lunes, 12 de septiembre de 2016

Fußnote 4

«¿Qué ven, Jerhonimus Bosch, tus ojos atónitos? ¿Por qué esa palidez en el rostro? ¿Acaso has visto aparecer ante ti los fantasmas de Lemuria o los espectros voladores de Érebo? Se diría que para ti se han abierto las puertas del avaro Plutón y las moradas del Tártaro, viendo como tu diestra mano ha podido pintar tan bien todos los secretos del Averno».


Vuelvo al Prado cada pocos días en este verano tórrido que nunca se acaba. Se prolonga la exposición de El Bosco y, en vez de llegar algo de fresco de los antiguos septiembres, se prolonga y se exagera1 un calor sin respiro. A media tarde, el cielo sin nubes es de un blanco lívido y en el aire hay una gasa candente de polvo de desierto. No hay más brisa fresca que la que sale de los vestíbulos de los hoteles de lujo y de las tiendas de moda abiertas de par en par, quizá con objeto de lograr un despilfarro de energía más eficiente. Vuelve uno al Prado, entre otras cosas, buscando el fresco del aire acondicionado y de los techos muy altos, atravesando en el camino las arboledas del Retiro2, que incluso tienen un olor de rocío a primera hora de la mañana, cuando están recién regadas.
Ir por el Retiro es una buena introducción para El Bosco3. Al ir se ve el parque de una manera y al volver se ve de otra del todo diferente. La perspectiva ordenada de los árboles alejándose sobre las praderas hacia una umbría acogedora se parece mucho a la de esos bosquecillos que pinta El Bosco en sus visiones del paraíso terrenal. En el Retiro, personas solas, parejas, grupos de amigos, gente que hace ejercicios diversos, salpican el espacio como las figuras de un ordenado paraíso. Porque acabamos de verlos con tanta exactitud en las pinturas nos fijamos más en los pájaros, el negro azulado y los largos picos y el blanco de las urracas4, las rápidas siluetas negras de los cuervos y los mirlos. El catálogo de las delicias terrenales5 es más limitado en el parque que en el gran Jardín de El Bosco, pero también lo ilustra a uno sobre las variedades misteriosas del disfrute de la vida. Las parejas que se abrazan tendidas sobre la hierba, una pierna femenina desnuda presionando sobre el costado de un hombre, las que conversan sentadas y escuchando música, como en una escena de amor cortesano, aunque usen un iphone en vez de un laúd, los grupos que juegan, los lectores, los que corren muy rápido, los que practican posturas de yoga o se mueven con la lenta gestualidad del taichi. En el Retiro, como en El Bosco, hay gente cabeza abajo.
Del Retiro paso a los jardines y los infiernos pintados6. El fondo de los incendios nocturnos y las ciudades de las que huyen multitudes aterradas lo veo en el telediario y en las imágenes del periódico. En cada regreso al Prado, El Bosco me parece un pintor todavía más realista. Las zonas de escrupulosa observación son mucho más frecuentes que las de delirio. Lo fantástico7 no resulta de la ruptura con lo visible, sino de la mezcla chocante de algunos de sus elementos literales, o simplemente de una inversión en las proporciones. Lo común se vuelve monstruoso al aumentar de tamaño. El mejillón entreabierto del que sobresalen las piernas enlazadas de una pareja es un mejillón ordinario y también una criatura o un artefacto del tamaño de un ataúd. Tan usuales como las cáscaras de los mejillones eran en su ciudad manufacturera y comerciante los cuchillos que se fabricaban en ella. Pero cuando uno de esos cuchillos adquiere el tamaño de un carro se convierte en una herramienta infernal, más todavía si está hendiendo dos orejas gigantes que no pertenecen a ninguna cabeza, orejas traspasadas por el acero como los oídos de los pecadores que amaron en vida la música profana y han sido condenados a una eternidad de ruidos como los que revientan los tímpanos en un concierto de pachanga electrónica. Las plantas y los pájaros reales son más asombrosos en su belleza y en su complejidad orgánica que cualquiera de los inventados. El árbol más inverosímil de todo El jardín de las delicias es un drago canario8. Es difícil que El Bosco llegara a verlos, pero justo en los mismos años en los que él pintaba sus bestiarios y sus prodigios botánicos, ojos europeos estaban viendo por primera vez los animales y las plantas de América y, como no sabían a qué compararlos, los confundían con los seres mitológicos y disparatados de las miniaturas. La choza campesina holandesa en la que la Virgen y el Niño reciben el homenaje de los Reyes Magos9 es hiperrealista10 en su detallismo, en su pobreza, en su precariedad. Por eso resulta más amenazador el Anticristo sonriente y rojizo que se asoma al umbral. Si el Anticristo11 puede esconderse en un sitio tan cotidiano, tan reconocible para cualquier contemporáneo del cuadro, entonces no hay lugar seguro ni nadie que esté a salvo de su maleficio.
El Bosco es especialista en graduar distancias, desde el plano próximo de lo casi tangible hasta el horizonte que se disuelve en azules y blancos. En la parte delantera del cuadro, como en un escenario, suceden las solemnidades12 de la Teología, la santidad, el martirio, el milagro. Un poco más allá empieza el mundo real, y la lejanía desde la que se distingue no mitiga ni la riqueza de lo concreto visual ni el espanto. Hay borrachos que bailan, acompañándose groseramente de gaitas, hombres y mujeres; hay bandoleros que roban y asesinan a los viajeros por los caminos solitarios; hay animales salvajes que atacan a mujeres despavoridas: un diminuto toque de blanco es un tocado al viento de una mujer que quiere huir13, en un paisaje de tranquila belleza, en el que se consumará un horror usual sin testigos. Hay siempre ejércitos que marchan los unos contra los otros, cuadrillas errantes de señores de la guerra y soldados sin ley. Cruzan ríos al galope y asedian ciudades, a las que prenden fuego una vez conquistadas y sometidas al pillaje, mientras los supervivientes escapan de ellas entre las ruinas, a la luz de los incendios, figuras mínimas en una gran tragedia14 en la que sus vidas valen menos que vidas de insectos. Huyen inundando los caminos, llevando consigo lo poco que han podido salvar, como en los Balcanes o en Siria, hace cinco siglos o ahora.
Bien mirado, cuando se llega del Retiro, uno se da cuenta de que nadie disfruta mucho en El jardín de las delicias. Personas muy parecidas entre sí, castas y desnudas, se entregan a los placeres con expresiones de neutra laboriosidad, en muestrarios de posturas eróticas que tienen algo de la variedad exhaustiva y reglamentada de la pornografía. Más que excitarse en la contemplación de los otros, en la inminencia del abrazo, se les ve muy ensimismados, muy distraídos, como en otra cosa. Se les podrían agregar teléfonos móviles, pantallas a las que miren fascinados, con una unanimidad como la de sus caras y sus cuerpos, como la mayor parte de la gente con la que me cruzo por las praderas y las arboledas del parque al salir de la exposición. Van por el paraíso aproximadamente como van por el Retiro los buscadores de pokémons15. En un horizonte al que no llega la mirada arden mientras tanto ciudades y bosques y hay columnas de fugitivos por los caminos.
El Bosco16, en el Retiro, Antonio Muñoz Molina

En RTVC.es hablamos con Pilar Silva Maroto, Jefe del Departamento de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte (1400-1600) y Pintura Española (1100-1500) del Museo del Prado y comisaria del proyecto.

¿Por qué un drago en 'El jardín de las delicias'?

Con la nueva investigación que hemos realizado puedo decir que la composición del Paraíso, en origen, no era tal y como la conocemos hoy. Había representado en modo tradicional a Adán y Eva y Dios Padre, situados más arriba, donde hoy podemos ver la Fuente de los cuatro ríos. En un primer momento él no había incluido el drago ni la fuente.

El drago actual oculta la cabeza de ese primer Adán. Esto quiere decir, que el comitente -Engelbert II de Nassau, conde de Nassau, señor de Breda- incorporó este motivo considerándolo como Árbol de la Vida. El Árbol de la Ciencia se sitúa en el plano derecho.

¿Sabemos si el pintor conocía esta especie vegetal o bebió de alguna fuente como dibujos o grabados? ¿Conocemos más casos de este tipo de representaciones en la plástica?

Probablemente, a través de un dibujo o de un grabado -como el de Martin Schongauer-, o a través de algún contacto directo con Madeira o Canarias. Este árbol era ya bastante famoso por sus supuestas propiedades medicinales y la 'sangre de drago'. Es probable que conociera ese grabado o algún dibujo de alguien que pudiera haber visto un ejemplar de drago.

En cierta manera, el drago es un árbol mitológico relacionado con las Islas Canarias, Islas Afortunadas que se asocian desde la antigüedad con el Paraíso. Es un árbol originario del Paraíso, que el pintor o su comitente quiso que se incluyera en el 'Paraíso' de 'El jardín de las delicias'.


Los grabados no eran difíciles de conseguir. Se manejaban en los monasterios, los impresores... no sería difícil para el Bosco o su comitente, Engelbert II de Nassau, acceder a estas fuentes impresas. Los grabados de Schongauer, por ejemplo, tienen una difusión muy amplia. También llegan a España de la mano de los mercaderes e impresores.

Sin embargo, la originalidad del Bosco es tan grande que se separa de las fuentes, aunque beba de ellas, no las imita y es difícil reconocerlas. El Bosco tiene una imaginación desbordada.

Uno de las últimas investigaciones apuntan a que, en un primer momento, el pintor no incluyó el drago en la composición original.

Lo importante, y que hemos documentado recientemente, es que el pintor no concibió la tabla como hoy la conocemos. La reflectografía infarroja ha permitido conocer la composición primigenia de la tabla. Es algo que se añade por deseo expreso de que el Paraíso tenga ese drago canario. La visión de las Islas Afortunadas como el Paraíso se traslada a la tabla.


La imprenta fue fundamental en la época. Una auténtica revolución cultural.

Sin duda. Además, el Bosco no era un iletrado. Era alguien que leía, que escribía, con un determinado nivel cultural por encima de la media entre los artistas de su tiempo.

Sin ir más lejos, en su propia ciudad natal se localizaban importantes bibliotecas, como la del convento de los dominicos.

¿Cómo llega el tríptico a España?

Por nuevos datos que nos han llegado sobre la fecha de la realización del tríptico de la 'Adoración de los Magos', que se ha situado hacia 1494, debemos adelantar la producción del artista en esa primera etapa. Por ello situamos 'El jardín de las delicias' en torno a la década de 1490; lo debió de hacer en 1498. Desde esa fecha permanece en el palacio de los Nassau en Bruselas.

El tríptico permanece en la Casa de Nassau durante cuatro generaciones. Guillermo de Orange, último propietario, debe huir de Bruselas tras el levantamiento, y es el portero, quién se queda a cargo del palacio, el que escondió la tabla. Es una información que hemos podido conocer por la documentación localizada en 2001.

El duque de Alba -Fernando Álvarez de Toledo-, interesado por la pintura, mandó atormentar al portero, quién finalmente desveló el paradero de la obra. Los bienes de Orange fueron incautados y cedió 'El jardín de las delicias' a su hijo ilegítimo, a la sazón prior de la Orden de San Juan, don Fernando; a la muerte del duque, Felipe II compró la pintura en la almoneda, y pasó definitivamente a El Escorial.
En 1933 se trasladó al Museo del Prado para su restauración, aunque tras el estallido de la Guerra Civil se decidió que permaneciera en la pinacoteca.

¿Podemos considerar 'El jardín de las delicias' como la obra más importante del Bosco?

Es la obra más icónica17. Se ha convertido en un mito de la historia del arte occidental. La sala donde se encuentra la tabla es, junto con las Meninas, el lugar más visitado del Museo del Prado. Cuando se restauró entre 1998 y 2000 tuvimos numerosísimas peticiones de visitas para acudir al taller.

La exposición que acaba de inaugurarse hará historia, sin duda ¿Es la más completa que se ha hecho sobre el Bosco hasta el momento?

Es la primera que se hace en España y, aunque en Holanda se han hecho otras, nunca han tenido las obras más importantes. No se puede hacer ninguna exposición de estas características sobre el Bosco, que no sea en el Prado, porque nosotros no prestamos las grandes obras. Excepcionalmente hemos prestado 'El carro de heno', pero ha sido una excepción.

En Holanda solo quedan 'boscos' en el museo de Rotterdam porque está formado por dos colecciones particulares.

¿De las piezas que se conservan fuera de España qué obra destacaría?

Por su singularidad, 'Las tentaciones de San Antonio' del Museo de Arte Antiga de Lisboa. Es Tesoro Nacional portugués y solo ha hemos podido conseguir a través de un convenio de colaboración entre el Ministerio de Cultura de Portugal y el nuestro.

Me lanzo a la piscina pero, al mismo tiempo, me digo: esto es demasiado hermoso para ser verdad. Voy de la conmoción y la sorpresa a la incredulidad. Cuanto más lo leo, más dudas tengo. 



1Exageración: Concepto, hecho o cosa que traspasa los límites de lo justo, verdadero o razonable. Uno de mis principales defectos. No ver las cosas en sus proporciones. Mi tendencia a exagerar.
Inmovilismo.
2En vacaciones.
3La capacidad para verse a uno mismo en lo que se escribe.
El plano de la realidad (parque del Retiro) y el de la representación (Jardín de las delicias)
Donde vivo retirada: el "cuarto circular" de Hölderlin y donde paso las vacaciones.
4También se aprecia un comportamiento inteligente al almacenar, en sitios que solo ellas conocen, los excedentes de alimento que encuentran así como objetos brillantes por los que sienten una debilidad especial, como si fueran sus tesoros.
5El texto está lleno de ironía.
6Extremismo: paraíso o infierno. Tendencia a adoptar ideas extremas: salvación o condenación. Pasar por alto toda la escala de grises.
7Imágenes llenas de fantasía: Facultad que tiene el ánimo de reproducir por medio de imágenes las cosas pasadas o lejanas, de representar las ideales en forma sensible o de idealizar las reales.
Grado superior de la imaginación; la imaginación en cuanto inventa o produce.
Extraordinaria inventiva de sus figuraciones.
8¿Bernarda Alba? Lo anacrónico. Personajes anacrónicos: que no es propio de la época de la que se trata.
9La joven de la perla, J. Vermeer
10Hiperrealista: Realismo exacerbado o sumamente minucioso.
11Ghost. Humor sórdido: Impuro, indecente, escandaloso.
12En el plano próximo, las solemnidades: Celebrado o hecho públicamente con pompa o ceremonias extraordinarias. Formal, grave, firme, válido, acompañado de circunstancias importantes o de todos los requisitos necesarios.
Crítico, interesante, de mucha entidad.
En el horizonte, el mundo real.
13Escapada, de Alice Munro. Dice la autora del relato: “En uno de mis cuentos ("Escapada"), una mujer que tiene un matrimonio complicado decide dejar a su marido, alentada por una mujer muy sensata mayor que ella. Y entonces, cuando intenta irse, advierte que no puede hacerlo. Lo más razonable es irse, sus motivos son muchos, pero no puede. ¿Cómo puede ser? Yo escribo ese tipo de cosas, porque soy yo la que no sabe "cómo puede ser". Por eso tengo que prestarle atención: allí hay algo que merece mi atención.”
14En la Grecia antigua, género teatral en verso que, con ayuda de un coro y varios actores, desarrolla temas de la antigua épica centrados en el sufrimiento, la muerte y las peripecias dolorosas de la vida humana, con un final funesto y que mueve a la compasión o al espanto.
15Buscando la realidad aumentada.
16“lejano e inaccesible”: Difícil de interpretar y seguir. Críptico: oscuro, enigmático.
17La más representativa.

Realidad aumentada, Siegen
«Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá.
Porque todo el que pide recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.

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