Los
españoles de la División Azul (DA) que, en apoyo de los invasores
nazis, lucharon en tierras de la URSS de 1941
a 1943
fueron percibidos por los habitantes de las provincias rusas donde se
acuartelaron -Nóvgorod y Leningrado-
como más benignos que los alemanes y, a diferencia de estos, no
se vieron involucrados en represalias masivas
a la población, según el historiador Boris Kovalev, profesor de la
Universidad Estatal de Nóvgorod.
Para
su libro Voluntarios
en una guerra ajena,
dedicado a la DA, el investigador ha consultado los archivos
provinciales de los servicios de Seguridad e Interior y el archivo
central del ministerio de Defensa, además de entrevistar a una
cincuentena de personas que habitaron en pueblos del territorio
controlado por la DA a las orillas del lago Ilmén o en
las riberas del río Vólkov,
en la provincia de Nóvgorod, y en la de Leningrado.
[Batalla
de Vólkov
El
16 de septiembre de 1941 tras conquistar la ciudad de Novgorod, las
fuerzas alemanas continúan hacia el norte siguiendo
el curso del río Vóljov, asegurando el cerco de Leningrado.
Se le encomienda a la División Azul realizar diversos golpes de mano
para obtener información y destruir puestos enemigos en la otra
orilla del río.
El
18 de octubre el general Muñoz Grandes ordenó al coronel Esparza el
paso del río, acción conocida como la Batalla
de Vóljov
que realiza el 2º Batallón del Regimiento 269 al mando del
comandante Miguel Román Garrido, escogiendo como punto de cruce
Udárnik, donde el río tiene una anchura de trescientos metros, lo
que supuso doce minutos de travesía que se realiza en botes
neumáticos con capacidad para ocho personas.
La
acción se realiza en silencio, sin protección artillera, explotando
el factor sorpresa, pasando la tierra minada y lanzándose al asalto
de la cota escogida, un vital observatorio de la artillería
soviética. Después de establecer la cabeza de puente, rechazan un
fuerte contraataque del 2º Batallón del 848° Regimiento soviético.
El
20 de octubre 2.000 hombres han cruzado el río y se permite la
instalación de un transbordador por parte de la 514ª Compañía de
Pontoneros. Consolidada la posición, se inicia la ofensiva hacia el
este, ocupando Smeissko, Russa, Sitno, Tigoda y Petróvskoie.]
Kovalev
estudió también los
diarios de los españoles caídos,
la correspondencia incautada y más de 100 expedientes personales,
entre transcripciones de interrogatorios de presos, desertores y
tránsfugas, y actas de los procesos contra miembros de la DA. En
conjunto, su obra presenta una visión polifacética del episodio
histórico protagonizado por la Wehrmacht Alemana y los españoles
que la siguieron a Rusia en una misión de solidaridad limitada que
movilizó a más de 20.000
personas de diversos grupos,
desde falangistas convencidos, voluntarios con motivaciones variadas,
en gran parte económicas y de ascenso social, y una minoría deseosa
de pasarse a la Unión Soviética.
El
frio y el hambre
dominan los testimonios de españoles y rusos. Desde
Alemania, los españoles marcharon a pie por el oeste de la URSS en
el verano de 1941.
No tenían ropa de invierno y en los pueblos de la provincia de
Nóvgorod donde tomaron posiciones ya en otoño se dedicaron a robar
prendas de abrigo, desde pañuelos de lana de las campesinas a
edredones, que se echaban sobre los uniformes cada vez más
harapientos. También se apoderaban de las válenki, las botas de
fieltro rusas, que arrebataban a vivos y a muertos. Espoleados por el
frío, prendían fuegos que amenazaban con incendiar las
modestas viviendas campesinas
donde se alojaban.
[Una
izbá
o isbá
(en ruso:
изба,
izbá)
es una típica vivienda campesina rusa. Esta palabra la aprendí
gracias a la novela Sefarad, de Muñoz Molina.
Construida
con troncos, constituía la residencia habitual de una familia
campesina rusa tradicional. Generalmente se construían cerca
de un camino y dentro de un corral, que también incluía un jardín,
un henil y un granero. Como el metal era costosísimo,
estas viviendas se solían construir sin clavos y sin recurrir al uso
de serruchos; los componentes de la edificación se cortaban y
elaboraban con un hacha. Los intersticios se rellenaban con arcilla.]
Dos criminales de guerra
P.
B.
Los
ocupantes bondadosos
se titula uno de los capítulos del libro de Kovalev, quien aclara
que “de ninguna manera me propongo justificar a los españoles,
porque para mí fueron ocupantes, pero es un hecho que, por las
actas de la CHGK solo
se pudo establecer la condición de criminales de guerra en dos
casos.
El primero, por razones formales, el general Agustín Muñoz
Grandes, el responsable de la División Azul, y el segundo, Antonio
Basco, un extraño personaje que, según testimonios orales y de las
actas de la CHGK, participó en varios episodios de violencia contra
la población civil. Uno de ellos ocurrió en el pueblo
de Navólok, en noviembre de 1941,
cuando un grupo de españoles, aparentemente dirigido por Basco,
asesinó a seis personas, tres supuestos partisanos, el dueño de la
casa donde se albergaban, la esposa de éste y un anciano que
casualmente pasaba cerca de allí. “Todo es relativo”, afirma
Kovalev y recuerda que, al caracterizar a los distintos contingentes
de ocupantes, los testigos rusos a los que entrevistó calificaron a
los españoles de “alegres”, “ruidosos” y ” ladrones”, a
los alemanes de “exactos”,” severos”,” sentimentales” y
“crueles”, y a los estonios y letones, de “asesinos”,
“sádicos” e “indiferentes”.
Sin
haberse bañado desde que salieron de Alemania, piojosos y
hambrientos, los divisionarios abandonaban su mugrienta ropa
interior y se llevaban todo lo que encontraban a su paso: gallinas,
vacas, y hasta los gatos. Una anciana invitada por los divisionarios
a comer lo que creía un conejo descubrió con horror que había
degustado su propio gato, cuando buscó a éste para darle las
sobras del banquete.
Soldados irascibles
Los
recuerdos de los habitantes de la zona ocupada y las actas de la
Comisión Estatal Extraordinaria (ChGK, en ruso, la institución
creada por la URSS para investigar los crímenes de guerra de los
ocupantes) indican que los españoles eran muy
excitables y podían matar a alguien en una riña, como
Fédor Morózov, el alcalde colaboracionista con los nazis en
Nóvgorod, tiroteado por un soldado español al que empujó en un
reparto de leche. La maestra Alexandra Ojapkina, en 1941 una niña de
12 años evacuada al pueblo de Shevélevo, calificaba a los
divisionarios de “muy ladrones, pero no crueles y con cierta
compasión por los habitantes locales”.
La
población rusa aprendió pronto que los participantes en la “cruzada
contra el bolchevismo” se distinguían entre ellos, señala Kovalev
en una conversación con EL PAIS, y afirma que los españoles, “pese
a todo, eran mucho más humanos que los alemanes”. Ojapkina
recordaba que los alemanes acusaron a la
población civil de Shevélevo del saqueo del almacén de provisiones
de los españoles, situado en aquella localidad. Los
alemanes hicieron salir a la calle a la gente para fusilarla y la
pusieron en fila, siendo una mujer madre de seis hijos la última en
salir. Con disimulo, un soldado español apartó a la mujer del
grupo, salvándole así la vida. Los
responsables del saqueo del almacén, aparentemente, eran los
habitantes de un pueblo vecino, donde vivían
descendientes de colonos alemanes.
En
una ocasión, en diciembre de 1941, la
artillería alemana comenzó a disparar contra un grupo de 11 presos
españoles capturados por los soviéticos, matando a
cuatro presos.
El
mando soviético recibía informes de los interrogatorios, en los que
se constataba que la moral de combate de la DA había mermado al
aumentar las dificultades. Los españoles jugaban a las cartas por
dinero y algunos pagaban a sus compañeros para que hicieran guardia
por ellos. En la DA se dio una orden contra quienes se autolesionaban
para evitar el frente. Uno de los presos, Juan Trias Diego, confirmó
a los soviéticos que en la División se había fusilado a soldados
por autolesionarse y que otros recibieron castigos tales como
patrullar en calzoncillos o ser abandonado frente a las trincheras
con un farol encendido. Los soldados se “perdían”
cuando volvían al frente desde el hospital, por lo que el mando de
la DA organizó el transporte en grupos vigilados por un oficial. El
método no fue eficaz, a jugar por un caso en el que además del
grupo desapareció también el oficial controlador.
En
Chudovo, a 100 kilómetros de Leningrado, había dos campos de
prisioneros de la Wehrmacht donde
fueron exterminados más de 53.000 personas. Al iniciarse la
retirada, el comandante del campo hizo formar a los prisioneros y
pidió dar varios pasos al frente a quienes no se valían por sí
mismos. Los 55 hombres que avanzaron, esperando que les facilitaran
el transporte, fueron fusilados a la vista del resto. Chudovo estaba
40 kilómetros al norte de la zona controlada por la DA.
[La
Wehrmacht
(«Fuerza de Defensa» en alemán) era el nombre de las fuerzas
armadas unificadas de la Alemania nazi desde 1935 a 1945, surgida
tras la disolución de las fuerzas armadas de la República de
Weimar, llamadas Reichswehr.]
Violentos
y ladrones, pero más humanos que los nazis, Pilar Bonet [El País, 7
de octubre de 2015]
No
obstante, hay que remontarse algunos años más atrás en la historia
para conocer las causas de formación de la
División Azul. Todo comenzó con la invasión de la
U.R.S.S por parte de la Alemania nazi de Hitler. La movilización,
que recibió el nombre de «Operación
Barbarroja», se inició un 22
de junio de 1941. Ese mismo día, los alemanes decidieron
que era hora de cobrarse el favor que habían prestado a Franco en la
Guerra Civil.
Así
lo explica el doctor en Historia Contemporánea Xavier
Moreno
Juliá
(autor
de varios libros cómo «Hitler
y Franco. Diplomacia en tiempos de guerra -1936-1945-»),
en su trabajo «La
División Azul. Sangre española en Rusia. 1941-1945»:
«Franco ofreció a Alemania el envió de algunas unidades de
voluntarios en reconocimiento a la ayuda recibida durante la Guerra
Civil. Un ofrecimiento que tenía que ser interpretado como un gesto
de solidaridad».
Sólo
dos días después de que Hitler decidiera marchar sobre la estepa
rusa, España se preparaba para dar la noticia a sus ciudadanos de la
existencia de la División Azul y de la necesidad de voluntarios. El
encargado de dar la exclusiva fue el ministro de Asuntos Exteriores
Ramón Serrano
Súñer.
«Un
Serrano exultante, con uniforme blanco y gafas de sol, ante la
expectativa de la gente y sin micrófonos, exclamó desde el centro
de Madrid: “Camaradas: No es hora de discursos, pero sí de que la
Falange dicte en estos momentos su sentencia condenatoria: ¡Rusia
es culpable!¡Culpable de nuestra Guerra Civil! (…) ¡El
exterminio de Rusia es exigencia de la Historia y del porvenir de
Europa!”», determina Juliá.
Con
estas palabras, Súñer dio el pistoletazo de salida para la entrada
de voluntarios en la División Azul, noticia que sería dada a
conocer por los diarios tres días después. Al instante, miles de
jóvenes se lanzaron a las calles para alistarse. Entre ellos, se
encontraba el joven Juan
José Sanz, entonces de 17 años, que, en
declaraciones a ABC, explica como vivió la situación.
[Mi
abuelo acababa de cumplir 21 años.]
«Tras
el estallido de la Segunda Guerra Mundial, escuché el discurso que
hizo el ministro Serrano Suñer en el que dijo la famosa frase “Rusia
es culpable”. Después de eso, nos apuntamos de golpe a la División
Azul. Tras el mensaje, yo fui a Zaragoza y me presenté voluntario
para luchar, pero no contra el pueblo ruso,
sino contra el comunismo. Igual que yo, en pocos días
salieron a las calles casi 20.000 jóvenes», determina el antiguo
miembro de la División Azul.
La
llegada de voluntarios fue masiva.
«Se dieron casos familiares extremos, como el ofrecimiento conjunto
de hasta tres y cuatro hermanos, o el de un padre con todos sus
hijos», determina Juliá en «División Azul». Sin embargo, la
mayor afluencia fue sin duda de universitarios: [¡!]
Así,
tras aproximadamente una semana de inscripciones, el 2 de julio
finalizó la fecha para alistarse en la División Azul, conocida por
los alemanes como «Blau división» o «250. Einheit spanischer
Freiwilliger» (250 Unidad de voluntarios españoles). Ansiosos, sus
18.000 integrantes, al mando de Agustín Muñoz Grandes, esperaban la
orden de partir.
Unos
10 días después, la orden se
hizo realidad, pues Franco hizo marchar a la División Azul hacia
Baviera (Alemania), donde tendrían su primer contacto con
los nazis y llevarían a cabo su instrucción. «El domingo 13 de
julio, la División Azul comenzó el transporte escalonado de sus
hombres hacia Alemania, en 19 expediciones, y a lo largo de diez
días», determina Juliá en su libro.
Sanz,
ya divisionario, partió más tarde. «A mí me asignaron al 3º
Batallón del Regimiento 263, que se formó entero en Zaragoza. De
hecho, uno de los curas más destacados, el padre Indalecio, vino a
Zaragoza desde Madrid para incluirse en esta unidad. Éramos casi
todos universitarios, además de médicos, abogados…. También es
curioso que nosotros no salimos de España el 13 de julio, como el
resto, sino que lo hicimos dos días después», determina antes de
aclarar lo emotiva que fue para él la partida.
[Salieron el 14 de julio de 1941 de Madrid, en un vagón de ganado. Llegaron a Alemania el 18 de julio.]
«Un
campamento militar instalado al lado del pueblecito bávaro de
Grafenwöhr, a pocos kilómetros de
Nuremberg, fue el centro asignado por el alto mando alemán
para la instrucción de la División Azul», explica el experto. En
este campo, sería donde los divisionarios españoles conocerían al
ejército nazi.
«Hicimos
el adiestramiento en sólo dos meses
cuando lo normal era en tres. Los alemanes quedaron
sorprendidos de nuestra preparación porque todos teníamos una
vocación clara y todos estábamos ilusionados en ir y aprender»,
señala Sanz, uno de los últimos en llegar al campo.
«Existían
muchos contrastes de mentalidad entre nosotros y los alemanes.
Nosotros cantábamos, hacíamos fiestas y ellos eran inflexibles. Por
ejemplo, fue muy jocosa cuando, el primer día de entrenamiento,
recibimos material. Nos dieron un equipo completo con hojas de
afeitar, cepillo de dientes, cepillo para el pelo… Nos hizo mucha
gracia porque nos parecía todo un lujo», explica el antiguo miembro
de la División Azul, que ahora roza los 90 años.
«Otra
anécdota sucedió con la ropa. Cuando nos dieron las camisas, como
éramos más pequeños que los alemanes, nos quedaban muy grandes.
Más de uno parecía que llevaba puesto un camisón. Lo mismo pasaba
con los pantalones, a los que teníamos que dar un par de vueltas. No
obstante, y a pesar de todo, no tuvimos ningún problema con ellos
porque siempre cumplíamos nuestras misiones», recuerda Sanz.
«En
principio, durante
las primeras marchas, decían que éramos unos “desarrapaos”.
La verdad es que, por ejemplo, nunca tuvimos mucho interés en llevar
pulcro el uniforme mientras que ellos lo llevaban impoluto. Sin
embargo, cuando llegamos al frente fue otra cosa, porque la División
Azul se mantuvo en su sitio durante importantes combates singulares»,
finaliza el divisionario.
Tras
dar por finalizado el entrenamiento, los divisionarios recibieron sus
primeras órdenes: partir hacia Rusia para reforzar a las fuerzas
alemanas. Sin embargo, se planteó un problema para la División Azul
debido a que, aunque podían ser trasladados hasta Polonia en tren,
se les informó de que deberían
hacer a pie una distancia de casi 900 kilómetros
para llegar a Smolensko,
cerca de Moscú. [De
Grafenwöhr a Smolensk hay 1808 km.]
«Llegadas
todas las expediciones, comenzó la parte más dura del viaje hasta
el frente, por la falta de transporte motorizado, los españoles
deberían cubrir casi 900 kilómetros a pie
(…). Los cálculos estimaban que en unos 40
los días necesarios para llegar hasta allí, donde los
divisionarios embarcarían nuevamente en
ferrocarril hasta Dno», determina el historiador Xavier
Moreno Juliá. [Cubrir unos 22,5 km por día. Dno está a 510 Km al
norte de Smolensk]
La
dureza del calzado, acompañada por las nubes de polvo que se
provocaban por la marcha y la falta de alimento, hacían el camino
insoportable. Además, la hilera que los soldados españoles formaban
era tan larga que había aproximadamente entre dos y tres días de
camino entre el grupo de cabeza y el del final.
«En
esa marcha se
nos rompieron los zapatos y llegamos a acabar casi medio desnudos.
Además, el problema también fue el frío que sufrimos que, aunque
no era tan intenso como el que sufrimos luego, nos afectó mucho más
porque nos cogió medio desnudos tras la caminata, sin apenas
zapatos, que se habían roto. Fue muy duro», recuerda el
divisionario Juan
José Sanz. [Finales
de septiembre de 1941]
«Aquella
salvaje marcha se cobró 11 vidas humanas (sólo la explosión de una
mina mató a 4 soldados e hirió a otros 34), y dejó fuera de juego
a 3013 hombres más, mayoritariamente en la condición de aspeados.
Mató también a 44 caballos e inutilizó a otros 957, así como 77
vehículos, algunos perdidos para siempre», explica Juliá. A pesar
de todo, tras varias semanas se
encontraron por fin cerca de su objetivo. [Maltratarse los pies por
haber caminado mucho.]
«La
División Azul recibió la orden de girar y desandar
unos cien kilómetros hasta Orsha, y dirigirse, en dirección norte,
hasta Vitebsk, donde tomaría el tren hasta Novgorod. En
pocas palabras: las necesidades de Hitler en el sector norte del
frente ruso y los malos informes que la Plana de Enlace alemana en la
División Azul envió al mando alemán (españoles mal uniformados y
con comportamientos mediterráneos, alejados de los parámetros
germánicos), decidieron a aquel a enviar a los españoles al sector
norte del frente», finalizada el historiador. Tras llegar
definitivamente a su posición, la División Azul entraría
finalmente en batalla. [Orsha está a 151 km al sur de Dno, Vitebsk
está a 275 km al sur de Orsha y el viaje en tren, dirección norte,
a 502 km hasta Novgorod. Al pie está el lago Ilmen.]
El
primer
frente en
el que la División Azul combatió fue cerca de un río navegable de
más de 200 kilómetros de largo, el Voljov,
situado al norte de Rusia. «Al Voljov los españoles llegaron entre
los días 10 y 11 de octubre de 1941, y el 12, fiesta de la
Hispanidad, entraron en combate. El frío era ya intenso, por
debajo de los cero grados centígrados, y el Ejército
alemán -y con él la División Azul- carecía de equipo de invierno,
en tanto que Hitler había previsto que la campaña rusa iba a estar
acabada en unos dos meses», señala el historiador Xavier
Moreno Juliá.
[Después de un mes caminando. La ciudad Voljov está a 191 km
dirección noreste, a la misma altura que Leningrado.]
Tras
llegar, la División Azul trató de llevar a cabo una serie de
pequeñas conquistas al otro lado del río. «Hubo un corto período
de ofensiva hispano-alemana con la toma de varias poblaciones de
escaso valor, en tanto que no sobrepasaban la catalogación de
aldeas. Y llegaron, en su avance hasta tres poblaciones que pasarían
a ser fundamentales: Otenski al
norte, Possad en el centro, y
Posselok, la más oriental, al
sur; las tres, cercanas al río Vischera,
afluente oriental del Voljov», afirma el experto.
[Narva
está a 277 km dirección noroeste. Possad está a 544 km al sureste]
No
obstante, esta ofensiva no se extendió mucho y en poco tiempo los
rusos iniciaron su propio asalto. «Siguieron cinco semanas de
sufrimiento atroz en Possad y Otenski, en tanto que Posselok fue
abandonada. Atacadas por la infantería, la artillería y la
aviación, las dos poblaciones se convirtieron en tumba abierta de
cientos de españoles», explica el historiador.
Al
final, el 7 de diciembre el
general español al mando de la operación recibió
la orden de retirada
por parte de los alemanes.
No hubo más que decir, la División Azul cruzó la orilla y se
apostó para la defensa de sus nuevas posiciones.
Los
españoles no tuvieron que esperar mucho para volver a combatir, pues
a los pocos días de retirarse de sus posiciones avanzadas fueron
atacados por centenares de soldados rusos. «El 27, una posición
española ubicada entre las localidades de Udarnik
y Lobkovo fue atacada. El pelotón, que estaba al mando de
un alférez, fue
aniquilado y los cuerpos de
sus
hombres, clavados en el suelo con picos para romper el hielo»,
afirma el historiador.
Esta
gran derrota fue conocida como la
tragedia de la «Posición intermedia».
Sin embargo, los españoles decidieron no dejar este suceso impune y
devolvieron el envite de manos del comandante Tomás García Rebull.
[Udarnik
está a 204 km al norte de Novgorod, muy cerca de Leningrado.]
Por
aquel tiempo, las bajas de la División Azul eran ya considerables,
pero nada comparables con las del ejército nazi. «El 31 de
diciembre de 1941 la División Azul había visto morir a 1.400
de sus hombres, en tanto que el Ejército alemán, desbordado desde
hacía ya tres semanas ante Moscú (5 de diciembre, ataque del
general Zhukov con reservas siberianas), contaba ya con un cuarto de
millón de muertos», explica Juliá.
Después
de resistir los ataques soviéticos, la División Azul protagonizó
una de sus acciones más valerosas, la cual consistió en cruzar
un lago helado para socorrer a una unidad alemana
que
estaba siendo «machacada» por fuerzas soviéticas.
Concretamente, esta acción se desarrolló en
el lago Ilmen (cerca del frente del río Voljov) del 10
al 21 de enero al mando del español José Manuel Ordás.
«El
año 1942 vio el cruce del Lago Ilmen -al
sur de las posiciones de la División Azul- por la
recientemente creada Compañía de Esquiadores. El lago,
completamente helado, fue cruzado a pie, pero con muy mala suerte,
pues la trayectoria prevista tuvo que anularse ante las grietas que
se abrían ante los españoles», determina el historiador Xavier
Moreno Juliá.
Estas
dificultades provocaron que tuviera que cambiarse el itinerario
inicial por uno más largo. Esto fue letal para las tropas españolas,
que tuvieron que soportar una temperatura de nada menos que 52
grados bajo cero.
«Finalmente, tras once días de
penalidades, los españoles encontraron a los alemanes,
que habían podido zafarse del acoso soviético», explica el
experto.
La
acción no fue demasiado satisfactoria para los españoles, que
sufrieron
102 bajas por congelación
acompañadas de una gran cantidad de heridos.
«Poco hubiesen podido hacer para ayudarles (a los alemanes), pues
quedaban sólo doce hombres ilesos de un
contingente inicial de 240», sentencia el historiador.
«Esta
acción fue aprovechada por el general español Muñoz Grandes para
dar publicidad a su División Azul, por medio del envío de un álbum
con los telegramas enviados y recibidos durante el cruce del lago. El
alto mando alemán quedó impresionado y la noticia llegó a Berlín.
A partir de entonces, luchar al lado de los
españoles pasó a ser señal de buena suerte para el soldado
alemán», explica Juliá. Después de estos envites, Berlín anunció
al mundo la victoria en el Voljov.
Tras
el frente del río Vonjov, los
españoles fueron enviados hacia Leningrado
(una de las principales ciudades rusas) para ayudar a las
tropas alemanas a mantener el cerco de la ciudad, sitiada por el
ejército nazi. Mediante este asedio, Hitler pretendía que la ciudad
muriera de hambre al contar con más de 3.000.000 de ciudadanos.
«El
frente de Leningrado, a diferencia del anterior, el del río Voljov,
era estático. En un primer momento, había incluso la intención
alemana de tomar por asalto la ciudad, por lo que fue llevada la
División Azul hasta allí, al objeto de cubrir
el flanco suroriental del ataque», sentencia el
historiador Xavier
Moreno Juliá.
Sin
embargo, Hitler
tuvo que detener finalmente el sitio de esta ciudad.
«Tenía que dar prioridad a la batalla que
se desarrollaba en el sector sur del frente ruso, en Stalingrado,
donde sus tropas comenzaban a tener serias dificultades. De ahí que
Leningrado se convirtiese en núcleo de asedio por parte de las
tropas alemanas, apoyadas por las españolas. Además, se daba la
circunstancia de que aquel nuevo frente era en gran medida urbano, a
diferencia del anterior, fundamentalmente rural» explica el
historiador.
Pero,
sin duda, la acción más valerosa de la División Azul fue la
defensa de la ciudad rusa de Krasni
Bor, cerca de Leningrado. «Acaeció el 10
de febrero de 1943. Ese día, 38 batallones soviéticos
salieron de Kolpino, el barrio industrial de Leningrado ante el que
estaba acantonada la División Azul, apoyados por unos ochenta
tanques, unas 150 baterías y un número indeterminado de "organillos
de Stalin", esto es, de lanzadoras de proyectiles», destaca el
historiador Xavier Moreno Juliá.
[Llamar
a esto defensa de una ciudad...Krasni Bor está a 39 km al sureste de
Leningrado]
«El
embate fue tal, que en menos de veinticuatro horas acabó
con la vida de 1.125 españoles,
hirió a más de mil y unos noventa se dieron por desaparecidos.
Los infantes alemanes, a cuyo mando estaba el general Philipp
Kleffel, tardaron casi diez horas en intervenir, una más que su
aviación. Tan sólo con los muertos de aquel día, España saldó -e
invirtió dieciséis veces- la mortandad en combate de la Legión
Cóndor, que sobrepasó en poco la cifra de trescientos hombres»,
finaliza el experto.
[Hablar
de “inversiones” y acciones valerosas me parece que aquí no
tiene lugar.
A
mi abuelo lo hirió una bomba anticarro pero no sé exactamente en
qué fecha ni en qué ciudad.
Los hospitales estaban en Riga, Letonia, a 588 km de Novgorod y
en Vilna [Lituania]
Cuando
las cosas se pusieron especialmente duras, De Orive (Madrid, 1919)
fue trasladada con las demás enfermeras a los países bálticos y a
Alemania. Estuvo en los hospitales de Porchow y Königsberg, donde
ejerció hasta el verano de 1942.]
Finalmente,
y tras decenas de combates, la División Azul fue relevada y enviada
a España a pesar de que algunos de sus
integrantes se negaban a marcharse [¡!]del frente.
Muchos, de hecho, consiguieron permanecer un poco más en combate
formando nuevas unidades hasta que volvieron a su país de origen
[Legión azul].
Manuel
P. Villatoro, [ABC, 21 de diciembre de 2013]
¿Qué relación tiene la Legión Azul con la División Azul?
Mucha,
en tanto que nació de ella. Concretamente, cuando la División Azul
fue retirada del frente, en octubre de 1943,
por orden de Madrid quedó en Rusia un pequeño contingente, la
Legión Azul, a modo de remanente que evitase posibles reacciones
alemanas y, a la par, la imagen de que España abandonaba a Alemania
a su suerte.
¿Quienes formaron parte de la Legión Azul?
En
teoría, 2.269
hombres,
de los que en mi libro Legión
Azul y Segunda Guerra Mundial facilito
los nombres y datos personales de 2.199. De hecho, hasta
ahora se creía que eran los más ideologizados de entre los
divisionarios, pero no fue así: mayoritariamente fueron los últimos
llegados a Rusia quienes quedaron retenidos por el mando. Por tanto,
poco voluntario y mucho forzado.
¿Cuál fue su trayectoria?
Primero
su entrada en combate fue retrasada por el Ministerio del Ejército
(el de Exteriores era totalmente contrario a su existencia). Después,
ya en el frente, fue parcialmente utilizada contra los partisanos, lo
que desagradó en mucho a la mayor parte de sus miembros. Por otra
parte, quedó concentrada en un frente en vilo ante la posibilidad
del inicio de la esperada ofensiva de invierno del Ejército Rojo.
Acciones de patrulla y vigilancia ocupaban las horas. Y finalmente,
cuando el ataque se desencadenó, el repliegue fue de gran magnitud,
en tanto que afectó a todo el Grupo de Ejércitos del Norte. La
marcha fue un desastre.
Entrevista
a Xavier Moreno Juliá.
El 19 de agosto comienzan los preparativos para la partida, empezando
a cargar víveres y maquinarias en los trenes. La división había sido
destinada al Frente Oriental, e incluida en el Grupo de Ejércitos del Centro, teniendo como destino del viaje la ciudad de Smolensk, para una vez allí, unirse al resto de los ejércitos hacia el asalto de Moscú.
El día 20 comienzan a salir los trenes, 66 grupos en total, a razón
de 12 grupos diarios. Desde el campamento bávaro se dirigían hacia el
norte, siguiendo dos rutas alternativas en función del tráfico
ferroviario, una que pasaba por Leipzig y Berlín, y otra a través de Chemnitz y Cottbus, para confluir ambas más adelante en la ciudad de Küstrin. Desde allí el convoy tomaba dirección este, atravesando el Corredor del Danzig y el río Vístula.
Tras un largo viaje de 1600 km y varios días de duración, fueron
llegando a las cuatro ciudades que habían sido designadas para aguardar
hasta que toda la tropa finalizase el desplazamiento: Treuburg, en Prusia Oriental, y las polacas Suwalki, Grodno y Reuss. Una vez llegado el último tren a Suwalki el 28 de agosto, se da por finalizada la primera fase.
[Desde Suwalki hasta Smolensk hay 733 km.]
Tras unos días de pausa, comienza la segunda fase. Desde la región,
es imposible alcanzar el destino, debido al mal estado de las vías, por
lo que el trayecto de 900 km hasta Smolensk, hay que realizarlo andando.
Tras dejar atrás Grodno y Lida, se llegó el día 8 de septiembre a Vilna, capital lituana, donde se hizo una parada de un par de días. Desde allí se continuó hacia el este, ya en tierras soviéticas, llegando a Molodezno y Minsk.
El recorrido fue muy complicado, las frecuentes lluvias o el atravesar
espesos bosques por caminos, dificultaban la travesía para el
contingente. Las largas jornadas de trayecto, la dureza del calzado y el
excesivo peso, provocaban a los soldados continuas heridas en pies y
hombros. Asímismo, la poca o nula experiencia de la tropa con el manejo
y cuidado de animales, provocó que los caballos que les acompañaban
sufrieran una alta mortalidad, que fue motivo de queja oficial por el
mando alemán.
La travesía continuó, dejando atrás las ciudades de Borisov y Orsha. Faltando poco para llegar a Smolensk, el día 24 tiene lugar una contraofensiva soviética en Leningrado, pidiendo refuerzos el general von Leeb. Hitler alteró los planes de la Operación Tifón,
con la que tenía que lanzar el asalto definitivo a Moscú y decidió
trasladar tres divisiones, entre ellas la División azul a socorrer el
frente norte. De este modo la división era apartada del 9.º y fue
incluida en el 16.º Ejército, dentro del Grupo del Norte. Todo el convoy tuvo que dar media vuelta en dirección contraria, hasta el cruce entre Orsha y Vitebsk,
para girar hacia el norte y dirigirse hasta esta última, suponiendo un
varapalo anímico para la tropa, que perdía la oportunidad que les
prometieron, de participar en la toma de Moscú.
El día 28 comienzan a llegar las tropas a Vitebsk, finalizando así la
etapa de camino. Desde allí podrán tomar de nuevo un ferrocarril, que
tras pasar por la ciudad de Dno, les llevará definitivamente al frente de guerra, en la histórica ciudad de Novgorod.
En torno al 10 de octubre el grueso de las tropas estaba en el frente.
La división se desplegó alrededor de los suburbios de Novgorod, siempre
al oeste del río Voljov. El regimiento 262.º en el subsector de la propida ciudad, el 269.º cubría el subsector Norte con retaguardia en Podvereje,
el 263.º en el subsector Centro y en el subsector del Ilmen, los Grupos
Antitanque y de Exploración. El Regimiento de Artillería se posicionó
al oeste de Novgorod, en la barriada de Grigorovo, donde también quedó establecido el Cuartel General de la división. Casualmente, el 12 de octubre, Fiesta Nacional de España,
tras más de cincuenta días de viaje desde el campamento de Grafenwöhr,
las tropas sufren un ataque, produciéndose así la entrada en combate de
los españoles.
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