida: "Esas cucarachas le han visto hacer lo que ha hecho, pronto comenzarán los chismes y se enterarán las cucarachas de toda la ciudad y usted tendrá que abandonar San Francisco durante un tiempo, porque si le pillan es hombre muerto".
José Alfredo Jiménez
José Alfredo Jiménez falleció
en la Ciudad
de México, el 23 de noviembre de 1973 a la
edad de 47 años, a consecuencia de la cirrosis
hepática que
padecía desde años atrás. Sus restos descansan en el cementerio de su pueblo
natal, tal y como expresó en su canción "Caminos de Guanajuato".
Desafortunadamente, por su disipado y derrochador estilo de vida, su familia no
tenía recursos económicos para los gastos del funeral, los cuales fueron
cubiertos por la "Sociedad de Autores y Compositores de México" (SACM).
Asociar la producción de José
Alfredo Jiménez con la bebida y la parranda es inevitable, pues llegó a
alcoholizarse. Las canciones de José Alfredo son explícitas: la pena amorosa
encuentra un refugio directo en la copa de tequila, o en toda la botella si es
necesario. El alcohol se plantea como un recurso de aceptación del destino y la
cantina se consagra como un confesonario.
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