jueves, 12 de noviembre de 2015

mas cumple tener buen tino para andar esta jornada sin errar

Los españoles de la División Azul (DA) que, en apoyo de los invasores nazis, lucharon en tierras de la URSS de 1941 a 1943 fueron percibidos por los habitantes de las provincias rusas donde se acuartelaron -Nóvgorod y Leningrado- como más benignos que los alemanes y, a diferencia de estos, no se vieron involucrados en represalias masivas a la población, según el historiador Boris Kovalev, profesor de la Universidad Estatal de Nóvgorod.
Para su libro Voluntarios en una guerra ajena, dedicado a la DA, el investigador ha consultado los archivos provinciales de los servicios de Seguridad e Interior y el archivo central del ministerio de Defensa, además de entrevistar a una cincuentena de personas que habitaron en pueblos del territorio controlado por la DA a las orillas del lago Ilmén o en las riberas del río Vólkov, en la provincia de Nóvgorod, y en la de Leningrado.
[Batalla de Vólkov
El 16 de septiembre de 1941 tras conquistar la ciudad de Novgorod, las fuerzas alemanas continúan hacia el norte siguiendo el curso del río Vóljov, asegurando el cerco de Leningrado. Se le encomienda a la División Azul realizar diversos golpes de mano para obtener información y destruir puestos enemigos en la otra orilla del río.
El 18 de octubre el general Muñoz Grandes ordenó al coronel Esparza el paso del río, acción conocida como la Batalla de Vóljov que realiza el 2º Batallón del Regimiento 269 al mando del comandante Miguel Román Garrido, escogiendo como punto de cruce Udárnik, donde el río tiene una anchura de trescientos metros, lo que supuso doce minutos de travesía que se realiza en botes neumáticos con capacidad para ocho personas.
La acción se realiza en silencio, sin protección artillera, explotando el factor sorpresa, pasando la tierra minada y lanzándose al asalto de la cota escogida, un vital observatorio de la artillería soviética. Después de establecer la cabeza de puente, rechazan un fuerte contraataque del 2º Batallón del 848° Regimiento soviético.
El 20 de octubre 2.000 hombres han cruzado el río y se permite la instalación de un transbordador por parte de la 514ª Compañía de Pontoneros. Consolidada la posición, se inicia la ofensiva hacia el este, ocupando Smeissko, Russa, Sitno, Tigoda y Petróvskoie.]


Kovalev estudió también los diarios de los españoles caídos, la correspondencia incautada y más de 100 expedientes personales, entre transcripciones de interrogatorios de presos, desertores y tránsfugas, y actas de los procesos contra miembros de la DA. En conjunto, su obra presenta una visión polifacética del episodio histórico protagonizado por la Wehrmacht Alemana y los españoles que la siguieron a Rusia en una misión de solidaridad limitada que movilizó a más de 20.000 personas de diversos grupos, desde falangistas convencidos, voluntarios con motivaciones variadas, en gran parte económicas y de ascenso social, y una minoría deseosa de pasarse a la Unión Soviética.
El frio y el hambre dominan los testimonios de españoles y rusos. Desde Alemania, los españoles marcharon a pie por el oeste de la URSS en el verano de 1941. No tenían ropa de invierno y en los pueblos de la provincia de Nóvgorod donde tomaron posiciones ya en otoño se dedicaron a robar prendas de abrigo, desde pañuelos de lana de las campesinas a edredones, que se echaban sobre los uniformes cada vez más harapientos. También se apoderaban de las válenki, las botas de fieltro rusas, que arrebataban a vivos y a muertos. Espoleados por el frío, prendían fuegos que amenazaban con incendiar las modestas viviendas campesinas donde se alojaban.
[Una izbá o isbá (en ruso: изба, izbá) es una típica vivienda campesina rusa. Esta palabra la aprendí gracias a la novela Sefarad, de Muñoz Molina.
Construida con troncos, constituía la residencia habitual de una familia campesina rusa tradicional. Generalmente se construían cerca de un camino y dentro de un corral, que también incluía un jardín, un henil y un granero. Como el metal era costosísimo, estas viviendas se solían construir sin clavos y sin recurrir al uso de serruchos; los componentes de la edificación se cortaban y elaboraban con un hacha. Los intersticios se rellenaban con arcilla.]

Dos criminales de guerra

P. B.
Los ocupantes bondadosos se titula uno de los capítulos del libro de Kovalev, quien aclara que “de ninguna manera me propongo justificar a los españoles, porque para mí fueron ocupantes, pero es un hecho que, por las actas de la CHGK solo se pudo establecer la condición de criminales de guerra en dos casos. El primero, por razones formales, el general Agustín Muñoz Grandes, el responsable de la División Azul, y el segundo, Antonio Basco, un extraño personaje que, según testimonios orales y de las actas de la CHGK, participó en varios episodios de violencia contra la población civil. Uno de ellos ocurrió en el pueblo de Navólok, en noviembre de 1941, cuando un grupo de españoles, aparentemente dirigido por Basco, asesinó a seis personas, tres supuestos partisanos, el dueño de la casa donde se albergaban, la esposa de éste y un anciano que casualmente pasaba cerca de allí. “Todo es relativo”, afirma Kovalev y recuerda que, al caracterizar a los distintos contingentes de ocupantes, los testigos rusos a los que entrevistó calificaron a los españoles de “alegres”, “ruidosos” y ” ladrones”, a los alemanes de “exactos”,” severos”,” sentimentales” y “crueles”, y a los estonios y letones, de “asesinos”, “sádicos” e “indiferentes”.
Sin haberse bañado desde que salieron de Alemania, piojosos y hambrientos, los divisionarios abandonaban su mugrienta ropa interior y se llevaban todo lo que encontraban a su paso: gallinas, vacas, y hasta los gatos. Una anciana invitada por los divisionarios a comer lo que creía un conejo descubrió con horror que había degustado su propio gato, cuando buscó a éste para darle las sobras del banquete.

Soldados irascibles

Los recuerdos de los habitantes de la zona ocupada y las actas de la Comisión Estatal Extraordinaria (ChGK, en ruso, la institución creada por la URSS para investigar los crímenes de guerra de los ocupantes) indican que los españoles eran muy excitables y podían matar a alguien en una riña, como Fédor Morózov, el alcalde colaboracionista con los nazis en Nóvgorod, tiroteado por un soldado español al que empujó en un reparto de leche. La maestra Alexandra Ojapkina, en 1941 una niña de 12 años evacuada al pueblo de Shevélevo, calificaba a los divisionarios de “muy ladrones, pero no crueles y con cierta compasión por los habitantes locales”.
La población rusa aprendió pronto que los participantes en la “cruzada contra el bolchevismo” se distinguían entre ellos, señala Kovalev en una conversación con EL PAIS, y afirma que los españoles, “pese a todo, eran mucho más humanos que los alemanes”. Ojapkina recordaba que los alemanes acusaron a la población civil de Shevélevo del saqueo del almacén de provisiones de los españoles, situado en aquella localidad. Los alemanes hicieron salir a la calle a la gente para fusilarla y la pusieron en fila, siendo una mujer madre de seis hijos la última en salir. Con disimulo, un soldado español apartó a la mujer del grupo, salvándole así la vida. Los responsables del saqueo del almacén, aparentemente, eran los habitantes de un pueblo vecino, donde vivían descendientes de colonos alemanes.
En una ocasión, en diciembre de 1941, la artillería alemana comenzó a disparar contra un grupo de 11 presos españoles capturados por los soviéticos, matando a cuatro presos.
El mando soviético recibía informes de los interrogatorios, en los que se constataba que la moral de combate de la DA había mermado al aumentar las dificultades. Los españoles jugaban a las cartas por dinero y algunos pagaban a sus compañeros para que hicieran guardia por ellos. En la DA se dio una orden contra quienes se autolesionaban para evitar el frente. Uno de los presos, Juan Trias Diego, confirmó a los soviéticos que en la División se había fusilado a soldados por autolesionarse y que otros recibieron castigos tales como patrullar en calzoncillos o ser abandonado frente a las trincheras con un farol encendido. Los soldados se “perdían” cuando volvían al frente desde el hospital, por lo que el mando de la DA organizó el transporte en grupos vigilados por un oficial. El método no fue eficaz, a jugar por un caso en el que además del grupo desapareció también el oficial controlador.
En Chudovo, a 100 kilómetros de Leningrado, había dos campos de prisioneros de la Wehrmacht donde fueron exterminados más de 53.000 personas. Al iniciarse la retirada, el comandante del campo hizo formar a los prisioneros y pidió dar varios pasos al frente a quienes no se valían por sí mismos. Los 55 hombres que avanzaron, esperando que les facilitaran el transporte, fueron fusilados a la vista del resto. Chudovo estaba 40 kilómetros al norte de la zona controlada por la DA.
[La Wehrmacht («Fuerza de Defensa» en alemán) era el nombre de las fuerzas armadas unificadas de la Alemania nazi desde 1935 a 1945, surgida tras la disolución de las fuerzas armadas de la República de Weimar, llamadas Reichswehr.]
Violentos y ladrones, pero más humanos que los nazis, Pilar Bonet [El País, 7 de octubre de 2015]


No obstante, hay que remontarse algunos años más atrás en la historia para conocer las causas de formación de la División Azul. Todo comenzó con la invasión de la U.R.S.S por parte de la Alemania nazi de Hitler. La movilización, que recibió el nombre de «Operación Barbarroja», se inició un 22 de junio de 1941. Ese mismo día, los alemanes decidieron que era hora de cobrarse el favor que habían prestado a Franco en la Guerra Civil.
Así lo explica el doctor en Historia Contemporánea Xavier Moreno Juliá (autor de varios libros cómo «Hitler y Franco. Diplomacia en tiempos de guerra -1936-1945-»), en su trabajo «La División Azul. Sangre española en Rusia. 1941-1945»: «Franco ofreció a Alemania el envió de algunas unidades de voluntarios en reconocimiento a la ayuda recibida durante la Guerra Civil. Un ofrecimiento que tenía que ser interpretado como un gesto de solidaridad».
Sólo dos días después de que Hitler decidiera marchar sobre la estepa rusa, España se preparaba para dar la noticia a sus ciudadanos de la existencia de la División Azul y de la necesidad de voluntarios. El encargado de dar la exclusiva fue el ministro de Asuntos Exteriores Ramón Serrano Súñer.
«Un Serrano exultante, con uniforme blanco y gafas de sol, ante la expectativa de la gente y sin micrófonos, exclamó desde el centro de Madrid: “Camaradas: No es hora de discursos, pero sí de que la Falange dicte en estos momentos su sentencia condenatoria: ¡Rusia es culpable!¡Culpable de nuestra Guerra Civil! (…) ¡El exterminio de Rusia es exigencia de la Historia y del porvenir de Europa!”», determina Juliá.
Con estas palabras, Súñer dio el pistoletazo de salida para la entrada de voluntarios en la División Azul, noticia que sería dada a conocer por los diarios tres días después. Al instante, miles de jóvenes se lanzaron a las calles para alistarse. Entre ellos, se encontraba el joven Juan José Sanz, entonces de 17 años, que, en declaraciones a ABC, explica como vivió la situación.
[Mi abuelo acababa de cumplir 21 años.]
«Tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial, escuché el discurso que hizo el ministro Serrano Suñer en el que dijo la famosa frase “Rusia es culpable”. Después de eso, nos apuntamos de golpe a la División Azul. Tras el mensaje, yo fui a Zaragoza y me presenté voluntario para luchar, pero no contra el pueblo ruso, sino contra el comunismo. Igual que yo, en pocos días salieron a las calles casi 20.000 jóvenes», determina el antiguo miembro de la División Azul.
La llegada de voluntarios fue masiva. «Se dieron casos familiares extremos, como el ofrecimiento conjunto de hasta tres y cuatro hermanos, o el de un padre con todos sus hijos», determina Juliá en «División Azul». Sin embargo, la mayor afluencia fue sin duda de universitarios: [¡!]
Así, tras aproximadamente una semana de inscripciones, el 2 de julio finalizó la fecha para alistarse en la División Azul, conocida por los alemanes como «Blau división» o «250. Einheit spanischer Freiwilliger» (250 Unidad de voluntarios españoles). Ansiosos, sus 18.000 integrantes, al mando de Agustín Muñoz Grandes, esperaban la orden de partir.
Unos 10 días después, la orden se hizo realidad, pues Franco hizo marchar a la División Azul hacia Baviera (Alemania), donde tendrían su primer contacto con los nazis y llevarían a cabo su instrucción. «El domingo 13 de julio, la División Azul comenzó el transporte escalonado de sus hombres hacia Alemania, en 19 expediciones, y a lo largo de diez días», determina Juliá en su libro.
Sanz, ya divisionario, partió más tarde. «A mí me asignaron al 3º Batallón del Regimiento 263, que se formó entero en Zaragoza. De hecho, uno de los curas más destacados, el padre Indalecio, vino a Zaragoza desde Madrid para incluirse en esta unidad. Éramos casi todos universitarios, además de médicos, abogados…. También es curioso que nosotros no salimos de España el 13 de julio, como el resto, sino que lo hicimos dos días después», determina antes de aclarar lo emotiva que fue para él la partida.
[Salieron el 14 de julio de 1941 de Madrid, en un vagón de ganado. Llegaron a Alemania el 18 de julio.]
«Un campamento militar instalado al lado del pueblecito bávaro de Grafenwöhr, a pocos kilómetros de Nuremberg, fue el centro asignado por el alto mando alemán para la instrucción de la División Azul», explica el experto. En este campo, sería donde los divisionarios españoles conocerían al ejército nazi.
«Hicimos el adiestramiento en sólo dos meses cuando lo normal era en tres. Los alemanes quedaron sorprendidos de nuestra preparación porque todos teníamos una vocación clara y todos estábamos ilusionados en ir y aprender», señala Sanz, uno de los últimos en llegar al campo.
«Existían muchos contrastes de mentalidad entre nosotros y los alemanes. Nosotros cantábamos, hacíamos fiestas y ellos eran inflexibles. Por ejemplo, fue muy jocosa cuando, el primer día de entrenamiento, recibimos material. Nos dieron un equipo completo con hojas de afeitar, cepillo de dientes, cepillo para el pelo… Nos hizo mucha gracia porque nos parecía todo un lujo», explica el antiguo miembro de la División Azul, que ahora roza los 90 años.
«Otra anécdota sucedió con la ropa. Cuando nos dieron las camisas, como éramos más pequeños que los alemanes, nos quedaban muy grandes. Más de uno parecía que llevaba puesto un camisón. Lo mismo pasaba con los pantalones, a los que teníamos que dar un par de vueltas. No obstante, y a pesar de todo, no tuvimos ningún problema con ellos porque siempre cumplíamos nuestras misiones», recuerda Sanz.
«En principio, durante las primeras marchas, decían que éramos unos “desarrapaos”. La verdad es que, por ejemplo, nunca tuvimos mucho interés en llevar pulcro el uniforme mientras que ellos lo llevaban impoluto. Sin embargo, cuando llegamos al frente fue otra cosa, porque la División Azul se mantuvo en su sitio durante importantes combates singulares», finaliza el divisionario.
Tras dar por finalizado el entrenamiento, los divisionarios recibieron sus primeras órdenes: partir hacia Rusia para reforzar a las fuerzas alemanas. Sin embargo, se planteó un problema para la División Azul debido a que, aunque podían ser trasladados hasta Polonia en tren, se les informó de que deberían hacer a pie una distancia de casi 900 kilómetros para llegar a Smolensko, cerca de Moscú. [De Grafenwöhr a Smolensk hay 1808 km.]
«Llegadas todas las expediciones, comenzó la parte más dura del viaje hasta el frente, por la falta de transporte motorizado, los españoles deberían cubrir casi 900 kilómetros a pie (…). Los cálculos estimaban que en unos 40 los días necesarios para llegar hasta allí, donde los divisionarios embarcarían nuevamente en ferrocarril hasta Dno», determina el historiador Xavier Moreno Juliá. [Cubrir unos 22,5 km por día. Dno está a 510 Km al norte de Smolensk]
La dureza del calzado, acompañada por las nubes de polvo que se provocaban por la marcha y la falta de alimento, hacían el camino insoportable. Además, la hilera que los soldados españoles formaban era tan larga que había aproximadamente entre dos y tres días de camino entre el grupo de cabeza y el del final.
«En esa marcha se nos rompieron los zapatos y llegamos a acabar casi medio desnudos. Además, el problema también fue el frío que sufrimos que, aunque no era tan intenso como el que sufrimos luego, nos afectó mucho más porque nos cogió medio desnudos tras la caminata, sin apenas zapatos, que se habían roto. Fue muy duro», recuerda el divisionario Juan José Sanz. [Finales de septiembre de 1941]
«Aquella salvaje marcha se cobró 11 vidas humanas (sólo la explosión de una mina mató a 4 soldados e hirió a otros 34), y dejó fuera de juego a 3013 hombres más, mayoritariamente en la condición de aspeados. Mató también a 44 caballos e inutilizó a otros 957, así como 77 vehículos, algunos perdidos para siempre», explica Juliá. A pesar de todo, tras varias semanas se encontraron por fin cerca de su objetivo. [Maltratarse los pies por haber caminado mucho.]
«La División Azul recibió la orden de girar y desandar unos cien kilómetros hasta Orsha, y dirigirse, en dirección norte, hasta Vitebsk, donde tomaría el tren hasta Novgorod. En pocas palabras: las necesidades de Hitler en el sector norte del frente ruso y los malos informes que la Plana de Enlace alemana en la División Azul envió al mando alemán (españoles mal uniformados y con comportamientos mediterráneos, alejados de los parámetros germánicos), decidieron a aquel a enviar a los españoles al sector norte del frente», finalizada el historiador. Tras llegar definitivamente a su posición, la División Azul entraría finalmente en batalla. [Orsha está a 151 km al sur de Dno, Vitebsk está a 275 km al sur de Orsha y el viaje en tren, dirección norte, a 502 km hasta Novgorod. Al pie está el lago Ilmen.]
El primer frente en el que la División Azul combatió fue cerca de un río navegable de más de 200 kilómetros de largo, el Voljov, situado al norte de Rusia. «Al Voljov los españoles llegaron entre los días 10 y 11 de octubre de 1941, y el 12, fiesta de la Hispanidad, entraron en combate. El frío era ya intenso, por debajo de los cero grados centígrados, y el Ejército alemán -y con él la División Azul- carecía de equipo de invierno, en tanto que Hitler había previsto que la campaña rusa iba a estar acabada en unos dos meses», señala el historiador Xavier Moreno Juliá. [Después de un mes caminando. La ciudad Voljov está a 191 km dirección noreste, a la misma altura que Leningrado.]
Tras llegar, la División Azul trató de llevar a cabo una serie de pequeñas conquistas al otro lado del río. «Hubo un corto período de ofensiva hispano-alemana con la toma de varias poblaciones de escaso valor, en tanto que no sobrepasaban la catalogación de aldeas. Y llegaron, en su avance hasta tres poblaciones que pasarían a ser fundamentales: Otenski al norte, Possad en el centro, y Posselok, la más oriental, al sur; las tres, cercanas al río Vischera, afluente oriental del Voljov», afirma el experto.
[Narva está a 277 km dirección noroeste. Possad está a 544 km al sureste]
No obstante, esta ofensiva no se extendió mucho y en poco tiempo los rusos iniciaron su propio asalto. «Siguieron cinco semanas de sufrimiento atroz en Possad y Otenski, en tanto que Posselok fue abandonada. Atacadas por la infantería, la artillería y la aviación, las dos poblaciones se convirtieron en tumba abierta de cientos de españoles», explica el historiador.
Al final, el 7 de diciembre el general español al mando de la operación recibió la orden de retirada por parte de los alemanes. No hubo más que decir, la División Azul cruzó la orilla y se apostó para la defensa de sus nuevas posiciones.
Los españoles no tuvieron que esperar mucho para volver a combatir, pues a los pocos días de retirarse de sus posiciones avanzadas fueron atacados por centenares de soldados rusos. «El 27, una posición española ubicada entre las localidades de Udarnik y Lobkovo fue atacada. El pelotón, que estaba al mando de un alférez, fue aniquilado y los cuerpos de sus hombres, clavados en el suelo con picos para romper el hielo», afirma el historiador.
Esta gran derrota fue conocida como la tragedia de la «Posición intermedia». Sin embargo, los españoles decidieron no dejar este suceso impune y devolvieron el envite de manos del comandante Tomás García Rebull.
[Udarnik está a 204 km al norte de Novgorod, muy cerca de Leningrado.]
Por aquel tiempo, las bajas de la División Azul eran ya considerables, pero nada comparables con las del ejército nazi. «El 31 de diciembre de 1941 la División Azul había visto morir a 1.400 de sus hombres, en tanto que el Ejército alemán, desbordado desde hacía ya tres semanas ante Moscú (5 de diciembre, ataque del general Zhukov con reservas siberianas), contaba ya con un cuarto de millón de muertos», explica Juliá.
Después de resistir los ataques soviéticos, la División Azul protagonizó una de sus acciones más valerosas, la cual consistió en cruzar un lago helado para socorrer a una unidad alemana que estaba siendo «machacada» por fuerzas soviéticas. Concretamente, esta acción se desarrolló en el lago Ilmen (cerca del frente del río Voljov) del 10 al 21 de enero al mando del español José Manuel Ordás.
«El año 1942 vio el cruce del Lago Ilmen -al sur de las posiciones de la División Azul- por la recientemente creada Compañía de Esquiadores. El lago, completamente helado, fue cruzado a pie, pero con muy mala suerte, pues la trayectoria prevista tuvo que anularse ante las grietas que se abrían ante los españoles», determina el historiador Xavier Moreno Juliá.
Estas dificultades provocaron que tuviera que cambiarse el itinerario inicial por uno más largo. Esto fue letal para las tropas españolas, que tuvieron que soportar una temperatura de nada menos que 52 grados bajo cero. «Finalmente, tras once días de penalidades, los españoles encontraron a los alemanes, que habían podido zafarse del acoso soviético», explica el experto.
La acción no fue demasiado satisfactoria para los españoles, que sufrieron 102 bajas por congelación acompañadas de una gran cantidad de heridos. «Poco hubiesen podido hacer para ayudarles (a los alemanes), pues quedaban sólo doce hombres ilesos de un contingente inicial de 240», sentencia el historiador.
«Esta acción fue aprovechada por el general español Muñoz Grandes para dar publicidad a su División Azul, por medio del envío de un álbum con los telegramas enviados y recibidos durante el cruce del lago. El alto mando alemán quedó impresionado y la noticia llegó a Berlín. A partir de entonces, luchar al lado de los españoles pasó a ser señal de buena suerte para el soldado alemán», explica Juliá. Después de estos envites, Berlín anunció al mundo la victoria en el Voljov.
Tras el frente del río Vonjov, los españoles fueron enviados hacia Leningrado (una de las principales ciudades rusas) para ayudar a las tropas alemanas a mantener el cerco de la ciudad, sitiada por el ejército nazi. Mediante este asedio, Hitler pretendía que la ciudad muriera de hambre al contar con más de 3.000.000 de ciudadanos.
«El frente de Leningrado, a diferencia del anterior, el del río Voljov, era estático. En un primer momento, había incluso la intención alemana de tomar por asalto la ciudad, por lo que fue llevada la División Azul hasta allí, al objeto de cubrir el flanco suroriental del ataque», sentencia el historiador Xavier Moreno Juliá.
Sin embargo, Hitler tuvo que detener finalmente el sitio de esta ciudad. «Tenía que dar prioridad a la batalla que se desarrollaba en el sector sur del frente ruso, en Stalingrado, donde sus tropas comenzaban a tener serias dificultades. De ahí que Leningrado se convirtiese en núcleo de asedio por parte de las tropas alemanas, apoyadas por las españolas. Además, se daba la circunstancia de que aquel nuevo frente era en gran medida urbano, a diferencia del anterior, fundamentalmente rural» explica el historiador.
Pero, sin duda, la acción más valerosa de la División Azul fue la defensa de la ciudad rusa de Krasni Bor, cerca de Leningrado. «Acaeció el 10 de febrero de 1943. Ese día, 38 batallones soviéticos salieron de Kolpino, el barrio industrial de Leningrado ante el que estaba acantonada la División Azul, apoyados por unos ochenta tanques, unas 150 baterías y un número indeterminado de "organillos de Stalin", esto es, de lanzadoras de proyectiles», destaca el historiador Xavier Moreno Juliá.
[Llamar a esto defensa de una ciudad...Krasni Bor está a 39 km al sureste de Leningrado]
«El embate fue tal, que en menos de veinticuatro horas acabó con la vida de 1.125 españoles, hirió a más de mil y unos noventa se dieron por desaparecidos. Los infantes alemanes, a cuyo mando estaba el general Philipp Kleffel, tardaron casi diez horas en intervenir, una más que su aviación. Tan sólo con los muertos de aquel día, España saldó -e invirtió dieciséis veces- la mortandad en combate de la Legión Cóndor, que sobrepasó en poco la cifra de trescientos hombres», finaliza el experto.
[Hablar de “inversiones” y acciones valerosas me parece que aquí no tiene lugar.
A mi abuelo lo hirió una bomba anticarro pero no sé exactamente en qué fecha ni en qué ciudad.
Los hospitales estaban en Riga, Letonia, a 588 km de Novgorod y en Vilna [Lituania]
Cuando las cosas se pusieron especialmente duras, De Orive (Madrid, 1919) fue trasladada con las demás enfermeras a los países bálticos y a Alemania. Estuvo en los hospitales de Porchow y Königsberg, donde ejerció hasta el verano de 1942.]
Finalmente, y tras decenas de combates, la División Azul fue relevada y enviada a España a pesar de que algunos de sus integrantes se negaban a marcharse [¡!]del frente. Muchos, de hecho, consiguieron permanecer un poco más en combate formando nuevas unidades hasta que volvieron a su país de origen [Legión azul].
Manuel P. Villatoro, [ABC, 21 de diciembre de 2013]

¿Qué relación tiene la Legión Azul con la División Azul?

Mucha, en tanto que nació de ella. Concretamente, cuando la División Azul fue retirada del frente, en octubre de 1943, por orden de Madrid quedó en Rusia un pequeño contingente, la Legión Azul, a modo de remanente que evitase posibles reacciones alemanas y, a la par, la imagen de que España abandonaba a Alemania a su suerte.

division-azul


¿Quienes formaron parte de la Legión Azul?

En teoría, 2.269 hombres, de los que en mi libro Legión Azul y Segunda Guerra Mundial facilito los nombres y datos personales de 2.199. De hecho, hasta ahora se creía que eran los más ideologizados de entre los divisionarios, pero no fue así: mayoritariamente fueron los últimos llegados a Rusia quienes quedaron retenidos por el mando. Por tanto, poco voluntario y mucho forzado.

¿Cuál fue su trayectoria?

Primero su entrada en combate fue retrasada por el Ministerio del Ejército (el de Exteriores era totalmente contrario a su existencia). Después, ya en el frente, fue parcialmente utilizada contra los partisanos, lo que desagradó en mucho a la mayor parte de sus miembros. Por otra parte, quedó concentrada en un frente en vilo ante la posibilidad del inicio de la esperada ofensiva de invierno del Ejército Rojo. Acciones de patrulla y vigilancia ocupaban las horas. Y finalmente, cuando el ataque se desencadenó, el repliegue fue de gran magnitud, en tanto que afectó a todo el Grupo de Ejércitos del Norte. La marcha fue un desastre.
Entrevista a Xavier Moreno Juliá.

El 19 de agosto comienzan los preparativos para la partida, empezando a cargar víveres y maquinarias en los trenes. La división había sido destinada al Frente Oriental, e incluida en el Grupo de Ejércitos del Centro, teniendo como destino del viaje la ciudad de Smolensk, para una vez allí, unirse al resto de los ejércitos hacia el asalto de Moscú.
El día 20 comienzan a salir los trenes, 66 grupos en total, a razón de 12 grupos diarios. Desde el campamento bávaro se dirigían hacia el norte, siguiendo dos rutas alternativas en función del tráfico ferroviario, una que pasaba por Leipzig y Berlín, y otra a través de Chemnitz y Cottbus, para confluir ambas más adelante en la ciudad de Küstrin. Desde allí el convoy tomaba dirección este, atravesando el Corredor del Danzig y el río Vístula. Tras un largo viaje de 1600 km y varios días de duración, fueron llegando a las cuatro ciudades que habían sido designadas para aguardar hasta que toda la tropa finalizase el desplazamiento: Treuburg, en Prusia Oriental, y las polacas Suwalki, Grodno y Reuss. Una vez llegado el último tren a Suwalki el 28 de agosto, se da por finalizada la primera fase.
[Desde Suwalki hasta Smolensk hay 733 km.]
Tras unos días de pausa, comienza la segunda fase. Desde la región, es imposible alcanzar el destino, debido al mal estado de las vías, por lo que el trayecto de 900 km hasta Smolensk, hay que realizarlo andando. Tras dejar atrás Grodno y Lida, se llegó el día 8 de septiembre a Vilna, capital lituana, donde se hizo una parada de un par de días. Desde allí se continuó hacia el este, ya en tierras soviéticas, llegando a Molodezno y Minsk. El recorrido fue muy complicado, las frecuentes lluvias o el atravesar espesos bosques por caminos, dificultaban la travesía para el contingente. Las largas jornadas de trayecto, la dureza del calzado y el excesivo peso, provocaban a los soldados continuas heridas en pies y hombros. Asímismo, la poca o nula experiencia de la tropa con el manejo y cuidado de animales, provocó que los caballos que les acompañaban sufrieran una alta mortalidad, que fue motivo de queja oficial por el mando alemán.
La travesía continuó, dejando atrás las ciudades de Borisov y Orsha. Faltando poco para llegar a Smolensk, el día 24 tiene lugar una contraofensiva soviética en Leningrado, pidiendo refuerzos el general von Leeb. Hitler alteró los planes de la Operación Tifón, con la que tenía que lanzar el asalto definitivo a Moscú y decidió trasladar tres divisiones, entre ellas la División azul a socorrer el frente norte. De este modo la división era apartada del 9.º y fue incluida en el 16.º Ejército, dentro del Grupo del Norte. Todo el convoy tuvo que dar media vuelta en dirección contraria, hasta el cruce entre Orsha y Vitebsk, para girar hacia el norte y dirigirse hasta esta última, suponiendo un varapalo anímico para la tropa, que perdía la oportunidad que les prometieron, de participar en la toma de Moscú.
El día 28 comienzan a llegar las tropas a Vitebsk, finalizando así la etapa de camino. Desde allí podrán tomar de nuevo un ferrocarril, que tras pasar por la ciudad de Dno, les llevará definitivamente al frente de guerra, en la histórica ciudad de Novgorod. En torno al 10 de octubre el grueso de las tropas estaba en el frente. La división se desplegó alrededor de los suburbios de Novgorod, siempre al oeste del río Voljov. El regimiento 262.º en el subsector de la propida ciudad, el 269.º cubría el subsector Norte con retaguardia en Podvereje, el 263.º en el subsector Centro y en el subsector del Ilmen, los Grupos Antitanque y de Exploración. El Regimiento de Artillería se posicionó al oeste de Novgorod, en la barriada de Grigorovo, donde también quedó establecido el Cuartel General de la división. Casualmente, el 12 de octubre, Fiesta Nacional de España, tras más de cincuenta días de viaje desde el campamento de Grafenwöhr, las tropas sufren un ataque, produciéndose así la entrada en combate de los españoles.



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