Imagino
un libro sobre Cervantes y Don Quijote; una secuencia que sea un
ensayo a la vez riguroso y fragmentario, con elementos de collage,
porque las palabras mismas de Cervantes han
de estar en él, de indagación imaginativa muy controlada
por el respeto a lo que está escrito y a lo que no se sabe. El eje
serían las lecturas que he ido haciendo a lo largo de los años,
especialmente la primera, en Úbeda, cuando encontré un Don
Quijote de Calleja junto a otros dos libros también editados
hacia finales del XIX, aquel Orlando furioso con tapas como
de ataúd y grabados que me provocaban pesadillas, y la Historia
de un hombre contada por su esqueleto, de Manuel Fernández y
González. En el Quijote salen muchos libros olvidados o
rescatados, manuscritos sin firma, libros que alguien encuentra por
azar. Está bien que yo descubriera así la novela, a los diez o los
once años, en aquella casa grande en la que casi no había otros
libros, pero sí corrales y camaranchones y abrevaderos para animales
como en Don Quijote. Cervantinamente, el ejemplar mismo
tiene ya una historia: el Orlando furioso tenía unos filos
quemados. Mi abuelo Manuel los salvó del
incendio de la biblioteca del cortijo en que era mulero, al principio
de la guerra [1]. Unos milicianos asaltaron el cortijo,
degollaron a los animales, hicieron una gran hoguera con libros,
muebles, cuadros, imágenes religiosas. Esos tres volúmenes cayeron
un poco más lejos de la hoguera y mi abuelo pudo rescatarlos sin
peligro.
Muñoz Molina sobre Cervantes y sus lecturas de El Quijote
Diario de una vuelta a Cervantes. La escritura desatada, Antonio Muñoz Molina [Revista de Libros]
Diario de una vuelta a Cervantes. La escritura desatada, Antonio Muñoz Molina [Revista de Libros]