jueves, 21 de noviembre de 2013

Crear una economía basada en el conocimiento



Spain, what everyone needs to know, del escritor y periodista William Chislett, permite comprender en 200 páginas el estado actual de España gracias a un análisis preciso de su contexto político, social, histórico y económico. El libro, que ya está a la venta, será presentado de manera oficial este martes día 24 de septiembre por el escritor Antonio Muñoz Molina en el Auditorio BBVA.
Con amplia experiencia en España (Chislett vino a cubrir la Transición española para The Times de Londres y vive entre Madrid y un pueblo pequeño de Cuenca desde 1986), este investigador del Real Instituto Elcano y colaborador y miembro del consejo editorial de El Imparcial relata la historia de nuestro país analizando desde la herencia de los musulmanes hasta las pretensiones separatistas de Cataluña, pasando por la llegada masiva de inmigrantes, la creación del Estado de bienestar, la crisis bancaria, los efectos de las medidas de austeridad o las obligaciones que tenemos con la ’troika’ de la UE.
¿Por qué este libro? ¿Se vende en España?

Fue un encargo de la Oxford University Press, que está haciendo una serie bastante conocida donde cada año incorporan más países y en esta ocasión se han decidido por España.
Sí, se vende. Se puede adquirir en la librería Pasajes, en la calle Génova, 3, muy cerca de la sede del PP.
¿A quién está dirigido?

No es un libro para turistas. O mejor dicho, es un libro para turistas curiosos e inteligentes. Pero no es una guía sobre España. Es un libro que pretende cubrir en unas 200 páginas lo esencial desde el punto de vista histórico, social, económico y político. Es un reto porque reducir tanta historia en tan poco espacio no es algo fácil.
El libro está escrito de forma cronológica, algo que permite ver el progreso de España durante los siglos. Así, el lector puede ver que su evolución ha sido de un paso adelante y, a veces, dos atrás.
¿Por qué empieza en el 711 con la invasión de los musulmanes y no, por ejemplo, con los romanos?
Pues este libro empieza en este punto y no con los romanos o el hombre antecesor de Atapuerca porque yo tenía que decidir un punto de arranque y me pareció que el 711 con la invasión de los musulmanes y la creación de un estado islámico era un punto más claro que con los romanos, cuya presencia en tiempo, además, fue menor que las de los árabes. Aun así, aunque los romanos no tienen todo el reconocimiento que se merecen, tampoco los he olvidado por completo y hay un par de apuntes sobre ellos.
Pero, sobre todo, al arrancar en este punto pude dedicar más espacio, más páginas, a la época contemporánea, que entiendo es más interesante para los lectores.
¿Qué es lo más importante que hay que saber sobre España?

He intentado contrastar los clichés, los estereotipos que existen, como son los toros, el flamenco, el turismo, la siesta… con logros como la creación exitosa de un núcleo duro de multinacionales españolas. Hace 15 años nadie habría dicho que empresas españolas comprarían tres bancos y una compañía de energía en Reino Unido o que controlarían el mayor operador de telefonía móvil o que gestionarían varias líneas del metro de Londres e incluso el aeropuerto de Heathrow. O también que los bancos Santander y BBVA obtendrían más beneficios en Latinoamérica que en España. Y que la cadena de ropa Inditex sería una de las más grandes del mundo.
También el éxito de poder absorber tantos inmigrantes en tan pocos años. Creo que ningún país europeo ha recibido a tantos inmigrantes en tan poco tiempo, unos 3 o 4 millones en una década. Como corresponsal en 1975 yo era uno de los 165.000 extranjeros que vivían en España. Hoy soy uno de 6,4 millones. Gran parte de este auge ha ocurrido en los últimos 12 años.
Otros aspectos destacables son la Transición, que fue muy exitosa y que sigue siendo poco conocida, o la creación de un Estado de Bienestar, que ahora está amenazado por la crisis, pero cuando Franco murió en España había muy poco Estado de Bienestar.
'Spain is different', ¿qué hay de cierto en el viejo dicho?

Todos los países son diferentes, ¿no? Todos tienen sus características y sus estereotipos y sus clichés. España no es tan diferente como la gente se piensa. Fue en tiempos de Fraga cuando se inventó este eslogan turístico, y la verdad es que ha tenido mucho éxito para atraer un turismo masivo y la verdad es que sí, España era muy diferente en los años 60, pero hoy no es muy diferente de otros países. Aunque los españoles tal vez siguen creyendo que son algo distinto de Europa. Pero eso quizá sea complejo de inferioridad.
¿Cómo definirías a los españoles? ¿Cuál es la imagen que se tiene de nosotros?

La imagen está creada desde dentro de la propia España. Cuando doy conferencias sobre la imagen de España saco una doble página del The Guardian de Gran Bretaña que es una foto de unos chavales en la famosa ’Tomatina’. Esa imagen de gente divirtiéndose en tomate no es la imagen de España, pero como se sigue dando tanta publicidad a este tipo de cosas, quizá más en la prensa española que en la extranjera, pues es la que queda, la de el país del “todo es divertido, de siesta, de poco trabajar…”. Todo son mentiras.
Sobre esto último, hay una estadística de la OCDE que dice que los alemanes trabajan menos horas al año que los españoles. Esto rompe el mito de que España es el país de la siesta y de que todos son unos vagos. Otra cosa es que el modo de trabajar sea productivo o bien organizado.
¿Qué hecho histórico crees que nos ha marcado más, el Franquismo o la Transición?

No se pueden borrar todas las huellas de una dictadura de 36 años en un par de décadas, pero ya llevamos más tiempo en democracia que lo que duró el Franquismo. Políticamente, un partido que represente a esta ideología no pinta absolutamente nada, pero es que tampoco pintaba nada en las elecciones de 1977.
Haces un repaso por las etapas de los presidentes españoles. ¿Qué hay que saber de Felipe González?

Es la persona que empieza la modernización de España. Entrada en la UE, en la OTAN, empieza a crear el Estado de Bienestar, reformas económicas… También, para ser justo, empieza la corrupción.
¿Aznar será recordado sólo por la foto de las Azores?

Yo creo que por algo más. Mi opinión personal es que fue una locura lo de Iraq, pero hay que recordar que España no mandó soldados al combate, fueron después a poner orden. Entonces, a Aznar se le recordará más que nada por hacer los ajustes necesarios en la economía para poder entrar en el euro. Cuando terminó la etapa de Felipe González, era muy dudosa la entrada por todos los desequilibrios macroeconómicos, pero Aznar consiguió corregirlos bastante rápidamente y España consiguió estar en el primer grupo del euro. Yo creo que fue su mayor logro.
¿Y Zapatero, qué tendrá más peso en su biografía, ser un ’presidente por accidente’ o por negar la crisis económica?

Ni uno ni otro. No creo que fuera un ’presidente por accidente’ porque ganó unas segundas elecciones. Yo creo que las bombas de Atocha sacaron de la abstención a la gente de la izquierda. Sin embargo, creo que en el campo económico fue bastante desastroso y en el campo social hizo cosas que había que hacer como la Ley de Dependencia o el matrimonio gay. Es verdad que eran cosas, que, salvo la Ley de Dependencia, al hombre de la calle no le importaba demasiado.
Con la economía tuvo una oportunidad de oro para corregir desequilibrios y hacer reformas que son mucho más fáciles de hacer en época de bonanza. Como hizo muy poco y muy tarde, no ha habido más remedio que hacerlas ahora, en época de crisis. Para mí, un político inteligente es el que hace reformas cuando la gente no cree que sean necesarias y un presidente menos inteligente es el que piensa que la época de bonanza va a durar para siempre.
Para mí es muy triste que España perdiera la oportunidad de hacer reformas en la época de Zapatero que se han tenido que hacer ahora. Tal vez, con esas reformas entonces la crisis hubiese sido menos impactante.
Aunque lleve dos años, ¿qué destaca de Rajoy?

Heredó una situación muy difícil. No ha tenido más remedio que hacer lo que está haciendo. Y muchas de ellas son impuestas por ’la troika’. Por otra parte, comunica muy poco con la sociedad, pero creo que esa es una costumbre de casi todos los presidentes de España.
Rajoy sale mucho menos en televisión que otros presidentes como Obama o Cameron para explicar por qué tiene que hacer lo que hace. Los datos macroeconómicos están mejorando, pero hay muy poca luz en el túnel porque no se crea empleo.
¿Esto último se debe al modelo económico?

Todo esto se debe, efectivamente, al modelo económico que tiene España desde hace años. El estallido del mercado inmobiliario ha sido mucho más problemático aquí que en Irlanda o Portugal, que también tenían su burbuja inmobiliaria. Pero aquí en España es por culpa del modelo, a mi modo de ver, tan estúpido que hay, que está excesivamente basado en el ladrillo.
Cito solamente una cifra de 2006, cuando las viviendas iniciadas en España son más que las de Italia, Francia y Alemania conjuntamente. Esto sumado a que ha dedicado muy pocos recursos a los que yo llamo capital humano. Este país tiene infraestructuras fantásticas, muy buen metro, buenas carreteras, pero una crisis en educación.
Habla de un tema de plena actualidad, Cataluña. ¿Interesa fuera de España lo que Cataluña o País Vasco puedan conseguir con sus pretensiones separatistas?

Interesa ahora por el tema de Escocia. Sin entrar en comparaciones, en Escocia no hay lío en tener un referéndum y aquí sí. Por eso, yo creo que si no fuera por lo que está pasando en Escocia, el interés, al menos en Gran Bretaña, sería bastante menos.
¿Qué le espera a España?

Hay un poquito de luz en el túnel, pero espero que no sea un tren que viene de frente. Yo creo que las mejoras en el déficit son necesarias, pero regreso al tema del maldito modelo económico en España. Sinceramente, no veo cómo se va a crear trabajo aquí y el turismo tiene un límite, no todo el mundo puede trabajar para este sector. Además, con un consumo doméstico muy deprimido, ¿quién va a crear nuevas empresas? Sin olvidar un sistema educativo que no rinde lo que el país busca y los más listos se tienen que marchar al extranjero porque no hay trabajo aquí.
Lo que espera a España es muy poca creación de trabajo en los próximos años aunque las reformas de Rajoy van a permitir crear empleo con algo menos de crecimiento. Aun así, yo no creo que este país tenga una cifra de parados del 26%. Esto no es negar la profundidad de la crisis del empleo, es simplemente cuestionar las cifras. No sería posible que estuviéramos aquí en una cafetería tranquilamente con una de cada cuatro personas de este país sin empleo. No sé cuál es la cifra, pero sé que no es el 26%.
Así, nos esperan más años duros con muy poca creación de trabajo y veremos cuál es la resistencia o aguante de los españoles.
Spain, what everyone needs to know: La historia de España reducida a 200 páginas, Javier Cámara, [El Imparcial, 28 de septiembre de 2013]
Top 5
En mayor duración de vida saludable (de un total de 18 países europeos y Estados Unidos)
Top 5
La mayor capacidad instalada de energía solar
Top 5
Mayor gestor internacional de infraestructuras
Top 5
Mayor productor de aceite de oliva
Top 5
Mayor productor de cava
Top 5
La mayor red ferroviaria de alta velocidad después de China
Top 5
Segundo mayor número de sitios (44) en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO
Top 5
Cuarto destino turístico más importante en términos de volumen de visitantes
Top 10
Noveno mayor destino en inversión extranjera directa
Top 10
Noveno país por esperanza de vida al nacer
Top 15
Puesto doce como productor de vehículos mundial
Top 15
13º economía  más grande en términos de paridad en poder adquisitivo
Top 25
Puesto 23 en el Índice de Desarrollo Humano de la ONU (entre 187 países)
Top 25
Puesto 25 en el Índice democrático según The Economist (por delante de Francia)
Top 30
Puesto 30 en la lista de corrupción del sector público según Transparencia Internacional (entre 176 países)
Fuentes:The Lancet, FMI, Economist Intelligence Unit, ONU, UNCTAD, ANFAC, La Organización Mundial del Turismo, Transparencia Internacional, Real Instituto Elcano, Ministerio de Exteriores Español.


España, en los primeros puestos de varios rankings, [teinteresa, 24 de septiembre de 2013]

–Cuando usted se casó en Gibraltar, hace bastantes años, para llegar desde aquí tuvo que ir de Madrid a Algeciras, de Algeciras a Tánger y de Tánger a la Roca. Dice que tiene que volver en breve a Gibraltar y que espera que llegar desde España no le vuelva a resultar tan complicado… ¿eso va con bala?
–No, es simplemente que ya hemos comprado los billetes de tren a Algeciras, ida y vuelta, y la idea es ir en coche desde allí, espero no tener que hacer siete horas de cola ante la Verja…
–En cualquier caso, ¿qué opina del presente conflicto?
–Diría que por los dos lados hay puntos de vista algo exagerados. Las aguas en disputa son británicas aunque no se mencionen como tales en el Tratado de Utrecht. Pero es que cuando el Tratado se redactó no había Ley del Mar, que data del siglo XX. Entonces el gobierno de Gibraltar tiene derecho a hacer lo que ha hecho. Otra cosa es que la forma de hacerlo no se ha gestionado bien. Yo creo que si aún existiera ese Foro Tripartito que el PP ha matado, el gobierno de Gibraltar habría anunciado sus intenciones en ese Foro. Porque ese Foro se creó, en tiempos de Zapatero y por una idea de Moratinos, precisamente para hablar de todo, menos de la soberanía.
–El ministro Margallo sostiene que ese Foro fue siempre un disparate.
–No he estudiado ese tema a fondo, debo admitir. Pero sí estoy convencido de que en el tema de la soberanía no va a pasar nada. En esta casa, en esa misma mesa, en una cena con dos amigos, uno un catedrático, otro un diplomático, mejor no mencionar nombres, casi llegaron a darse de bofetadas hablando de este tema. Yo hice una apuesta, que veinte años después no habría cambiado nada. Han pasado veinte años, y no ha cambiado nada.
[Lo interesante es analizar por qué. En base a qué hizo su apuesta.]
–¿Observa algún paralelismo con Cataluña?
–No tengo ni idea de lo que pasa ahí…
–¿Después de escribir un libro describiendo España de la A a la Z? Señor Chislett, mójese…
–Yo no sé si va a producirse esa consulta o no. Si se produce, yo tengo serias dudas de que el voto a favor de separarse de España sea más del 50 por ciento. Yo estoy con Mario Vargas Llosa, la mayoría silenciosa todavía no ha levantado la voz. Todo lo que sale de Cataluña es la propaganda a favor del separatismo. Tengo la sensación de que los votos reales no iban a salir así. Pero francamente, no tengo ni idea.
–De acuerdo con su libro, el Estado de las Autonomías no ha sido precisamente un éxito.
–Lo que ha ido mal es todo este asunto de la inmensa burocracia de las autonomías, la duplicación de funciones, etc. La manera de crear puestos de trabajo sostenibles no es multiplicar el número de funcionarios. Yo no creo que a nivel estatal en España haya demasiados funcionarios, pero a nivel regional sí, sobran funcionarios.
–¿Qué nos espera políticamente?
–Para mí la gran incógnita es si vamos a seguir con los dos grandes partidos o si va a aparecer un tercer partido con una fuerza relevante. Yo creo que las encuestas de Metroscopia son bastante fiables. Sube IU, cogiendo votos del PSOE, sube lo de Rosa Díez, cogiendo votos tanto del PSOE como del PP…
–¿Y cómo ve la figura del Rey?
–No es ningún secreto que la abdicación está en el aire…
–¿No había quedado descartada ya?
–Yo creo que la prensa se puso un poco histérica el otro día, pensar que les van a convocar a ellos para anunciar nada menos que una abdicación real… el Rey iría a las Cortes o pronunciaría una alocución por televisión, no daría una rueda de prensa…
–Pero la posibilidad sigue ahí, según usted.
–El Rey abdicará sin remedio si le obliga la salud. Pero por ninguna otra razón. Si su salud aguanta, mi opinión es que el Rey no debe abdicar antes de que el tema de Cataluña esté resuelto. Si el Rey abdicase mañana con el tema de Cataluña sin resolver, esto corre el riesgo de quemar un poco al Príncipe.
[¿Por qué habría de quemarse? ¿Enfrentarse a un serio problema es quemarse?]
–¿Y si el tema de Cataluña no se resuelve nunca?
–De una manera o de otra tendrá que resolverse, y los dos gobiernos lo saben, y por eso están negociando, supuestamente, en secreto, buscando nuevas fórmulas de financiación. El tema se ha escapado evidentemente de las manos de Artur Mas. Bruselas ha sido muy explícita.
–Si no hay España, no hay UE.
–Claro que no. Da igual que sea Cataluña o el condado de Oxford en Inglaterra, si tú formas parte de un país y sales de ese país para crear tu propio Estado, dejas de estar en la UE y tienes que presentar tu candidatura desde el principio. No olvidemos que la economía de Cataluña tiene más o menos el mismo tamaño que la de Portugal. Imagínese que una Cataluña fuera de la UE insiste en seguir usando el euro y tienen una crisis tipo Portugal. Eso afectaría a toda la eurozona. En Bruselas han sido muy explícitos, y no es una regla para España, es general.
Entrevista a William Chislett, Anna Grau [ABC, 30 de septiembre de 2013]
Pocas cifras alarman más a españoles y extranjeros que la regularmente publicada de un desempleo juvenil superior al 50 por ciento. Los extranjeros, en concreto, sin poder creerse el dato, se sorprenden de que el país se muestre tan pacífico y que no prendan las protestas. La verdad es que el índice de desempleo de quienes tienen entre 16 y 24 años probablemente se sitúe en menos de la mitad de la cifra oficial.
Eurostat, la oficina estadística de la Unión Europa, utiliza dos medidas para calibrar el desempleo juvenil: la primera se calcula teniendo en cuenta a todos los que constituyen la población activa de ese grupo de edad (es decir, los empleados y los que buscan activamente trabajo) y se conoce con el nombre de “tasa”; a la segunda, que incluye a todos los jóvenes, se la denomina “ratio” de desempleo. La primera fórmula situaba el índice de desempleo juvenil español en el 53 por ciento a finales de 2012 (tres veces más que en 2007, en el punto culminante del boom económico) y el segundo indicador (la ratio), más cercano a la realidad, en el 22 por ciento.
La cifra del 53 por ciento (57 por ciento en marzo) es irreal y, además, crea confusión, ya que es la única que se difunde. Incluye, pero sin que se sepa en qué medida, a quienes están terminando su educación secundaria, a universitarios y a estudiantes de formación profesional, aunque en sentido estricto ninguno de ellos forme parte de la población activa (el denominador utilizado para calcular el desempleo). En el caso de los adultos (los mayores de 24 años), el cálculo sí tiene sentido, ya que, en general, este grupo sí ha terminado su educación, pero no en el de los menores de 24 años, que en su mayoría siguen estudiando.
A finales de 2012, el número de jóvenes de entre 16 y 24 años era de 4,1 millones, de los cuales, según la Encuesta de Población Activa, 1,7 formaban parte de dicha población activa en la definición comúnmente aceptada. Dicho de otro modo, sólo el 41 por ciento de este grupo de edad estaba trabajando o buscando trabajo, y casi un 90 ciento de los desempleados o de los que buscaban trabajo (2,4 millones) eran estudiantes (2,1 millones). El resto eran mujeres dedicadas exclusivamente al hogar y “ni-nis”, los que ni estudian, ni trabajan ni buscan empleo.
Por razones que la propia Eurostat sabrá, este organismo utiliza una definición irreal del índice de desempleo juvenil, aunque no de la tasa de desempleo general del conjunto del país (situada actualmente en el 27 por ciento). El numerador de esta fórmula para calcular el índice de desempleo juvenil lo integran los desempleados, incluyendo estudiantes que buscan empleo, y el denominador, los ocupados y desempleados. La fórmula que, en mi opinión, habría que utilizar para calibrar adecuadamente el desempleo juvenil debería incluir en el denominador al numeroso grupo de estudiantes que entra y sale del mercado laboral con gran volatilidad dependiendo del ciclo económico.
En España, la brecha entre la ratio y la tasa de desempleo juvenil era de 31 puntos en 2012: la más elevada de la Unión Europea después de la de Grecia. En Alemania, esa brecha entre la ratio y la tasa es minúscula, y ambos indicadores son muy reducidos (están por debajo del 10 por ciento). En España, la brecha refleja otros dos graves problemas: la todavía muy elevada tasa de abandono escolar prematuro (25 por ciento en 2012, frente al 33 por ciento de 2007) y la precariedad del mercado laboral (más de un cuarto de los contratos son temporales, frente a alrededor de un tercio en 2007). Hoy están en paro la mayoría de los que abandonaron prematuramente las aulas durante el boom económico español para trabajar en la construcción.
Del mismo modo que la tasa de paro juvenil es irreal —y su difusión produce alarma, contribuyendo a la nueva “leyenda negra” del fracaso de España—, la cifra total de paro español, que lo sitúa en 6,2 millones, no responde a la realidad, y con esto no pretendo negar el profundo problema de desempleo del país. Si a esos 6,2 millones se le restan las más de 2 millones de personas de entre 16 y 24 años que están estudiando pero que, según la definición de Eurostat, se cuentan (aunque no sepamos en qué magnitud) como paradas, el número de desempleados en España rondaría los 4 millones, todavía un altísimo 19 por ciento de tasa de desempleo pero lejos del 27 por ciento.
El Gobierno se queja de que los medios de comunicación, los analistas y las instituciones internacionales tratan injustamente a España. Eurostat, por el bien de la Unión Europea, y el Gobierno español, por razones de transparencia, darían un gran servicio público si publicaran regularmente tanto la tasa como la ratio de desempleo, poniendo así fin a una distorsión de la realidad y a esa nueva leyenda negra de fracaso español.
El enigma de la magnitud del paro juvenil, William Chislett [El País, 29 de abril de 2013]
España se encuentra en una encrucijada de su desarrollo económico, ya no puede seguir por el mismo camino. El derrumbe del sector inmobiliario ha puesto brutalmente de manifiesto la cortedad de miras de un modelo excesivamente basado en la construcción. Ahora es más urgente que nunca elegir entre una economía que continúe basándose en el trabajo físico (el uso intensivo de la mano de obra no cualificada) o en el mental (más apoyada en el conocimiento y más internacionalizada). A medio plazo, la primera creará más empleo, pero, como ha demostrado la recesión española con más claridad que la de ningún otro país de la UE, no es ésta una solución duradera. El plan anticrisis del Gobierno, que prima la construcción con rebajas fiscales a la rehabilitación de viviendas, no apunta al cambio del modelo productivo que España necesita.
Los productos de alta tecnología sólo son el 5% de las exportaciones manufactureras
La educación, en escandaloso deterioro, debería ser piedra angular de la nueva economía
Está empíricamente demostrado que las empresas con más presencia internacional (es decir, las que exportan o adquieren compañías en el exterior) crean más empleo estable y de mayor calidad en sus países de origen que las que operan únicamente en su mercado interno. En general, dichas empresas son de mayor tamaño para tener un mayor potencial, y, con el fin de sobrevivir, han de ser más productivas y competitivas. Con todo, el tamaño no es ni el primer ni el único requisito para introducirse con éxito en los mercados internacionales. Muchas empresas pequeñas han conseguido labrarse un espacio propio partiendo de su tecnología o de un buen modelo empresarial.
Lo que hay que saber es si España es capaz de crear una economía más internacionalizada. Observemos los datos. Entre 1988 y 2009, la aportación de la demanda externa -no de la interna-, al crecimiento del PIB únicamente ha sido positiva en seis años (dos de ellos durante una recesión, 1993 y el pasado año, cuando las empresas, mimadas por el auge del mercado interno, se afanaron por vender más en el exterior). Las importaciones se vieron arrastradas y, unidas al escaso nivel de las exportaciones, hicieron que el déficit comercial llegara al 7,9% del PIB en 2008 y el déficit por cuenta corriente, al 9,5%.
Dentro de las cinco economías principales de la UE, las exportaciones de España son las de menor tamaño en relación con el PIB (26,5% en 2008) y, en términos per cápita, también son de las más escasas de las naciones desarrolladas: 5.355 dólares (3.917 euros) por persona en 2007, frente a los 34.453 dólares (25.200 euros) de Holanda, los 16.175 (11.831) de Alemania y los 7.717 (5.644) de Reino Unido, según los últimos datos comparados del Banco Mundial.
Por otra parte, las importaciones de España (el 32,4% del PIB) son las segundas más cuantiosas, después de las alemanas. En 2009, la recesión redujo considerablemente el déficit comercial, pero en gran medida esto se debió al desplome de las importaciones.
En términos generales, cuanto más elevada es la aportación de la demanda externa, más éxito tiene la economía de un país. ¿De dónde va a venir el futuro crecimiento de la economía española, y por ende la creación de empleo, si no de la demanda externa?
La Ley de Economía Sostenible del Gobierno constituye un intento insuficiente de crear una estructura más productiva y más amparada en la demanda externa. Ni siquiera acomete la ardua tarea de mejorar el sistema educativo, cuyo escandaloso deterioro ha permitido la mediocre clase política actual. Aquí radica la piedra angular de una economía más basada en el conocimiento que en el ladrillo y el mortero, y, por tanto, más capaz de internacionalizarse y de generar un mayor valor añadido.
Cuando casi uno de cada tres individuos de entre 18 y 24 años tienen como máximo la educación obligatoria y no siguen en formación; con malos resultados de lectura, matemáticas y conocimiento científico en los informes PISA; con ninguna universidad situada entre las 150 mejores del mundo y un gasto en I+D muy por debajo de la media de los 27 miembros de la UE, para crear las condiciones necesarias para impulsar las exportaciones es preciso realizar un esfuerzo hercúleo en la educación, que ni siquiera se ha iniciado. Será necesaria una década para incrementar realmente el nivel educativo.
No resulta, pues, sorprendente que los productos españoles de alta tecnología sólo representen el 5% de las exportaciones manufactureras, situándose casi en el nivel más bajo de la UE. Sí lo es, en cambio, que esas deficiencias no hayan impedido la aparición de un núcleo duro de multinacionales. El stock de inversión directa española en el extranjero representaba el 37,5% del PIB a finales de 2008. Es decir, se habían multiplicado por 12 desde 1990, siendo las más elevadas las de las grandes economías de la UE.
Sin su creciente y sólido negocio internacional, los grandes bancos y empresas españoles hubieran generado muchos menos beneficios el año pasado. Gracias a ellas, el Ibex 35 subió casi un 30% en 2009 (hasta ocho puntos más que los índices de otros mercados europeos), aunque este indicador no es representativo ni de la situación de todas las empresas registradas ni de la del contexto económico, en general adverso, como se ha visto este año con la brusca caída del Ibex.
Siete proveedores de infraestructuras españoles se encuentran entre las 10 principales empresas del sector del transporte en el mundo. Durante 2009, sus negocios en el extranjero les permitieron compensar, en mayor o menor medida, el deterioro de su mercado interno. Las empresas, y no sólo las más grandes, tienen un margen considerable de expansión en el exterior, sobre todo en Asia, que apenas han tocado.
Estrechamente relacionadas con una mayor internacionalización de la economía están la marca España y la imagen del país y de sus marcas en el exterior. Cuanto más conocida sea una marca y más positiva la imagen del país, más posibilidades habrá de que los consumidores adquieran los productos y servicios de esa empresa.
Un reciente y exhaustivo análisis comparado realizado por Young & Rubicam (R&Y) demuestra que España todavía se sigue considerando, en mayor o menor medida, un país de fiestas y siesta, y que sus productos y servicios, con algunas notables excepciones, suelen relacionarse con una imagen de escasa calidad y de niveles de innovación, liderazgo y dinamismo escasos. Según R&Y, el desafío radica en alcanzar el equilibrio adecuado entre la pasión y la sociabilidad, principales elementos del ADN del país, y la alta calidad y la seriedad.
En este sentido, ayudaría que España dispusiera de más diplomáticos para fomentar los intereses del país (Reino Unido tiene 4.000 y España, unos 1.000; es decir, proporcionalmente su dotación es mucho menor, ya que la población española representa el 75% de la británica, y su PIB se sitúa en torno a tres tercios del de ese país).
Otro paso positivo sería constituir la Comisión de Diplomacia Pública que, anunciada por José Luis Rodríguez Zapatero en julio de 2008, no ha logrado despegar aún, en parte debido a restricciones presupuestarias.
En este contexto, el esperpento de propuesta de la presidenta de la Comunidad de Madrid sobre el "patrimonio cultural" de las corridas de toros nada ayuda -todo lo contrario- a mejorar la imagen de España en el exterior.
España ha avanzado mucho en los últimos 35 años, pero no debería resignarse a creer que no puede ir más allá. Quedarse parado no es una opción.
Traducción de Jesús Cuéllar Menezo.
Se necesita una economía exportadora, William Chislett [El País, 13 de marzo de 2010]
El Gobierno español, por fin, quiere dejar atrás un modelo económico agotado y generador de importantes desequilibrios. Los sectores de la construcción y del turismo, ambos en crisis, generaron conjuntamente en el momento más dulce de la última década dorada casi el 25% del PIB, que es la cuota más alta de la Unión Europea.
A pesar de ser -o por ser- un modelo intensivo en creación de empleo, España ha perdido puestos de trabajo al ritmo más rápido de Europa y hoy tiene más parados que Alemania, aunque la economía alemana sea más del doble de la española. Estos datos confirman que el modelo económico español tiene los pies de barro.
La eliminación de la desgravación a la vivienda a partir del año 2010 es un paso en la dirección correcta. Esta deducción fue el emblema del ahora exhausto modelo de crecimiento español y engendró la mal llamada "cultura de la propiedad".
Si España quiere un modelo más sostenible y con menos paro, debe mejorar su sistema educativo
Pero ésta y otras medidas anunciadas por el Gobierno (ayuda para la compra de un coche, digitalización de las aulas, etc.) no bastan para crear un modelo basado más en el conocimiento y en las exportaciones. Son parches para aliviar la crisis, no las semillas de un nuevo modelo económico.
A mi modo de ver, la clave para la creación de un modelo más sostenible, y que no genere tanto desempleo cuando la economía va mal, reside en una mejora del sistema educativo español, y esto es algo que tardará un tiempo en hacerse y una década en notarse.
Los políticos quieren resultados en el corto plazo. Es lamentable que sólo ahora, a raíz de la crisis de la construcción, se haya puesto de moda entre la clase política hablar de la necesidad de moverse desde el ladrillo al ordenador. Algo muy diferente hubiera ocurrido si esta moda se hubiera extendido durante el boom económico. La afirmación de que España no hubiera llegado a donde está hoy con el Partido Popular en el poder es muy dudosa (de hecho, el auge de la construcción empezó con el PP, que no hizo nada para cambiar el modelo económico y poco para mejorar la educación en sus ocho años de gobierno).
España es el único país europeo que ha generado mucha riqueza durante un largo periodo, a la vez que una tasa creciente de fracaso escolar. La proporción de estudiantes que no terminan la ESO, según las últimas cifras disponibles (2007), es del 30,8%, el doble de la media europea. Un factor que ha contribuido a esta situación ha sido la facilidad, hasta 2008, de encontrar un trabajo en la construcción o el turismo sin necesidad de haber finalizado los estudios.
Es de suponer que la recesión cambiará esta tendencia, vergonzosa para un país desarrollado. En 2007, sólo el 61% de los jóvenes entre 20 y 24 años tenía un nivel de formación al menos de enseñanza secundaria superior, seis puntos menos que en el año 2000 y muy por debajo del promedio europeo (78%). Es cierto que la llegada de inmigrantes ha influido en estos dados, pero menos de lo que se piensa.
En España, según el Informe PISA, menos de uno entre 20 jóvenes de 15 años alcanza un conocimiento elevado en ciencias -como en México y Turquía-, frente a casi uno entre cinco en Finlandia, donde, por cierto, hay muy pocos colegios privados. Y en lectura, sólo el 1,8% de los jóvenes españoles de 15 años alcanza el nivel alto, lo que supone el peor resultado después de México.
¿Es que los alumnos españoles son más tontos que los de otros países? No lo creo. Algo tendrá que ver esta situación con el sistema de aprender a fuerza de repetir y memorizar, en lugar de mediar un análisis crítico. Y también el bajísimo nivel de los contenidos y la falta de autoridad del profesor. No se puede aprender si el profesor no recibe ninguna consideración por parte del alumno ni de su familia, y si el sistema además lo deja desprotegido ante cualquier abuso.
La tasa de abandono en la universidad es también alta y pocos aprueban el curso completo en el tiempo debido. Hay seis convocatorias para superar un examen, más la extraordinaria. ¡Vaya incentivo para estudiar!
Así que los universitarios españoles entran el mercado laboral con 24 años o más (21-22 en Reino Unido). Y el 22% de los mismos ocupa un empleo de nivel de calificación inferior al título obtenido, frente al 13,2% de los países de la OCDE. Y no hay ninguna universidad española entre las primeras 150 de la lista que se confecciona cada año en la Universidad Jiao Tomg de Shanghai.
¿Cómo espera España crear una economía basada en el conocimiento con estos niveles educativos? El país está pagando un alto precio por su ignorancia. El debate político sobre la educación está ciegamente enfocado a temas de menor importancia (no digo que no la tengan), como la Educación para la Ciudadanía y lo que la Iglesia llama el "fundamentalismo laico" en las escuelas, en vez de preguntarse por qué hay tanto abandono escolar.
La educación en España se ha convertido para los políticos en una especie de confrontación futbolera y hasta que esto no termine y todos remen en la misma dirección, crear una economía del conocimiento seguirá siendo un sueño imposible.
¡Es la educación!, William Chislett, [El País, 26 de junio de 2009]






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