Marco Stanley Fogg. El narrador.
“Fue el verano en que el hombre pisó por primera vez la
luna. Yo era muy joven entonces, pero no creía que hubiera futuro. Quería vivir
peligrosamente, ir lo más lejos posible y luego ver qué me sucedía cuando
llegara allí. Tal y como salieron las cosas, casi no lo consigo. Poco a poco,
vi cómo mi dinero iba menguando hasta quedar reducido a cero; perdí el
apartamento; acabé viviendo en las calles. De no haber sido por una chica que
se llamaba Kitty Wu, probablemente me habría muerto de hambre. La había
conocido por casualidad muy poco
antes, pero con el tiempo llegué a considerar esa casualidad una forma de predisposición, un modo de salvarme por
medio de la mente de otros. Esa fue la primera parte. A partir de entonces me ocurrieron
cosas extrañas.”
“Llegué a Nueva York en el otoño de 1965. Tenía entonces
dieciocho años, y durante los primeros nueve meses viví en un colegio
universitario. En Columbia, a todos los estudiantes de primer año que no fueran
de la ciudad se les exigía vivir en el campus, pero cuando terminé el curso me
trasladé a un apartamento de la calle 112 Oeste. Allí fue donde viví durante
los siguientes tres años, hasta el mismo momento en que toqué fondo.”
“Viví con mi madre hasta los once años, pero entonces ella
murió en un accidente de tráfico, atropellada por un autobús que patinó y
perdió el control en una calle nevada de Boston. Nunca hubo un padre en la
película”
“Siempre es muy joven y guapa cuando la veo, y probablemente
ese recuerdo es exacto, puesto que sólo tenía veintinueve años cuando murió.”
“a veces percibía que emanaba de ella una verdadera
tristeza, una sensación de que estaba batallando con alguna vasta y eterna
confusión.”
“Ese era un tema del que se negaba a hablar conmigo, y
siempre que le preguntaba se mantenía inflexible.”
“A mi madre la enterraron junto a sus padres en el
cementerio de Westlawn, y yo me fui a vivir con el tío Victor en el barrio de
North Side de Chicago.”
“El hermano mayor de mi madre era un soltero de cuarenta y
tres años, larguirucho y de nariz aguileña, que se ganaba la vida como
clarinetista. Como todos los Fogg, tenía tendencia
a la apatía y la ensoñación, a fugas repentinas y prolongados letargos.
Después de un prometedor comienzo en la Orquesta de Cleveland, estos rasgos de su
carácter acabaron por dominarle.”
“Cuando fui a vivir con él en febrero de 1958, daba clases
de clarinete a principiantes”
“Como era de esa clase de personas que siempre están soñando
con hacer otra cosa mientras están ocupadas”
“-Cada hombre es el autor de su propia vida –dijo-. El libro
que estás escribiendo aún no está terminado.”
“Cuando conocí a Kitty Wu, ella me dio varios otros nombres,
pero ésos eran de su exclusiva propiedad, por así decirlo, y también me alegré
de recibirlos”
“Poco después de cumplir yo catorce años, la población de
nuestra casa aumentó a tres. Dora Shamsky, de soltera Katz, era una fornida
viuda de cuarenta y tantos años con una extravagante melena rubio platino y un
trasero enfundado en una faja muy apretada.”
“Pronto aprendí que había dos Doras. La primera era toda
animación y actividad, un personaje brusco y masculino que se movía por la casa
con la eficacia de un sargento, un baluarte de quebradizo buen humor, una
sabelotodo, una mandona. La segunda Dora era una borracha coqueta, una mujer
sensual, llorosa y autocompasiva que se tambaleaba por la casa en albornoz rosa
y vomitaba sus borracheras en el suelo del cuarto de estar.”
“Cuando tenía que enfrentarse a una elección entre el ahora
y el luego, Victor siempre había elegido
el ahora, y dado que toda su vida estaba ligada a la lógica de este
impulso, era natural que optase por el ahora una vez más.”
“Las explicaciones de Victor respecto al divorcio eran
bastante confusas, y nunca estuve seguro de lo que pasó en realidad. (…)
mencionó a un hombre llamado George”
“Parecía más aliviado que apenado por estar solo otra vez.
Victor había sobrevivido a las batallas matrimoniales, pero eso no significaba
que no le hubieran dejado heridas. (…) Como
no quería aumentar mi alarma, logré convencerme de que sus problemas tenían
menos que ver con su cuerpo que con su estado anímico. (…) su cuerpo me
hablaba en clave, y yo no tuve recursos o la inteligencia necesarios para
descifrar el mensaje.”
“Nos hemos salido del circuito del pollo de goma y vamos a
intentar ir a lo grande.”
“Pero me atrae la idea de esos espacios abiertos, la idea de
tocar mi música bajo el cielo del desierto. ¿Quién sabe si no se me revelará allí una verdad nueva? (…) tengo
que viajar ligero de equipaje. Tendré que desechar cosas, regalarlas, tirarlas
a la basura. Como me duele pensar en perderlas para siempre, he decidido
dártelas a ti.”
“Me quedaré con un ejemplar de Dante, pero todos los demás son
para ti.”
“Pero antes o después nos reuniremos de nuevo, estoy seguro.
Al final todo sale bien, ¿comprendes?, todo conecta. Los nueve círculos. Los
nueve planetas.”
“una mujer gorda a caballo en Cheyenne (…) Teniendo en
cuenta las cosas que pasan en el mundo,
dije, era muy posible que la mujer fuese la mismísima Dora.”
“conseguía mantenerme en contacto espiritual con él llevando
su traje.”
“En momentos de tensión y tristeza, constituía para mí un
consuelo sentirme arropado en el calor de la ropa de mi tío, y hubo veces en
que imaginé que el traje me mantenía entero, que si no lo llevara puesto, mi
cuerpo volaría en pedazos.”
“Yo era el intelectual sublime, el futuro genio arisco y
obstinado, el rebelde inconformista que se mantiene apartado de la manada. (…)
Era una grotesca amalgama de timidez y arrogancia”
“Más que nada, el traje era una divisa de mi identidad, el
emblema de la forma en que yo deseaba que me vieran los demás.”
“Zimmer me agradaba bastante (de hecho, era mi mejor amigo),
pero después de cuatro años de compañeros de cuarto y dormitorios escolares, no
podía resistir la tentación de vivir solo.”
“Luego cumplí veinte años, y pocas semanas después recibí
una larga carta del tío Victor, casi incomprensible, escrita a lápiz en la
parte de atrás de unas hojas amarillas de pedido de la Enciclopedia
Humboldt. Por lo que pude deducir, corrían tiempos duros para los Hombres de la Luna ”
“Según el informe preliminar del forense, la causa probable
de la muerte era un ataque cardíaco.”
“Después de descomponerse en su habitación casi una semana, no se podía hacer mucho con él.”
“Victor fue enterrado junto a mi madre y el cielo nos
obsequió con un diluvio mientras estábamos allí viendo desaparecer a nuestro
amigo bajo la tierra.”
“Toda una cadena de fuerzas se había puesto en marcha y en
un momento determinado empecé a bambolearme, a volar alrededor de mí mismo en
círculos cada vez más grandes, hasta que finalmente me salí de órbita.”
“A partir de aquel momento, de hecho, no hice nada que me
ayudara, me negué a mover un dedo. Dios sabe por qué me comporté así. Entonces
me inventé incontables razones, pero, en último término, probablemente todo se
reducía a la desesperación. (…) Esto era nihilismo elevado al nivel de una
proposición estética. Convertiría mi vida en una obra de arte,
sacrificándome en aras de tan exquisitas paradojas que cada respiración me
enseñaría a saborear mi propia condena. (…) No haría nada por impedir que
ocurriera lo inevitable, pero tampoco
correría a su encuentro. (…) Simplemente, sabía lo que me esperaba, y tanto
daba que sucediera hoy o mañana, porque sucedería de todas formas. Eclipse
total.”
“Fue entonces cuando empecé a leer los libros del tío
Victor. (…) Esa fue la forma que elegí de llorar la muerte del tío Victor.”
“Me consolaba pensar que estaba ocupando el mismo espacio mental que mi tío había ocupado antes,
leyendo las mismas palabras, viviendo las mismas historias, quizá albergando
los mismos pensamientos.”
“Podía seguir el proceso de mi propio descuartizamiento.
Pedazo a pedazo, me veía desaparecer. Aquéllos eran tiempos difíciles para todos, desde luego. Los recuerdo como un
tumulto de política y multitudes, de megáfonos, atrocidades y violencia. En la
primavera de 1968, cada día parecía vomitar un nuevo cataclismo.”
“Poco después, ese mismo mes, el campus de Columbia se
convirtió en un campo de batalla y cientos de estudiantes fueron arrestados,
entre ellos algunos soñadores como Zimmer y yo. No tengo intención de comentar
nada de eso aquí. (…) Mi propia historia se alza sobre los escombros de aquellos
días, y a menos que se entienda así, nada de ella tendrá sentido.”
“Puesto que no quería que nadie supiera lo pobre que era, no
veía otra alternativa para salir de estos apuros que mentir.”
“Así comenzó el verano de 1969. Parecía casi seguro que
sería el último que pasaría en la tierra.”
“La casualidad
quiso que le llevara los últimos a Chandler el mismo día que los astronautas
aterrizaron en la luna.”
“Con voz solemne e inexpresiva declaró que aquél era el
acontecimiento más importante desde la creación del hombre. (…) Pero, pese a lo
absurdo del comentario, había una cosa que nadie podía discutir: desde el día
en que fue expulsado del paraíso, Adán nunca había estado tan lejos de casa.”
“No puedo estar seguro de nada de ello, pero el hecho era
que las palabras Palacio de la
Luna empezaron a apoderarse de mi mente con todo el misterio y
la fascinación de un oráculo. Todo estaba mezclado en ellas al mismo tiempo”
“-Es una coincidencia
curiosa –siguió él, sin hacer caso de lo que yo había dicho-. A Kitty le va a
encantar. Le encantan esas cosas. (…)
-Mirad todos –dijo sonriente mi anfitrión medio desnudo-. Es
el hermano gemelo de Kitty.”
“A falta de algo mejor que hacer, examiné a mi hermana
gemela, una muchacha china, menuda, de diecinueve o veinte años, con pulseras
de plata en ambas muñecas y una cinta de cuentas estilo navajo alrededor de la
cabeza. Me devolvió la mirada con sonrisa –una sonrisa excepcionalmente
cordial, pensé, llena de humor y complicidad- y luego volví mi atención a la
mesa”
“me sentí cada vez más consciente de lo agradable que era
estar sentado al lado de mi gemela largo tiempo perdida. Por comentarios de la
charla, deduje que era bailarina, y no había duda de que la camiseta de los
Mets le sentaba mucho mejor a ella que a mí. Era difícil no sentirse
impresionado, y mientras ella seguía charlando y riendo con los otros, yo le
lanzaba miraditas de reojo.”
“Llené una mochila con unas cuantas cosas, me puse el
estuche del clarinete debajo del brazo y salí por la puerta. Estábamos a
finales de agosto de 1969. (…) No miré atrás ni una sola vez.”
“Puedo escribir las cosas que me sucedieron, pero por muy
minuciosa y precisamente que lo haga, esas cosas nunca serán más que una parte
de la historia que estoy tratando de contar.”
“-No acabo de entender por qué viniste –dije-. Sólo nos habíamos
visto una vez y yo no podía importarte nada entonces. ¿Por qué ibas a tomarte
tantas molestias por alguien que ni siquiera conocías? (…)
-Porque pensé que estabas en peligro –dijo-. Pensé que
estabas en peligro y nunca me había dado nadie tanta pena en mi vida.”
“Así fue como finalmente me rescataron: porque los dos
salieron a buscarme. En aquel momento yo lo ignoraba, claro está, pero, sabiendo
lo que sé ahora, me es imposible recordar aquellos días sin sentir una oleada
de nostalgia por mis amigos. En cierto sentido, eso altera la realidad de lo
que experimenté. Yo había saltado desde el borde del acantilado y justo cuando
estaba a punto de dar contra el fondo, ocurrió un hecho extraordinario: me
enteré de que había gente que me quería. Que le quieran a uno de ese modo lo cambia
todo. No disminuye el terror de la caída, pero te da una nueva
perspectiva de lo que significa ese terror. Yo había saltado desde el borde y
entonces, en el último instante, algo me cogió en el aire. Ese algo es lo
que defino como amor. Es la única
cosa que puede detener la caída de un
hombre, la única cosa lo bastante poderosa como para invalidar las leyes de
la gravedad.”
“Observen cómo el orgullo debilitaba mi resolución de
mantenerme al margen de mi desgracia, el orgullo y una sensación de vergüenza. Una
parte de mí estaba horrorizada por lo que había permitido que me sucediera y no
quería correr el riesgo de encontrarme con alguien que conociera.”
“Si el tío Victor pudiera verme, pensé, se quedaría
destrozado, enfermo en el alma. Me había convertido en una nada, un muerto que
caía de cabeza al infierno. (…) Esto es lo que me merezco, me dije. Yo me he
hecho mi nada y ahora tengo que vivir en ella.”
“Mi estado de ánimo saltaba temerariamente de un extremo al
otro, haciéndome pasar de la alegría a la desesperación tan a menudo que mi
mente salía maltrecha del viaje. (…) Me esforcé por recuperar cierto equilibrio
interior, pero fue en vano. (…) Mi ensimismamiento era tan intenso que ya no
podía ver las cosas tal y como eran: los objetos se convertían en pensamientos
y cada pensamiento era parte del drama que estaba siendo interpretado en mi
interior.
Una cosa había sido estar sentado en mi habitación esperando
que el cielo se me cayera encima y otra bien distinta era verme arrojado a la
calle.”
“Esto era Nueva York, pero no tenía nada que ver con el
Nueva York que yo había conocido siempre. Carecía de asociaciones, era un lugar
que podía haber estado en cualquier parte. Mientras le daba vueltas a esta
idea, se me ocurrió de pronto que había sobrevivido a la primera noche.”
“no hacer nunca nada que perturbe el flujo del tráfico
humano. Si respetas las reglas de este juego, la gente tiende a ignorarte. Hay
una mirada vidriosa especial en los ojos de los neoyorquinos cuando van andando
por las calles, una natural y quizá necesaria forma de indiferencia hacia los
demás. El aspecto que tengas no importa, por ejemplo. (…) En cambio, el modo en
que actúas dentro de tu ropa es de la máxima importancia. Los gestos raros de
cualquier clase son automáticamente interpretados como una amenaza. “
“Siempre que caminaba entre la multitud, rápidamente me hacían
avergonzarme y tomar conciencia de mí mismo. Me sentía una mancha, un
vagabundo, una pústula de fracaso en la piel de la humanidad.”
“Si las calles me obligaban a verme como los demás me veían,
el parque me daba la posibilidad de regresar a mi vida interior, de valorarme
exclusivamente en términos de lo que estaba pasando dentro de mí. Descubrí que
es posible sobrevivir sin un techo pero no se puede vivir sin establecer un
equilibrio entre lo interno y lo externo. Eso es lo que me dio el
parque. Tal vez no era lo que se dice un hogar, pero, a falta de otro refugio,
se convirtió en algo muy parecido.”
“empecé a notar que las cosas buenas me sucedían sólo cuando
dejaba de desearlas. (…) desear demasiado las cosas impedía que sucedieran. Esa
era la consecuencia lógica de mi teoría. (…) En otras palabras, conseguía lo
que quería sólo si no lo quería. (…) Si mis
deseos únicamente podían ser satisfechos no pensando en ellos, entonces
todo pensamiento acerca de mi situación era necesariamente contraproducente.”
“Yo era un instrumento de sabotaje, me decía, una pieza
suelta en la maquinaria nacional, un inadaptado cuya función era paralizar los
engranajes. Nadie podía mirarme sin sentir vergüenza o indignación o lástima. Yo
era la demostración viviente de que el sistema había fallado, de que la engreída
y sobrealimentada tierra de la abundancia se estaba agrietando.”
“cualquier cosa era posible en este mundo. Esa idea me
proporcionaba consuelo. La causalidad ya no era el oculto demiurgo que
gobernaba el universo: abajo era arriba, el último era el primero, el final era
el principio. Heráclito había
resucitado de su montón de estiércol y lo que tenía que enseñarnos era la más
simple de las verdades: la realidad era un yo-yo, el cambio era la única constante.”
“Si mis dos amigos no me hubieran encontrado cuando lo hicieron,
creo que no cabe duda de que me habría muerto. Había agotado mis reservas y ya
no tenía nada con que defenderme.”
“Fue una de esas lluvias cataclísmicas: el cielo se abrió
repentinamente en dos y el agua empezó a caer a cántaros, con una prodigiosa
furia de sonido. Estaba empapado antes de despertarme, con todo el cuerpo
acribillado, y las gotas rebotaban sobre mí como perdigones.”
“A nadie se le permite morir más de una vez.”
“Esto es la soledad humana, me dije. Esto es lo que significa
no tener a nadie. Sin embargo, ya no estaba iracundo y pensé esas palabras con
una especie de franqueza brutal, de absoluta objetividad.”
“Hace dos años, por razones tanto personales como filosóficas,
decidí dejar de luchar. (…) pensé que, abandonándome al caos del mundo, quizá
el mundo acabaría por revelarme alguna secreta armonía, alguna forma o esquema
que me ayudaría a penetrar en mí mismo. La
idea era aceptar las cosas tal y como son, dejarse llevar por la corriente del
universo.”
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