Según Henri Atlan, tarde o
temprano la gente podrá nacer en un útero artificial. Esta posibilidad, en
extremo inquietante, tiene notables implicaciones éticas y de convivencia.
La especie humana podría
reproducirse fuera del cuerpo de las mujeres. Esto es lo que propone la
inquietante lectura de El
útero artificial, un libro que desde el título revela el punto de partida y
de llegada de la teoría de su autor, un médico y biólogo francés que tiene 74
años, Henri Atlan. Según él, los géneros masculino y femenino ya no serán lo
que hoy son.
Aldous
Huxley. La ectogénesis es la técnica utilizada en Un mundo feliz, la novela que
actualiza el mito y los peligros de un condicionamiento biológico, social y
político.
Hay
quienes imaginan en el útero artificial una bendición y un notable avance asociado
al final del parto con dolor y a la igualdad entre hombres y mujeres ante la
procreación.
La
llegada del útero artificial es inevitable, tal vez dentro de veinte, cincuenta
o cien años. Las mujeres tendrán la libertad de tener niños sin embarazo ni
parto.
El
argumento irrefutable será el de la libre disposición, por cada mujer, de su
propio cuerpo. Para mí, la ectogénesis es un paso más hacia la separación
definitiva entre sexualidad y procreación.
Esta
técnica será recibida por una gran parte de mujeres como una manera de
liberarse de las complicaciones
del embarazo.
Esta
corriente, más naturalista, considera que implicaría quitarles a las mujeres el
privilegio de la maternidad y del alumbramiento. Me parece muy difícil ponerse
de acuerdo sobre una definición de lo que son el hombre, la mujer, la especie
humana, sobre todo con esa tendencia que consiste en decir que se produce un
“crimen contra la especie humana” en cuanto interviene la biotecnología. Nuestra
esencia se modifica a medida que se desarrolla nuestra historia.
Si la
maternidad se vuelve equivalente a la paternidad, querrá decir que el lazo
físico tan importante que hay hoy en día entre la madre y el bebé desaparecerá.
El riesgo es que los niños sean abandonados por los adultos, que sólo se
ocuparían de su deseo egoísta y hedonista. Pero esto ya existe ahora.
El tipo
de relación física entre la madre y el bebé durante el embarazo está en el
origen de estimulaciones importantes para el desarrollo del bebé, pero al mismo
tiempo también se encuentra en el origen de relaciones patológicas.
Será más
fácil de controlar el desarrollo del feto, de preservar lo sano y descartar lo
patológico; se podrá evitar que una enfermedad de la madre —física, hormonal o
mental— sea transmitida al bebé durante el embarazo.
La
función de la madre será, en relación con el niño, idéntica a la del padre. La
relación se volverá cada vez más social y ritual y menos biológica. Las
representaciones de los géneros sexuales cambiarán, en la medida en que hasta
ahora las mujeres nunca habían podido liberarse de la necesidad de llevar a los
niños en el vientre. De todos modos, es poco probable que todas las mujeres
renuncien al embarazo.
La ciencia utiliza técnicas que no existen
espontáneamente en la naturaleza, y estos conocimientos y técnicas nuevas son
siempre portadores del bien y del mal.
La utopía del paraíso, la vuelta a una vida en
el Jardín del Edén anterior a la expulsión de Adán y Eva. Este mito es muy
interesante ya que nos dice que la expulsión del Edén se tradujo en una doble
maldición: la necesidad del hombre de trabajar para ganar su sustento con el sudor de su frente y la obligación de las mujeres de parir
con dolor. Es interesante ver cómo, cuando se trata de una maldición, ésta
no implica un estado natural, contrariamente a lo que se cree. El mito nos
dice: esto podría ser de otro modo.
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