viernes, 14 de septiembre de 2012

Con el sentido crítico embotado


Antonio Muñoz Molina, Fragmentos de Hora de despertar” (Escrito en un instante, 20/05/2011)
Antonio Muñoz Molina, Fragmentos de Respuesta de Muñoz Molina” (El País, 17/04/1996)
Antonio Muñoz Molina, Fragmentos de Andalucía obligatoria” (El País, 13/03/1996)
Entrevista a Antonio Muñoz Molina, La imaginación humana es muy limitada” (Jot Down Cultural, 09/2011)
Antonio Muñoz Molina, Fragmentos de La historia y el olvido” (El País, 09/11/1997)


España vivía en un estado de irrealidad parcial, incluso de delirio, sobre todo en la esfera pública, pero no solo en ella. Un delirio inducido por la clase política, alimentado por los medios, consentido por la ciudadanía, que aceptaba sin mucha dificultad la irrelevancia a cambio del halago, casi siempre de tipo identitario o festivo, o una mezcla de los dos.
Tierno Galván, que miró sonriente para otro lado, siendo alcalde, la corrupción municipal que volvía cómplices a empresarios y a políticos.
Expo de Sevilla en 1992 Era la época de los grandes acontecimientos y no de los pequeños logros diarios, administración austera y rigurosa,
Escribía denunciando el folklorismo obligatorio, el narcisismo de la identidad, el abandono de la enseñanza pública, el despilfarro en lo superfluo y la mezquindad en lo necesario. Tal vez el fomento del alcoholismo colectivo no debiera estar entre las prioridades de una institución pública.
El orgullo vacuo del ser ha dejado en segundo plano la dificultad y la satisfacción del hacer. Es algo que viene de antiguo, concretamente de la época de la Contrarreforma, cuando lo importante en la España inquisitorial consistía en mostrar, sobre todo, que no se era.
La omnipresencia del ser cortocircuita de antemano cualquier debate: no es porque tengas argumentos, sino porque eres.
He visto a alcaldes y a autoridades autonómicas españolas de todos los colores tirar cantidades inmensas de dinero público.
Cómo un país de mediana importancia podía permitirse tantos lujos. Por qué la ciudadanía ha aceptado con tanta indiferencia tantos abusos, durante tanto tiempo. Rebeldía práctica para ponernos de acuerdo en hacer juntos un cierto número de cosas:que haya listas abiertas y limitación de mandatos, que la administración sea austera, profesional y transparente, que se prescinda de lo superfluo para salvar lo imprescindible que se debata con claridad el modelo educativo y el modelo productivo que nuestro país necesita para ser viable y para ser justo, mejoras graduales y en profundidad surgidas del consenso democrático
Y autocrítica, insisto, para no ceder más al halago, para reflexionar sobre lo que cada uno puede hacer en su propio ámbito y quizás no hace con el empeño con que debiera: cada uno a lo suyo, en lo suyo, miembros de una comunidad política sólida y abierta: ciudadanos justos y benéficos, como decía la Constitución de 1812, trabajadores de todas clases, como decía la de 1931.


Antonio Muñoz Molina, “Hora de despertar” (Escrito en un instante, 20/05/2011)



El adoctrinamiento en las pasiones regionalistas o nacionalistas es tan intenso que ya no tiene remedio.
Contra las caricaturas de Andalucía que se fabricaban en el franquismo, y que ahora han vuelto a ser la imagen dominante de nuestra tierra.
Andalucía padece un atraso económico, social y cultural tremendo, en los últimos años lo que se ha alentado en Andalucía no ha sido la cultura del trabajo, de la responsabilidad y del esfuerzo, no se ha hecho nada por remediar la plaga horrible del paro, por crear fuentes de prosperidad y de trabajo honrado
He visto el trabajo sin recompensa, el agotamiento de los hombres en la tierra y de las mujeres en la casa o en el tajo de la aceituna.
Aquellos andaluces que, en sus posiciones de poder político y cultural, repiten los tópicos más falsos sobre nuestra tierra. Mucho cuidado con establecer divisiones entre renegados y leales
Contra lo que me rebelo es contra la obligatoriedad de esas cosas contra el proceso acelerado de tergiversación y caricaturización mediante el cual se las está queriendo convertir en la cultura oficial de los andaluces, porque conozco y admiro las formas tan delicadas y plurales de su arte popular y porque me duele mucho la injusticia en la que sigue sumida. Mis padres, que han pasado sus vidas enteras trabajando y viviendo con rectitud y decencia Y no se parecen nada a los andaluces de sainete que ahora ha resucitado la cultura oficial.

Antonio Muñoz Molina, “Respuesta de Muñoz Molina” (El País, 17/04/1996)

En Andalucía empieza a arreciar una creciente vocación pública y privada de caricatura y parodia de sí misma. En las oficinas de la Junta de Andalucía en Sevilla supongo que los cargos públicos y los funcionarios se van preparando para, una larga vacación "Hay quien dice de Jaén que no es mi tierra andaluza". En aquellos tiempos oscuros, casi ningún andaluz sabía que lo era, y si lo sabía o lo pensaba no importaba mucho,
Así que muchos crecimos sin saber si nuestra tierra, aparte de pobre y tan lejos de todo, era una tierra andaluza. La Andalucía más nítida de la que teníamos noticia era la de los decorados de aquellas españoladas que rodaron Imperio Argentina y Florián Rey en el Berlín siniestro del nazismo. El dolor por el atraso de la tierra en la que habíamos nacido y el asco por la pringue beata y folclórica con que nos la embadurnaban para convertirla en una parodia.
Con la democracia y los gobiernos de izquierdas no llegó para Andalucía la liberación de la ignorancia, ni del atraso, ni de la superstición, ni del folclorismo. Lo que vino, lo que ya nos inunda, es exactamente lo contrario, la fiebre irracional e intimidatoria por todas las fiestas y tradiciones posibles, la epidemia invencible del paro, el desmantelamiento del ferrocarril en las comarcas más pobres, el abandono o la venta o la simple pérdida por incompetencia y desidia de las pocas fuentes de riqueza verdadera que aún nos quedaban, como el aceite de oliva.
En catorce años de gobierno autónomo, de primacía de la izquierda, los dos vicios capitales del señoritismo han sido prácticamente lo único que se ha socializado en Andalucía: el fanatismo folclórico-religioso y el desdén por el trabajo.
Andalucía se va quedando cada vez más atrás, cada vez más aturdida y perdida en el engaño de su alegría obligatoria, de la que son culpables principales las fuerzas políticas y las instituciones andaluzas. Han corrompido la antigua palanca progresista de la educación.

Nada es tan disparatado como la realidad.

Antonio Muñoz Molina, “Andalucía obligatoria” (El País, 13/03/1996)


Dentro de Manhattan es de los pocos sitios que todavía tiene un aire vecinal. Manhattan está muy embellecido por ese proceso que sufren a veces las ciudades en el que se va la gente normal y llegan las tiendas, las franquicias, los restaurantes de lujo Este barrio tiene todavía una vitalidad muy grande. Está muy cerca la Universidad de Columbia y la catedral de St. John The Divine, que es la catedral episcopaliana de Nueva York y es extremadamente progresista. Son muy avanzados en cuestiones sociales, políticas y de costumbres.
Y ésta es la Hungarian Pastry Shop, el nombre remite al carácter que tenía el barrio de todo el Upper West Side y Morningside Heights, un sitio en el que se mezclaba la inmigración centroeuropea y, un poco más allá, en Amsterdam Ave., la inmigración puertorriqueña. A las personas cuando nos gusta una ciudad, nos gusta enseñar los sitios que son difíciles de encontrar. Hace falta que te lo diga alguien. Representa mucho la ciudad y el barrio y una idea de Nueva York que en España no se tiene,
¿Recuerda su primera noche en Nueva York?
Lo que más recuerdo respirar el aire, ese aire tan particular, sobre todo cuando hace un poco de calor, un aire que casi se puede tocar, tanto el olor como casi lo tangible del aire. también recuerdo el ruido, como estar en un camarote barato de un transatlántico
¿En qué año fue?
En el 90.
En apenas dos semanas se cumplirá una década del 11-S. ¿Qué recuerdos guarda, qué detalles, de aquel día?
Esa pesadilla sólo guarda una relación visual con lo que ocurrió ese día. Un verso de T.S. Eliot, de los Cuatro Cuartetos, que dice: “Human kind cannot bear very much reality”, es decir, la especie humana no puede soportar demasiado la realidad. El efecto que tenía aquello era la suspensión total… No se podía comprender. Lo veíamos todo a través de la televisión. Es decir, nuestra percepción de lo que estaba pasando era indirecta.
Le cuentan la siguiente imagen: su jardín lleno de papeles quemados y el puente de Brooklyn lleno de gente, una muchedumbre que huía, cubierta de ceniza. Eso no se lo puede imaginar nadie. La ficción está sobrevalorada porque hay experiencias que su rareza y su radicalidad no pueden ser imaginadas.
Lo mejor que se ha escrito sobre el 11-S es el informe oficial.  Parece que es una cosa soñada, pero la Quinta Avenida estaba vacía y había un homeless con una sillita de plástico de playa; había conectado un televisor recogido de la basura a un cable de una farola y estaba viendo las noticias en ese televisor. ¿Eso quién se lo inventa?

¿Cree que Nueva York es la caja de resonancia de lo que ocurre en el mundo?
Eso es así. En Madrid o en Buenos Aires o en Berlín, la gente sabe lo que está pasando fuera, pero aquí la gente sabe lo que está sucediendo aquí. También hay muchas cosas que están en Nueva York y nadie sabe que están en Nueva York. La eterna frustración tanto de artistas como de funcionarios culturales europeos: todo el mundo quiere venir aquí a darse a conocer, pero ellos son los que deciden conocerte.
En el noreste de Congo, cerca de la ciudad de Bunia, hay una mina de oro cuyo propietario, John Paulson, ganó 15.000 millones de dólares apostando al colapso de las hipotecas basura en Estados Unidos y es uno de los responsables directos de la crisis financiera mundial. ¿Qué le sugiere esta historia?
Es la parte obscena de la ciudad, aquí es donde los que han robado a los pobres del mundo vienen a gastarse el dinero. El gran peligro de Nueva York es convertirse en París. Una ciudad escaparate para millonarios. Nueva York también me recuerda mucho a Venecia. Tengo una teoría absurda y es que Venecia era el centro del mundo cuando el eje del comercio mundial estaba en el Mediterráneo, llegaba la Ruta de la Seda. Cuando llega América se desplaza el eje a Nueva York y Venecia se queda convertida en una especie de teatro. El eje ahora se desplaza hacia el Pacífico, hacia Shanghai y, claro, Nueva York puede ser ahora Venecia.
En España estamos siempre mirando de soslayo y si eres un poco conocido, ya ni te cuento. La libertad de respetar de verdad la diferencia la he aprendido aquí. En España todos nos parecemos extraordinariamente.

Donde no va todo el mundo es al Teatro Real o al Liceo porque la mitad de los asientos están pillados por políticos.
Para ser progresista, ¿tenemos que negar que, en primer lugar, hubo una responsabilidad repartida en el desastre del fracaso de la República? ¿no podemos reconocer lo que personas que estaban entonces comprometidos con la defensa de la República reconocían y deploraban?

Si tú lees La velada en Benicarló de Manuel Azaña, escrita en 1937, ahí ves como Azaña lamenta con un dolor trágico los crímenes cometidos en la zona republicana durante la guerra. Si lees a Manuel Chaves Nogales, republicano, socialista, director de Ahora, lees su libro A sangre y fuego publicado en 1937. Arturo Barea, republicano, socialista, exiliado en Inglaterra, el tercer tomo de La forja de un rebelde, que trata del verano en Madrid en 1936. Julián Zugazagoitia, director de El Socialista… Lee las cosas que escribieron ellos, yo sólo digo eso. Segundo paso: historiadores.
En una época de divisiones políticas muy feroces te situabas tú y te situaban tus enemigos. ¿Una persona decente va a hacer distinciones entre crímenes? Pero no sólo es la izquierda, a la derecha le pasa exactamente igual, parece que tampoco hay manera de reconocer la responsabilidad de la derecha en la conspiración contra la República y del horror de la posguerra, del horror de la dictadura. Nadie quiere reconocer y yo me pregunto por qué.
Pero quizá la izquierda sí que ha esgrimido la bandera de la República y la derecha no se ha posicionado abiertamente como defensora del franquismo.
¿Tú crees que en Alemania hay quien reconoce los crímenes del nazismo pero no los del régimen comunista? Y es un ejercicio que hay que hacer, el convertir a la República en una especie de paraíso ideal es un disparate.
Esto sólo tiene que ver con las minorías políticas, porque la inmensa mayoría de la gente en España es mucho más sensata que la clase política, que la clase intelectual y que la clase periodística; es decir, la sociedad es mucho más sana, al igual que pienso que la media de los lectores es mucho mayor que la de los críticos. 

Enrique Moradiellos, que se llama 1936, y es un resumen de todo lo que ha sido probado y en lo cual hay un consenso abrumador entre los historiadores.

¿Cree que ser un intelectual socialdemócrata le sitúa en una tierra de nadie en la España actual?

Me sitúa en la tierra en la que está casi todo el mundo. En España, la mayoría de las personas aceptan la democracia como un régimen normal, están de acuerdo con que haya una educación, una sanidad pública, un imperio de la ley y una organización democrática de la sociedad. A todas estas personas que dicen que este régimen no sirve, cabe preguntarles: ¿qué régimen queréis?

Notas escépticas de un republicano que publiqué en El País y decía: ¿qué derechos políticos y sociales que reconoció la República no existen ahora en España? y ¿cuántos de los derechos sociales que tenemos ahora existían en 1931?
¿ha sido Zapatero una decepción?
Hay cosas que se han conseguido y que han sido importantes, pero la verdad es que no me he llevado una decepción. Ni celebré su llegada ni lamento su marcha. Tampoco me gustan los que le van a sustituir.
Dígame si está de acuerdo con esta afirmación: la generación que vivió la Transición en su juventud, su generación, se ha anquilosado en el poder, en todos los ámbitos del poder, mediante el mito de que “fueron los que consiguieron la democracia en España” y las generaciones posteriores han tenido que cargar con el pecado original de no haber sufrido la dictadura y haberlo tenido todo muy fácil.
Zapatero: su bandera era dar un paso más allá de la Transición.
El discurso que se ha hecho dominante en España ha sido el de la crítica, digo hablando de política, España es un país muy oligárquico y estoy de acuerdo en parte de lo que dices. sí hay un anquilosamiento cultural, Hay cosas que, para bien, está bien que duren. Aquí, por ejemplo, en los medios de comunicación ves gente que lleva haciendo un programa 30 años y está bien, siempre que haya oportunidades.

En literatura, todas las generaciones parecen estar rebelándose contra una literatura costumbrista. Lo que falta es verdadero rigor, oportunidades, falta honradez en los que tienen posiciones visibles e importantes. La honradez de no repetirte, de aprender, de cambiar. Y faltan verdaderos debates.
Hay un malentendido terrible en la sociedad española y es creer que el mérito comprobable y el esfuerzo no cuentan. Y es que en realidad no cuentan, ¿cuenta algún mérito para ser político? No cuenta nada. Ahora se dice eso de que ésta es la generación mejor preparada. En España hay gente muy preparada, Hay un vacío entre los que están muy preparados y una gran cantidad de gente que no está nada preparada. ¿Una persona preparada puede llegar a ser profesor universitario? ¿Para ocupar un puesto cultural en un país de habla no española se exige hablar la lengua de ese país?
¿Cuál es su opinión acerca del llamado movimiento del 15M?
Hay que saber no sólo qué queremos cambiar, sino qué tenemos que conservar; porque hay cosas que tenemos que conservar y mejorar, La clave de todo: la enseñanza y la sanidad públicas y mejorar el sistema judicial. Tiene que ser un cambio pragmático, hay que tomar el ejemplo del Movimiento de los Derechos Civiles de este país. Todos los plenos municipales son públicos y se puede intervenir. Vamos a ir a los plenos municipales a vigilar los acuerdos. Otra cosa que he aprendido aquí es la cantidad de cosas que uno puede hacer, el modo en que la gente se responsabiliza de ámbitos de acción cívica.

Estoy hasta las narices de gente que habla y lo que habla no tiene nada que ver con lo que hace.
La ética de la responsabilidad personal, por ahí hay que empezar.

¿Puede comentarme sus dos años al frente del Cervantes?
Era bonito intentar hacer un servicio público. Me gustó hacer y mostrar ciertas cosas de la cultura española en buenas condiciones. Un trabajo agotador y muy mal pagado.

El trabajo del diccionario me gusta mucho y haber conocido a gente muy brillante y muy excéntrica, muy libre, como Lázaro Carreter, Emilio Alarcos, Francisco Ayala, Claudio Rodríguez

¿Qué opina del fenómeno Bildu?
Tendrá que prevalecer el imperio de la ley.
De El invierno en Lisboa usted ha dicho que le cambió la vida, pero que se siente muy lejos de ella.
Pasa el tiempo y el libro se te olvida, pero lo que te reconcilia es la gente que lo lee, gente que no había nacido cuando yo escribí el libro y que me habla del libro con emoción, me reconcilia con él.
Lo que me gustaba de esa gente era su naturalidad. Es algo que he comprendido mejor viniendo aquí luego. La naturalidad y el sentido del trabajo. Es una ética, no sólo una estética.

Estoy releyendo ahora La montaña mágica de Thomas Mann; es una explicación del mundo, tú puedes ser un canalla o puedes ser buena persona, no depende de lo que leas, pero la ficción tiene algo muy importante que es la posibilidad de ponerte en el lugar de otro, Te produce un consuelo, de que eso que a ti te pasa no es raro, no estás solo. Si la ficción no fuera muy importante no sería universal. No hay cultura humana que no tenga música, que no tenga ficción. Ni una sola.
  
En el Quijote están los molinos de viento, que son una tecnología entonces recién importada de los Países Bajos, los batanes, etc, por no hablar de la imprenta. En Dickens y en Galdós hay ferrocarriles y telegramas. En un soneto de Lorca de principios de los años 30 hay una cabina de teléfono.

La obra maestra tarda en saberse, es la que traspasa el tiempo, necesita del tiempo. Aquello que está siendo continuamente sometido a pruebas y sale de ellas.
Alice Munro, canadiense, me parece el mejor escritor vivo que conozco.

En general, un escritor no tiene ninguna necesidad de esconderse para que lo dejen en paz. No hay tantas personas interesadas en conocerlo.

Escribir bien implica siempre mucho trabajo, pero se puede trabajar mucho, leer mucho y no llegar a ser muy bueno por razones diversas: por el azar de no dar con los temas que son fértiles para uno o porque la falta de reconocimiento te desaliente. O simplemente porque el amor a la literatura y la vocación por escribir no garantizan que se vaya a lograr nada.
¿Mis fuertes? Quizá un sentido natural del idioma, que tiene el peligro de la facilidad. También el hecho de que me gusta mucho lo que hago, entonces le dedico muchísimo tiempo con poco esfuerzo. Creo que me gusta fijarme mucho en la gente y tengo mucha curiosidad por muchas cosas.

El diálogo con los escritores es algo muy íntimo que no tiene mucho que ver con su presencia física.
El que me gusta es Cervantes. Tiene originalidad, talento, compasión y además una ironía bastante poco española, por lo sutil.

El amor es muy importante para mí. Fíjate que en la literatura española las cuestiones amorosas se tratan con miedo a quedar como sentimental. La exploración de los sentimientos es algo muy importante en la vida de una persona. Gente que va buscándose por sitios sin encontrarse. El amor, el deseo, el olvido. Uno no se cansa de escribir sobre eso.

Entrevista a Antonio Muñoz Molina, “La imaginación humana es muy limitada” (Jot Down Cultural, 09/2011)
Parte del éxito de la transición se cimentó sobre el olvido mutuo y la suspensión del pasado, o sobre la renuncia a utilizarlo políticamente, para ser más exactos. los ochenta fueron un tiempo en que moda y modernidad se volvieron sinónimos. Los intelectuales, la gente que escribe libros y opina en los periódicos, no suelen interesarse mucho por lo que ocurre en las escuelas. Si lo hubieran hecho, habrían observado a lo largo de esa década que las tentativas de abolición política y estética del pasado se correspondían con el lento descrédito escolar de los saberes de la memoria, es decir, las Humanidades. la enseñanza de la Historia (y también de la Geografía) todo aprendizaje debía prescindir de la memoria y basarse en la experiencia directa. en los principios pedagógicos triunfantes en las últimas décadas está implícita la negación de los saberes históricos y geográficos. Ni el pasado ni el mundo exterior tienen mucho sitio en la escuela.
Se unen otros dos factores que me parecen muy relevantes. El primero de ellos es la negación postmoderna de cualquier posibilidad de conocimiento objetivo, y la idea correlativa de que todos los discursos son más o menos equivalentes, ya que ninguno de ellos puede ser juzgado según un criterio de confrontación con la realidad. Según ese principio, no ya la Historia, sino incluso la Física, son construcciones arbitrarias que responden a intereses de poder, a opciones de raza, de sexo o de orientación sexual. Esa música, en apariencia tan lejana, ya le estará sonando a alguien: una cultura inocente y ancestral, una raza pura y bondadosa, unos dominadores pérfidos, y, por supuesto, extranjeros... El segundo factor al que me refería más arriba en la denigración general de la Historia es la fiebre regionalista o nacionalista que se extendió entre nosotros desde principios de los años setenta, y que culminó en la colosal chapuza del llamado Estado de las autonomías. Distinguir entre la evidencia política y el disparate, es decir, entre la necesidad que había, al restaurar la democracia, de restaurar también los estatutos de Cataluña, el País Vasco y Galicia, y la apresurada proliferación de estatutos y nacionalidades a la que se ha dedicado tan jovialmente y tan costosamente la clase política en los últimos veinte años. Las ideologías nacionalistas son legítimas, pero que no tienen por qué ser obligatorias, ni ser la representación privilegiada y hegemónica de los intereses o de la personalidad de un territorio. La creencia de que no hay vida política fuera del nacionalismo más cerradamente identitario.
Esta vocación balcánica viene de lejos, exactamente de los tiempos confusos del último franquismo y la primera transición. Fue entonces cuando la izquierda se afilió con entusiasmo apresurado e ignorante a la creencia de que nacionalismo y progresismo eran términos idénticos, y de que, por lo tanto, la idea y hasta el nombre de España pertenecían a la reacción, eran invenciones de la derecha franquista. De pronto resultaba que España era una entidad pétrea y dominadora, y que a la vez no existía. Existía, aún parece que existe, una cosa llamada Estado Español, término que los nacionalistas copiaron de Franco, quien a su vez lo había copiado del mariscal Pétain,
Al mismo tiempo que se decretaba la inexistencia de España iba desapareciendo en las escuelas el estudio de su historia inexistente, y por supuesto de su geografía irreal.
La Historia de España sólo puede ser reaccionaria y memorística: frente a ella, contra ella, se erigen las historias o mejor las culturas respectivas de los nobles pueblos autóctonos, tan lúdicas y a la medida como las atracciones de un parque temático,
Lo que hizo el régimen de Franco con la historia de España no fue imponerla tiránicamente, sino tergiversarla y abolirla, usurparla igual que usurparon el nombre el país. Desde 1939 se decretó no sólo la amnesia acerca de lo que habían sido la República y la guerra, sino también la falsificación de todo el pasado anterior, a fin de ajustarlo a las directrices ideológicas de la derecha más ignorante y cerril y de una iglesia de incensarios y brazos en alto aliada con perfecto descaro con la tiranía.
Nos ocultaban otra historia verdadera y plural, haciéndonos creer que la única tradición española posible era la reaccionaria. Las Comunidades de Castilla, la Ilustración, las Cortes de Cádiz, la revolución de 1868, el progreso de las ideas krausistas, del socialismo y del federalismo, la II República, todo fue borrado, abolido, negado, con la misma crueldad radical con que se negó la condición y hasta la nacionalidad española a una muchedumbre de vencidos.
La dictadura, pues, ocultó y falsificó la Historia de España: la democracia, en vez de recobrarla, ha confirmado su prohibición. Parece que a nadie, en ninguna parte, le interesa contar la simple verdad que los documentos atestiguan: que en 1936 hubo una sublevación militar en contra de un régimen legal y democrático, la República Española, en cuyo ordenamiento constitucional estaban incluidos los estatutos de autonomía del País Vasco y de Cataluña.
Enseñar Historia no sólo sirve para conocer el pasado y encontrar en él ciertas claves necesarias para la comprensión del presente, sino también para crear en nosotros la conciencia de la dificultad y la necesidad del saber, la disciplina intelectual que nos hace falta para interpretar diariamente los indicios de la vida. El ejercicio de la inteligencia al que nos acostumbra la historia nos ayuda a recelar de las trampas de sus manipuladores. El sentido crítico está siendo más sistemáticamente embotado mediante el cultivo simultáneo del adoctrinamiento y de la ignorancia.
La comprensión y la conciencia crítica precisan de una base ineludible de conocimientos, para entender el curso del tiempo nos hace falta una noción clara de la sucesión de los hechos históricos. Cada historia parcial enriquece e ilumina una historia común, que cobra su pleno sentido en el marco más amplio de la Historia europea y aun en el de la Historia Universal, que cada día nos es más necesaria, porque cada día se vuelve más pequeño e interconectado el mundo. Justo ahora, cuando sabemos el modo en que puede afectarnos un hecho ocurrido en Bruselas o en Singapur, cuando los científicos nos están alertando de que los desastres de la naturaleza tienen consecuencias globales, La España en la que a mí me gusta vivir es tan plural en historias como en paisajes y en idiomas: pero sería terrible que se confundiera la pluralidad con una yuxtaposición de esa clase de colectividades monolíticas -de lengua, de religión, de raza- a las que aspira siempre el nacionalismo. Pero la clase política que nos desgobierna, tan nefasta como populosa, no tiene en general el menor interés en resaltar las cosas razonables que nos unen, y que son el cimiento de la democracia, igual que en el fondo le importa un pimiento la calidad del aprendizaje en las escuelas.
Es una fecha que debería aprenderse de memoria en las escuelas, y pertenece a la historia de España: el 14 de julio de 1997. 

Antonio Muñoz Molina, “La historia y el olvido” (El País, 09/11/1997)

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