viernes, 19 de octubre de 2012

¿Cómo hubiera sido yo si te hubiera tenido a ti, papá?



Fragmentos seleccionados de la novela El otro barrio, de Elvira Lindo
Fichas de comprensión lectora de El otro barrio, Seix Barral
“-¿Cómo hubiera sido yo si te hubiera tenido a ti, papá?”

“Porque los conoce, porque sabe que se mueren porque alguien les haga un poco de caso, porque quieren ser héroes antes de reconocer que son desgraciados, que es lo que son, desgraciados. Y es inútil intentar convencer a Vicente de que esos recortes son su felicidad, y ¿tan grave es dar un poco de felicidad a quien probablemente no la vaya a tener nunca?
-En eso te equivocas –le dice Vicente-. No están condenados a vivir siempre como ahora, y no hay que tratarlos como si estuvieran condenados a esto.”

“…tu novia no va a entender cuando viváis juntos que quieras pasar la Nochebuena con el petardo de Aníbal, porque acabarás pasándola, te lo pide todos los días desde hace un mes y la acabarás pasando con él. Como un misionero, igual, intentas apartarlos del mal camino, y les jodes, déjalos que se diviertan, que se vean en el periódico, déjalos ir a la tele, que están deseando, los han invitado mil veces y siempre te niegas. Ésa es su felicidad, no tienen otra, algunos no saben ni quién es su padre.
Perico fue el que le dio a Ramón el artículo de “Los imitadores de la violencia”. Ocupaba toda una página del periódico.”


Comparto la opinión de Vicente y no estoy de acuerdo con Perico. Es como cuando un niño pequeño hace una travesura pretendiendo acaparar nuestra atención. Si te ríes y le concedes ese protagonismo que busca, repetirá la acción casi con toda seguridad y puede que no tenga claro el criterio de lo que está bien o mal y contribuyas a su confusión si no lo desapruebas de modo claro y tajante mediante el gesto y las palabras.
Parece que Perico da la batalla por perdida de antemano. Es muy fácil dejarse llevar por la compasión o justificar la conducta de un adolescente que está solo y se encuentra “perdido”, sin tener claro lo que quiere ni lo que se espera de él.
Dar ejemplo es lo más importante. Si no eres coherente, si no hay correspondencia firme entre lo que dices y lo que haces, no contarás nunca con su aprobación y respeto. Deben considerarte líder natural, no por imposición. La autoridad viene concedida por ellos, no impuesta por el tutor o responsable de los muchachos.
La responsabilidad social no es menuda pero tendemos a olvidarnos: periódicos, televisión, radio, centros educativos, hospitales y centros de salud,...



“Ramón no se acababa de fiar de Perico, que aunque llevaba la biblioteca presumía de no haberse leído un puto libro en su vida.”

“-Tú no tienes que explicarle a ningún desconocido lo que viste o dejaste de ver aquella tarde. Porque eso a estas alturas es lo de menos.
No había sido lo de menos. Marcelo lo sabía. No había sido lo de menos desde el momento en que muchos videoclubs habían retirado la película voluntariamente, y desde el momento en que se estaba planteando la manera en que los establecimientos debían clasificar las películas conforme a la violencia que llevaran dentro.
Después de casi un mes desde que Marcelo se hiciera cargo del caso, después de que su mujer le hubiera grabado algunas intervenciones en algunos debates de la televisión, después de que parece que poco a poco las secciones de local y de sucesos se iban olvidando del chico que generó la polémica, de Ramón Fortuna, todavía, Marcelo había atendido esa mañana en su despacho una llamada de la Cadena Ser en la que se le enfrentaba con un crítico de cine que lo acusaba sin piedad de haber sido el pionero de aquella cruzada contra la libertad de expresión.

“-Sí, es mi amigo, pero tiene puntos muy raros, y como le dé el punto es capaz de contar que yo lo hice a propósito por fastidiarme.”

“…Eso es típico de él, es un tío que se ha pasado la vida riéndose de mí, dejándome en ridículo.-Pues ya va siendo hora de que te defiendas y dejes de quejarte.”


Estas son las situaciones difíciles que ponen a prueba la amistad, si acaso la ha habido.
Irremediablemente me acordé de esa delicia de obra de teatro, Bajarse al moro, de José Luis Alonso de Santos.
La candidez e inocencia de Chusa y Jaimito frente a Alberto y Elena, que actúan movidos por otros intereses y no descubren nunca del todo su verdadera cara.


“-Sí, pero me hablas como si fuera normal, no como si tuviera tres años.”


Qué difícil encontrar el tono adecuado con un hijo. Sin ser amigo pero sin ser tampoco cargante, autoritario, pesado como un plomo.
Conseguir que el niño te respete no porque seas su padre, sino porque le merecen respeto tus argumentos.
Como hijos adolescentes somos injustos y tendemos a juzgar con precipitación e ingratitud a nuestros padres; a los mayores, en general.


“Quería tener más hijos, otro más, o tres. No quería que su hijo fuera como él, un hijo único que siempre se siente en deuda con sus padres y que, al final, lo que está deseando es huir de ellos.”

“…Yo pensé que se podía vivir una tristeza sin recuerdos. Pensar en mi padre, echarlo de menos, pero no vincular eso a mi propia infancia, a todas las cosas que viví con ellos. (…)
Cuando me contaron el cariño que sentían hacia mi padre me sentí muy conmovido, aunque sea difícil de explicar, me sentí íntimamente agradecido. Porque él era un hombre reservado, ya lo sabes, pero muy sentimental, de esas personas que pasan por la vida sin hacer ruido pero que, en el fondo, se merecen que la gente repare en ellas.

“-Te ponen triste porque no hablas de ellos nunca con nadie.”

“Aquellas horas en las que Ramón no había llorado por la muerte de un amigo sino por todo lo que se le venía encima. Estaba seguro de que Valentín jamás iba a confesar que se sentía mal, jamás perdería ese sarcasmo cruel que practicaba con los demás y consigo mismo y con el que escondía cualquier cosa que sonara a sentimientos. No seguirían siendo amigos. Valentín había salido de ésta y volvería al barrio, al Instituto, y si Ramón no le seguía los pasos, como había hecho siempre, encontraría otro tonto del que reírse, al que contarle sus insignificantes hazañas de héroe de barrio. Diría: “Yo salvé a Mamón Fortuna del trullo”. Y la frase acabaría doliendo más que por su significado por la repetición, por las ganas de herir.”

“Pero la culpabilidad de Ramón iba mucho más allá de lo que realmente hubiera pasado, lo que de verdad le pesaba de pronto era su forma de ser, la torpeza con la que había actuado, tal vez era algo que llevaba arrastrando toda la vida. La inocencia. Ahora ya empezaba a ser inocente a los ojos de todos, pero había más cosas: su falta de carácter para haberle negado a Valentín su casa aquella tarde, ese carácter que le llevaba a hacer continuamente cosas que no le apetecían y que le provocaban una rabia interior que muchas veces le había separado del mundo. Por primera vez se despedía para siempre de alguien, del que se suponía que era su mejor amigo, su mejor amigo por costumbre, y que hubiera seguido siendo el mejor amigo durante toda la vida de no ser porque durante dos días estuvo muerto y eso le hizo desaparecer para siempre. No sólo iba a ser Ramón el que saliera ganando, ahora Valentín viviría sin ese amigo falso que siempre tuvo a su lado, el amigo víctima, el que aguanta los golpes y guarda un rencor sordo, el que desconfió de él hasta el punto de creer que le echaría las culpas de su muerte pasajera.


Un solo gesto que nos abre definitivamente los ojos y nos confirma lo que ya sabíamos. La decisión ya está tomada y no hay vuelta atrás. Pero nadie sabe lo que ha costado llegar hasta ahí. ¿Qué pasaría si ese lazo nunca llegara a romperse? Un personaje de otra novela dice “No quiero imaginarme en quién me habría convertido si no me hubiera divorciado, en el veneno que tendría dentro." "El daño que habrías hecho quedándote ...”


“Todas las casas de los vecinos eran iguales a la suya, y las casas de sus amigos también.”

“Uno cree que sabe lo que hay que hacer cuando ingresa un chico que roba coches, que trapichea con droga, que ha robado a punta de navaja, uno piensa que sabe, que se puede hacer una clasificación de las personas por el comportamiento. Los psicólogos lo hacen y recomiendan tal trato o tal actitud con cierto chaval. Pero él sabe que no. Lo único que le dice la experiencia es que los actos se repiten pero las personas no. Uno tiene que aprender con cada chico que llega al centro como si no supiera nada.

No hay fórmula que valga para todos. Igual pasa con los hijos y con los alumnos. La manera de educar a uno, aunque lo digamos, nunca es idéntica a la manera de educar a otro.
Qué hermoso capítulo éste, el VIII de la segunda parte. Para guardarlo adentro, como un tesoro.

“El 1 de diciembre empiezan a ocurrir cosas, empieza a ocurrir que los desesperados, los abandonados, los que no tienen sitio, sienten que se acerca la gran fiesta de la soledad, y que todo el barrio y toda la ciudad se van a vestir para recordarles la precariedad de sus vidas.”




Me acuerdo de aquella chica que vivía en la Residencia Universitaria Virgen del Pilar. Todas estábamos de paso y ella no quería marcharse. Temblaba de pensar que tuviera que regresar a casa por Navidad. Me encogía el corazón comprender el trato que recibía por parte de todos o pensar en lo que iba a ser de su vida.

“El día de contarle a Ramón la verdad se ha retrasado demasiado, en realidad nunca hubo por qué mentirle. Y nunca hubo por qué someterme a mí a mantener un secreto que todo el mundo sabía.”


Qué pocas veces se mide el daño que provocan las mentiras y la hipocresía. “Hagamos como que no ha pasado nada”. Si eso fuera verdad…


“Vicente sabía descifrar qué es lo que había debajo de aquellos celos, era el rencor del que sabe que su vida no va a ser más que una sucesión de desastres hacia el que lleva escrito en la cara que puede salvarse. Era el rencor del que no ha despertado nunca ternura, porque por no ser no es ni débil, hacia el que puede tropezarse porque habrá varias manos que le ayudarán a levantarse. Vicente había tenido ya a varios como él, incapaces de hacer una caricia ni de aceptarla rencorosos luego de las atenciones que reciben otros. Había, aunque él nunca lo supiera y aunque nunca sería capaz de verbalizarlo, una rabia social, la rabia del marginado que no despierta piedad ni simpatía.

“-Aunque te resulte difícil creerlo, el Chino es mucho más digno de compasión que tú.”


Oliver Twist, Holden Caulfield, Juno, Tex, Travis –de Domando al campeón. El universo de Susan E. Hinton y las lecturas de mi adolescencia.
Me acordé de todos. Me acordé de la que yo era entonces y me emocioné muchas veces.
Me ha ocurrido con todas las novelas de Elvira Lindo que he leído. 


Todos los textos han sido seleccionados de la novela El otro barrio.
Fichas de comprensión lectora de El otro barrio, Seix Barral






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